El sueño de la quinta república no era la exclusividad de Hugo Chávez Frías. Todo venezolano enfocaba la quinta república desde diferentes ópticas y con distintos objetivos, matices y nombres. Lo que movía tales concepciones eran las profundas desigualdades introducidas en la sociedad por una bonanza económica petrolera mal empleada, un sistema de vida fundamentado en “la palanca” , el facilismo y en el aprovechamiento de los bienes públicos, la ausencia de valores, ignorancia generalizada y la falta de interés en los asuntos políticos por parte de la mayoría de la población.
Cada quien, desde un punto de vista particular, trataba de producir cambios en su entorno inmediato y de ello no escapaba la Guardia Nacional. Dentro de su seno, muchos oficiales, SOPC y tropas, se sentían preocupados por el devenir institucional y por el como la institución iba haciéndose cada vez más anacrónica. Algunos de sus miembros en el alto mando trataron de revitalizarla con cambios de fondo y forma, impulsando nuevas competencias legales, mejorando su sistema educativo y tratando de reinsertar viejos valores, no obstante, la presión del entorno era mayor.
La piedra angular de la Guardia Nacional para su supervivencia era el aspecto operativo. Para entender un poco que es la Guardia Nacional y por que su diferencia abismal con las otras tres fuerzas o componentes, como se les ha pasado a denominar, hay que traer a colación algo de historia.
La institución nació luego de que el 17 de Diciembre de 1935, muriera el General Juan Vicente Gómez y le sucediera en el cargo su Ministro de Guerra y Marina, el General de División Eleazar López Contreras, quien de inmediato se abocó al establecimiento del Estado de Derecho.
Quien fuera el último General en Jefe antes de la llegada de la actual “revolución” con sus nuevos generales surgidos de mercados populares y reuniones de partido y no de campos de batalla, respetuoso como era de las libertades públicas entre otras medidas adoptadas, garantizó el ejercicio de los Derechos Individuales y autorizó el funcionamiento de los partidos políticos; pero como consecuencia de esta liberación del régimen, se produjeron una serie de desordenes sociales, huelgas y atentados contra las personas y sus propiedades, los cuales se iniciaron por una parte como retaliación de enemigos políticos excarcelados o no contra los familiares y allegados al General Gómez y su entorno y por la otra por el regreso al país de exiliados que alimentaban profundos rencores contra el régimen.
La situación se agravó por la carencia de cuerpos de policía bien estructurados y disciplinados, por lo que el General López Contreras se dirigió a los distintos gobernadores de los estados (provincias) y les escribió:
Por lo tanto, el gobierno se trazó como objetivo prioritario el alcanzar la organización de un servicio de policía de carácter nacional, formado y equipado para garantizar el orden en todo el país, así como para colaborar con los jueces en la represión penal.
Como producto de un proceso administrativo y legal, en 1937, el General López Contreras, por Decreto Orgánico del 4 de Agosto, creó el Servicio Nacional de Seguridad, dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores y a cargo de la Guardia Nacional y de las Oficinas de Investigación y de Identificación de Extranjeros.
Con el devenir del tiempo, la Guardia Nacional fue asumiendo cada vez más funciones, hasta que llegó a un punto estacionario, en el que por ley tenía asignada una doble actividad funcional: La militar, en el aspecto de Seguridad y Defensa Nacional como integrante de las Fuerzas Armadas es decir como componente del Poder Militar, y la de Cooperación como servicio de Apoyo al sector Civil de la Administración Pública, la cual se fundamentaba en el ejercicio de una serie de actividades muy “sui géneris” que le adjudicaban un radio de acción impresionante en la vida nacional y que analizadas a la luz de lo que actualmente ocurre en Venezuela, explica el uso que hasta el momento le ha dado el régimen chavista a tan importante componente militar.
En consecuencia, una apretada descripción del espectro funcional de la Guardia Nacional en el área de apoyo al sector civil comprendía las funciones siguientes:
En dicho documento se contemplaba la eliminación de la Guardia Nacional. Según testimonio de algunos oficiales del ejército involucrados en el intento de golpe, las causas serían, el alto grado de corrupción de los miembros de la institución, las violaciones a los derechos humanos, sobre todo en la zona de frontera y el alto grado de politización de sus jefes. La dolorosa realidad era que el documento golpista tenía razón, pero no la suficiente como para eliminar la institución, pues al entender de muchos oficiales en mi entorno, tal juicio era aplicable a la Guardia Nacional “negra”, sin embargo, la creencia en la existencia de una Guardia “dorada” hizo que aun cuando no compartíamos tales criterios, deberíamos actuar con mayor énfasis en la erradicación de la primera de ellas, la cual nosotros conocíamos más que el ejército, que dicho sea de paso, también tenía su propio “ejército negro”.
Tal Guardia Nacional negra, estaba constituida por verdaderas bandas de Oficiales, SOPC y tropas que, enquistados en cada uno de los servicios que se enumeraron anteriormente, se dedicaban al lucro personal, el de sus superiores y políticos, quienes a su vez les proporcionaban los elementos indispensables para ascender en el escalafón ubicándose por encima de los méritos de sus compañeros.
Así, en los puertos, aeropuertos y en las vías por donde circulaban mercancías importadas, en los negocios de importación, etc., en abierta connivencia con los funcionarios del Ministerio de Hacienda , los “expertos” en Resguardo Nacional aplicaban rígidamente la normativa a “todo el mundo” con la excepción de aquellos que se dejaban extorsionar, en las cárceles contribuían al ingreso de armas, drogas y alcohol con la complicidad de los funcionarios responsables del control interno, en el control de actividades susceptibles de degradar el ambiente y los recursos naturales renovables la modalidad de obtención de dinero y prebendas era el mismo y así sucesivamente en los demás servicios; igualmente se dedicaban a otras actividades estrictamente catalogadas como hampa común que incluían asaltos a camiones con mercancías en las carreteras, robo de vehículos, extorsión a buhoneros y conductores, tráfico de drogas, asaltos a blindados, alquiler de su propio armamento, venta de armas y municiones a delincuentes y grupos irregulares, contrabando de combustible.
El recuerdo de tan abominables personajes, me obliga a mencionar que muchos de ellos, quienes fueron salvados por sus “compasivos” jefes en la oportunidad en que fueron descubiertos o vinculados a alguna de tan innobles e incompatibles actividades con su condición de Guardias Nacional, son ahora los más fervientes revolucionarios dentro de la Guardia Nacional y que para demostrar su adhesión al régimen, han dado claras y contundentes demostraciones en acciones de orden público, arengas públicas y en los cuarteles, discursos en aniversarios, tomas de posesión, marchas, mercados populares y hasta en medio de calamidades públicas en los que deben intervenir por obligación consumando en ellas abominables actos de proselitismo político. Por su parte, el régimen “les ha cumplido”, pues quienes se habían atrasado en sus ascensos, ya forman parte de los cuadros de mérito de sus respectivas promociones con tantas o más probabilidades de ser ascendidos a grados superiores que sus compañeros con impecables hojas de servicio.
Tal realidad fue analizada luego de los sucesos del 4 de febrero de 1992 y del 27 de noviembre del mismo año, pero tal análisis no introdujo grandes cambios a favor de la institución, por lo que la institución negra continúo su predominio sobre la dorada.
En el aspecto estructural de la Fuerza se acentuó su dependencia del Ejército, sobre todo por la presencia en la Casa Militar a partir de 1993 del General Rojas Pérez y luego en la Comandancia General del Ejército. En el aspecto funcional, se trató que los servicios operativos cumplieran en realidad un doble propósito: Proporcionar útiles servicios a la Patria a través del apoyo a la administración pública y justificar la inversión del Estado en la institución.
Bajo tal panorama, la Guardia Nacional dorada no logró avanzar sobre la negra, sino que por el contrario, a partir del gobierno del presidente Rafael Caldera, la negra se fortaleció con los nuevos cuadros directivos de la institución, los cuales como describí anteriormente se dedicaron a decapitar los liderazgos naturales de la institución y se olvidaron por completo del resto.
Cada quien, desde un punto de vista particular, trataba de producir cambios en su entorno inmediato y de ello no escapaba la Guardia Nacional. Dentro de su seno, muchos oficiales, SOPC y tropas, se sentían preocupados por el devenir institucional y por el como la institución iba haciéndose cada vez más anacrónica. Algunos de sus miembros en el alto mando trataron de revitalizarla con cambios de fondo y forma, impulsando nuevas competencias legales, mejorando su sistema educativo y tratando de reinsertar viejos valores, no obstante, la presión del entorno era mayor.
La piedra angular de la Guardia Nacional para su supervivencia era el aspecto operativo. Para entender un poco que es la Guardia Nacional y por que su diferencia abismal con las otras tres fuerzas o componentes, como se les ha pasado a denominar, hay que traer a colación algo de historia.
La institución nació luego de que el 17 de Diciembre de 1935, muriera el General Juan Vicente Gómez y le sucediera en el cargo su Ministro de Guerra y Marina, el General de División Eleazar López Contreras, quien de inmediato se abocó al establecimiento del Estado de Derecho.
Quien fuera el último General en Jefe antes de la llegada de la actual “revolución” con sus nuevos generales surgidos de mercados populares y reuniones de partido y no de campos de batalla, respetuoso como era de las libertades públicas entre otras medidas adoptadas, garantizó el ejercicio de los Derechos Individuales y autorizó el funcionamiento de los partidos políticos; pero como consecuencia de esta liberación del régimen, se produjeron una serie de desordenes sociales, huelgas y atentados contra las personas y sus propiedades, los cuales se iniciaron por una parte como retaliación de enemigos políticos excarcelados o no contra los familiares y allegados al General Gómez y su entorno y por la otra por el regreso al país de exiliados que alimentaban profundos rencores contra el régimen.
La situación se agravó por la carencia de cuerpos de policía bien estructurados y disciplinados, por lo que el General López Contreras se dirigió a los distintos gobernadores de los estados (provincias) y les escribió:
"Urge inaplazablemente organizar allí, con elementos activos, esforzados y conscientes, una policía rural a caballo, a pié o en vehículo a fin de perseguir y acabar con los bandoleros que incendian y asaltan las fincas, pues en defensa del buen nombre del gobierno y del principio de autoridad correctamente ejercido, no puedo consentir que el pillaje disfrazado de celo extremista y hasta descaradamente ponga en zozobra el hogar venezolano... Las garantías individuales y la propiedad deben defenderse y protegerse, no solo para sanción moral sino para dejar de una vez inequívocamente establecido, que si mi gobierno garantiza y respeta libertades, bien ejercido, no habrá tiempo para extremistas urbanos que estimulan y fomentan tan dañinas prácticas".
Por lo tanto, el gobierno se trazó como objetivo prioritario el alcanzar la organización de un servicio de policía de carácter nacional, formado y equipado para garantizar el orden en todo el país, así como para colaborar con los jueces en la represión penal.
Como producto de un proceso administrativo y legal, en 1937, el General López Contreras, por Decreto Orgánico del 4 de Agosto, creó el Servicio Nacional de Seguridad, dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores y a cargo de la Guardia Nacional y de las Oficinas de Investigación y de Identificación de Extranjeros.
Con el devenir del tiempo, la Guardia Nacional fue asumiendo cada vez más funciones, hasta que llegó a un punto estacionario, en el que por ley tenía asignada una doble actividad funcional: La militar, en el aspecto de Seguridad y Defensa Nacional como integrante de las Fuerzas Armadas es decir como componente del Poder Militar, y la de Cooperación como servicio de Apoyo al sector Civil de la Administración Pública, la cual se fundamentaba en el ejercicio de una serie de actividades muy “sui géneris” que le adjudicaban un radio de acción impresionante en la vida nacional y que analizadas a la luz de lo que actualmente ocurre en Venezuela, explica el uso que hasta el momento le ha dado el régimen chavista a tan importante componente militar.
En consecuencia, una apretada descripción del espectro funcional de la Guardia Nacional en el área de apoyo al sector civil comprendía las funciones siguientes:
- Resguardo Nacional: Para garantizar el cumplimiento de las Leyes Fiscales del país, evitando la proliferación de los actos ilícitos contra la Hacienda Pública Nacional, la evasión de impuestos fiscales, y evitar la violación de las políticas económicas fijadas por el Ejecutivo Nacional en Zonas Fronterizas, Puertos, Aeropuertos, Establecimientos Comerciales de Exportación e Importación, Zonas de Explotación y Lugares de Comercialización de Minerales Preciosos, Industrias de cigarrillos, licores, etc.
- Guardería Ambiental y de los Recursos Naturales Renovables: Para proteger el medio ambiente y contribuir a la conservación, fomento y aprovechamiento racional de los Recursos naturales Renovables en Parques Nacionales, Reservas Forestales, Monumentos Naturales, Reservas Hidráulicas, Refugios de Fauna Silvestre, Santuarios de Fauna, Pesca Fluvial y Marina, Contaminación de la atmósfera, aguas y suelos, Establecimientos Comerciales, Empresas de Construcción, Mataderos, zonas cafetaleras y ganaderas, Especies en peligro de extinción, etc.
- Seguridad de Instalaciones Básicas y/o Estratégicas: Proporcionar seguridad a las Industrias Básicas del Estado y Privadas que revistan de importancia estratégica, garantizando su continua operatividad, tales como Industrias Petrolera, Minera, Siderúrgica y Criogénica, Instalaciones Energéticas, Instalaciones Estatales de importancia, Puertos y Aeropuertos esenciales, polvorines, etc. Orden y Seguridad Pública: Con el fin de garantizar el orden público y la seguridad personal y patrimonial de la ciudadanía en zonas y oportunidades en que la acción policial es insuficiente, ante la inminencia de disturbios a escala considerable, a pedido durante los Procesos Electorales, etc. Seguridad penitenciaria: Garantizar la seguridad externa de los establecimientos penales y custodiar los procesados y penados durante los traslados. Seguridad vial: Ejercer la vigilancia vial y el resguardo de las obras de infraestructura vial asignada para la protección de los usuarios, garantizar el libre tránsito, el mantenimiento de las vías y la recaudación de las tasas de peaje. Servicio Rural: Garantizar la paz y la tranquilidad en las zonas rurales del país, materializando en los más alejados confines de la República la presencia del Estado y siendo la vía para la realización de actividades de alfabetización, campañas sanitarias, acción cívica, protección del campesino y el indígena contra irregulares extranjeros y contra miembros de narcotráfico, etc. Control de extranjeros: el control de ingreso y circulación de extranjeros que hayan logrado ingresar al el país. Lucha contra el narcotráfico: Ejercer presión permanente sobre las vías de introducción y tránsito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas y de productos químicos esenciales, lugares de distribución y de comercialización de drogas e insumos, detección de pistas de aterrizaje clandestinas, destrucción de plantaciones, detección de consumidores, aprehensión de traficantes, realización de análisis químicos de substancias, etc. Apoyo a los Cuerpos uniformados de Policía: Ejercer el Comando, Dirección y Adiestramiento de estos cuerpos, y realizar operativos conjuntos de seguridad en apoyo a los mismos cuando sus capacidades se encuentren limitadas. Apoyo a los organismos de seguridad del Estado: Proveer entrenamiento en materia de Control del Orden Público, pilotaje de aeronaves, entrenamiento de Fuerzas Especiales, entrenamiento de perros, realización de peritajes mecánicos y químicos, etc.
En dicho documento se contemplaba la eliminación de la Guardia Nacional. Según testimonio de algunos oficiales del ejército involucrados en el intento de golpe, las causas serían, el alto grado de corrupción de los miembros de la institución, las violaciones a los derechos humanos, sobre todo en la zona de frontera y el alto grado de politización de sus jefes. La dolorosa realidad era que el documento golpista tenía razón, pero no la suficiente como para eliminar la institución, pues al entender de muchos oficiales en mi entorno, tal juicio era aplicable a la Guardia Nacional “negra”, sin embargo, la creencia en la existencia de una Guardia “dorada” hizo que aun cuando no compartíamos tales criterios, deberíamos actuar con mayor énfasis en la erradicación de la primera de ellas, la cual nosotros conocíamos más que el ejército, que dicho sea de paso, también tenía su propio “ejército negro”.
Tal Guardia Nacional negra, estaba constituida por verdaderas bandas de Oficiales, SOPC y tropas que, enquistados en cada uno de los servicios que se enumeraron anteriormente, se dedicaban al lucro personal, el de sus superiores y políticos, quienes a su vez les proporcionaban los elementos indispensables para ascender en el escalafón ubicándose por encima de los méritos de sus compañeros.
Así, en los puertos, aeropuertos y en las vías por donde circulaban mercancías importadas, en los negocios de importación, etc., en abierta connivencia con los funcionarios del Ministerio de Hacienda , los “expertos” en Resguardo Nacional aplicaban rígidamente la normativa a “todo el mundo” con la excepción de aquellos que se dejaban extorsionar, en las cárceles contribuían al ingreso de armas, drogas y alcohol con la complicidad de los funcionarios responsables del control interno, en el control de actividades susceptibles de degradar el ambiente y los recursos naturales renovables la modalidad de obtención de dinero y prebendas era el mismo y así sucesivamente en los demás servicios; igualmente se dedicaban a otras actividades estrictamente catalogadas como hampa común que incluían asaltos a camiones con mercancías en las carreteras, robo de vehículos, extorsión a buhoneros y conductores, tráfico de drogas, asaltos a blindados, alquiler de su propio armamento, venta de armas y municiones a delincuentes y grupos irregulares, contrabando de combustible.
El recuerdo de tan abominables personajes, me obliga a mencionar que muchos de ellos, quienes fueron salvados por sus “compasivos” jefes en la oportunidad en que fueron descubiertos o vinculados a alguna de tan innobles e incompatibles actividades con su condición de Guardias Nacional, son ahora los más fervientes revolucionarios dentro de la Guardia Nacional y que para demostrar su adhesión al régimen, han dado claras y contundentes demostraciones en acciones de orden público, arengas públicas y en los cuarteles, discursos en aniversarios, tomas de posesión, marchas, mercados populares y hasta en medio de calamidades públicas en los que deben intervenir por obligación consumando en ellas abominables actos de proselitismo político. Por su parte, el régimen “les ha cumplido”, pues quienes se habían atrasado en sus ascensos, ya forman parte de los cuadros de mérito de sus respectivas promociones con tantas o más probabilidades de ser ascendidos a grados superiores que sus compañeros con impecables hojas de servicio.
Tal realidad fue analizada luego de los sucesos del 4 de febrero de 1992 y del 27 de noviembre del mismo año, pero tal análisis no introdujo grandes cambios a favor de la institución, por lo que la institución negra continúo su predominio sobre la dorada.
En el aspecto estructural de la Fuerza se acentuó su dependencia del Ejército, sobre todo por la presencia en la Casa Militar a partir de 1993 del General Rojas Pérez y luego en la Comandancia General del Ejército. En el aspecto funcional, se trató que los servicios operativos cumplieran en realidad un doble propósito: Proporcionar útiles servicios a la Patria a través del apoyo a la administración pública y justificar la inversión del Estado en la institución.
Bajo tal panorama, la Guardia Nacional dorada no logró avanzar sobre la negra, sino que por el contrario, a partir del gobierno del presidente Rafael Caldera, la negra se fortaleció con los nuevos cuadros directivos de la institución, los cuales como describí anteriormente se dedicaron a decapitar los liderazgos naturales de la institución y se olvidaron por completo del resto.