El 26 de septiembre será el día de la gran encuesta.
Mi interés en el tema de los fraudes de identificación y la usurpación de identidad tiene su origen en los años iniciales de mi formación profesional. En los ya lejanos días de mi época de Subteniente, como comandante de un pelotón de Guardias Nacionales alumnos de la Escuela Forestal en Santa Bárbara de Barinas, observaba diariamente la actividad de mis vecinos, los efectivos de la Guardia adscritos a la segunda compañía del Destacamento Nº 14, en la que invariablemente, por ser una zona fronteriza, se efectuaba la detención y deportación de colombianos y otros extranjeros ilegales que intentaban franquear los puntos de control de la Guardia. También fui testigo de la cantidad de efectivos que eran capturados generalmente de manera flagrante, involucrados en el trafico de ilegales, sobre todo en la "trata de blancas".
También tuve la inolvidable experiencia de vivir de cerca el hostigamiento de la guerrilla colombiana contra nuestros puestos fronterizos y en especial el de El Cutufi, el cual durante mi estadía en la zona fue hostigado en innumerables oportunidades e inclusive, durante la acción más resaltante, fue objeto de ataque durante más de 8 horas, tiempo durante el cual un valiente subteniente y 19 Guardias Nacionales impidieron que el puesto fuera tomado por la guerrilla, lo que condujo a que en un alto al fuego se intentara una negociación en la que la pretensión guerrillera era que nuestros militares entregaran todo el armamento del puesto. El ataque se reanudó durante la noche y a la madrugada siguiente los guerrilleros abandonaron la zona.
Tiempo después, el subteniente ya había sido relevado del puesto y en una alcabala, durante una requisa a un autobús de Expresos Occidente, reconoció la voz, el rostro y los gestos de uno de los guerrilleros que hablaron con él en El Cutufí y lo detuvo. Ese día el subteniente fue enviado arrestado a su habitación por insubordinación, debido a que el detenido tenía cédula venezolana y el Capitán comandante de la unidad, quien no tenía las mejores relaciones con el subteniente, manifestó que éste estaba “loco” y que era una arbitrariedad la que estaba cometiendo. El oficial amenazó con pasar la novedad al comando superior si no se daba continuación a la investigación. El presunto guerrillero fue enviado a la ciudad de Barinas, donde finalmente fue dejado en libertad debido a que la cédula de identidad le había sido otorgada legalmente por la DIEX y no se pudo comprobar que fuera colombiano, a pesar de su acento y la falta de arraigo en Venezuela.
Las experiencias vividas en los comienzos de mi carrera profesional y muchas más, que consumirían páginas y páginas el describirlas, en las que el tema de la identificación de las personas continúo incidiendo en mi vida, hasta el punto que cuando realizaba el XXV Curso de Altos Estudios para la Defensa Nacional en el IAEDEN y debí presentar tres líneas de investigación tentativas para mi tesis de grado y no dudé en incluir entre ellas “Las vulnerabilidades del Sistema de Identificación Nacional y su influencia en la Seguridad y Defensa Nacional”. Dicha línea de investigación no fue aprobada y en su lugar tuve que optar por la tercera, referida a la seguridad alimentaria.
Quiso el destino nuevamente, que se cruzara en mi camino el tema, cuando en el año 2001, el entonces Ministro de Interior y Justicia, Don Luis Miquilena me convocó a su oficina para encargarme el delicado cargo de Director Nacional de Identificación y Extranjería.
El aporte vivencial de mi paso por la DIEX como director es abundante y extenso, lo cual no es el motivo de este escrito y por lo tanto lo obviaré por no ser pertinente. No obstante, la experiencia de mi lucha contra la ilegalidad y la corrupción imperante en la organización, me permite hablar con propiedad sobre como es este monstruo por dentro. La permanente interacción con funcionarios de larga trayectoria que me confiaron sus malas y buenas experiencias, entre ellas las relacionadas con la Inspectoría de Cedulación y las triquiñuelas de los gobiernos “democráticos” anteriores al adefesio socialista. Sobre la estructura y “modus operandi”, aprendidos, ensayados y perfeccionados en los múltiples procesos anteriores, se instaló la modalidad fraudulenta chavista; no con números mágicos que cambian de color, de partido o de sentido a la sola orden del jefe, ni con la multiplicación electrónica de los votos, no. El nuevo fraude es más de lo mismo, mas del viejo fraude: A su favor, votos fraudulentos de carne y hueso en las narices de testigos que no saben o no quieren hacer su trabajo y en contra del contrario, la instigación a la abstención, el incómodo traslado hacia distantes centros de votación, la intimidación, la operación morrocoy para provocar la deserción de las colas y el arma más peligrosa y mortífera, el rumor.
Si hay fraude, en los procesos electorales venezolanos siempre ha existido, el actual es de mayores proporciones, pero es derrotable. Si como lo sugieren las encuestas serias, el 30% de las tendencias políticas serían para el chavismo, el 33% para la oposición y neutrales el 37%, la tarea es hacer que los neutrales voten en contra del gobierno. Decir quien gana las elecciones parlamentarias es muy sencillo: Ganará aquel que logre hacer que el 37% se levante del chinchorro y vaya a votar.
La desventaja de la oposición, es que después de las 4 de la tarde, quienes no hayan salido a votar son empujados por los partidarios del gobierno y llevados a votar, conminándolos a que voten por el gobierno, mientras que la oposición a esa hora, es cuando se va a celebrar y a ver el resto de la jornada por televisión, muchas veces sin depositar su voto con las consabidas excusas: Ya ganamos, ya perdimos, vienen los chavistas a reprimir, ya es muy tarde, van a cerrar la mesa cuando me toque a mi o un voto más no es necesario.
Independientemente de quien saque más diputados, esto por la distribución de los votantes en los circuitos, el resultado será favorable a la oposición: Primero porque la oposición volverá con muchos o pocos diputados a la Asamblea Nacional y segundo, porque al haber convertido Chávez la elección de sus diputados en una gran encuesta sobre su influencia para captar votos, se sabrá la magnitud de su deterioro electoral, con miras a un 2012 más accidentado que el 2010 y que el 2011.
Por primera vez en años, se ve con mayor claridad la confusión, la desesperación y la desesperanza en las filas del chavismo, mientras que por el lado del pueblo venezolano, comienza a asomarse el poder que le pasará por encima a Hugo Chávez y a los politiqueros de la oposición.