sábado, 21 de agosto de 2010

Chavez en retroceso.

Ante la grave situación de su gobierno y del país, por primera vez escucha a sus asesores.

A pesar de las profundas limitaciones intelectuales que agobian a Hugo Chávez, deficiencias de las cuales por cierto, no está consciente debido a su pobre percepción de la realidad que lo circunda, durante los 11 años de gobierno ha tenido asesores de lujo que han llegado solo hasta allí: A constituirse en un invitado de lujo del demente en desarrollo. La abultada chequera venezolana ha pagado en asesorías para la toma de decisiones e imagen del Presidemente cifras astronómicas en todas las monedas imaginables. Por Miraflores han desfilado todo tipo de asesores de ambos géneros y hasta del tercer sexo: Economistas, matemáticos, publicistas, políticos, militares, estadísticos, actores, astrólogos, adivinos, brujos, médicos, místicos, etc

Todos ellos, seleccionados por sus inmediatos por varias razones: Una, en aras de moderar de alguna forma el torrente de ignorancia y prepotencia que brota de la figura presidencial actual y de adecuar sus emisiones al contexto en el que se debe desenvolver en razón de su investidura, otra, para asegurarse de no perder figuración personal al tratar incorporar a este genio de los errores o de las metidas de pata a dicho contexto; otra más, para ganarse un dinerito extra por la intermediación y por último, para hacerse de unos puntos adicionales en la diaria y desleal competencia en la que se encuentran inmersos todos los oportunistas que han hecho de Miraflores una veta más pródiga que las de oro y diamantes de la Gran Sabana.

Hasta ahora la realidad nos ha indicado que el mejor asesor del Presidemente ha sido la fuerza de los hechos, la cual ha hecho, que cada vez que siente el frío del agua en el cuello, instintivamente adopte la posición que mejor le convenga. Hugo Chávez se convierte en el mayor autista en situaciones favorables, pero en las malas se torna en el manipulador más desvergonzado y generador de lástima. Y esto lo hace aunque parezca increíble, por si mismo.

El problema radica en que su pobre criterio y su alucinado juicio de la realidad lo sumerja en su fase autista en el momento menos oportuno y eso ya ha ocurrido en unas cuantas oportunidades. En las anteriores tenía a su alcance un mecanismo que le ayudaba a compensar sus errores: Mucho dinero para subyugar desde personas hasta gobiernos a través de la compra de conciencias, credibilidad entre los suyos y una imagen de inofensivo ratón con complejo de superioridad ante otros países. En la actualidad, el dinero se le está esfumando, ya ni sus más cercanos le creen una palabra y los demás países han creado conciencia sobre el verdadero peligro que encarna este loco. La situación casi se sale de las manos de sus manejadores ante su reacción por la acusación de Colombia ante la OEA.

Desde su estallido en cólera por la denuncia colombiana, sus cercanos palaciegos encendieron todas las alarmas y lograron evitar que diera la orden de mover batallones hacia la frontera o despegar aviones de inmediato. Lograron que no gritara más la palabra guerra y que permitiera que otros hablaran por él. Colombia lo tenía agarrado por donde más le dolía y solo horas después el hombre se lanzó a la lona y como se dice en el argot criollo, metió “la mocha” pero en retroceso. La conjunción de hechos: La presencia guerrillera desnudada en Venezuela, la situación interna del país en lo económico, lo social y lo político, más la cercanía de las elecciones parlamentarias lograron el milagro de que nuestro orate de turno en Miraflores se sentara a escuchar a sus asesores.

El hombre está empleándose a un tercio de su capacidad habitual en su particular forma de gobernar, se le ve comedido, adulante, tranquilo. Pero eso es solo temporal. Cuando vuelva a hacer erupción el espectáculo será fantástico, es posible que no tenga parangón en los 11 años de show al que ha acostumbrado a los venezolanos. Esperaremos hasta el 26 de septiembre. Solo después de ese día sabremos hasta donde retrocedió, pero “ojo”, después viene sin frenos, en bajada y con la dirección trancada.