Ramiro Valdés, el multiuso de Castro para Chávez.
La llegada del esbirro cubano Ramiro Valdés a Venezuela, despertó una oleada de suspicacias y los consecuentes comentarios de todos los sectores venezolanos o de casi todos los sectores, porque hay uno que con muy contadas excepciones, no ha abierto la boca para opinar, ni siquiera para respaldar la coartada públicamente argumentada por su jefe; el sector del chavismo.
Numerosas han sido las misiones que, sobre todo, la oposición venezolana le ha encomendado a Ramiro. Y digo que le ha encomendado, porque el gorila de Sabaneta en su inmensa ignorancia y tratando de emular a otro dictador más inteligente que él, nacido en la hacienda La Mulera del Distrito Capacho del Estado Táchira, en muchas oportunidades ha abrazado las ideas que la paranoia opositora ha lanzado al aire para atacarlo y que por cierto se han vuelto en su contra como un boomerang en manos de inexpertos.
A este espécimen cavernario de la obscuridad cubana, quien además de ser un carcamal no elegible para ser denominado como “de la tercera edad” y de ser ya víctima del calendario y de la senilidad, se le ha elevado a magnitudes las cuales está muy lejos de alcanzar.
Unos, atendiendo a sus antecedentes sanguinarios de los años 60 lo presentan como un represor, más que temible, temido, que comenzará a asesinar y a desaparecer a los líderes y no líderes de la oposición, colocando en las manos de este reptil antediluviano, las llaves de todas las cárceles, centros de detención y mazmorras del régimen chavista.
Otros lo venden como el Bill Gates cubano, exterminador de blogs, microblogs y de cualquier otro tipo de redes sociales. Hay quienes lo perciben como el superpolicía que desde una sala situacional estará vigilando a todos los venezolanos, tal vez a través del sistema “denunciado” por Pedro Carreño hace años como el espionaje por medio de Directv.
En fin, la imaginación de la oposición venezolana da para todo y frente a la llegada al país de este personaje, desbordó el límite de la ficción, para beneplácito de los chavistas y para angustia de la gran mayoría de los venezolanos, quienes ante los descarados embates mediáticos del gobierno y de guerra psicológica de los laboratorios de guerra sucia del chavismo, ya comienzan a perder la esperanza.
Voy a abrir un paréntesis para relatarles uno de los primeros trucos de la guerra psicológica que se aprende en las escuelas militares y que se practica a diario contra la inerme población venezolana.
En todas las escuelas militares, después de seleccionados los aspirantes a cadetes, se abre un período denominado Propedéutico, durante el cual a lo largo de unos tres meses se le prepara para convertirse en cadete el día de la ceremonia de “Investidura del Cadete”, después de la cual viene la esperada primera salida a la calle, para la cual se preparan y disputan la “posesión” del cadete, novias, amigas, amigos y familiares del pichón de Oficial. Todo el mundo sabe que dura tres meses, pero la tradición de la Escuela hace que los cadetes antiguos y algunos oficiales comiencen a “rodar bolas” y en las dos primeras semanas comienzan las especulaciones:
Un día, aparece el rumor de que el nuevo Director del instituto no está de acuerdo con que sean tres meses y que ha girado instrucciones para que se acorte en 6 semanas dicho período. De inmediato la noticia la saben los familiares, quienes se la transmiten a los de otros aspirantes y la buena nueva es casi oficial. Tal cual cadete antiguo que se atreve a decirles que tal rumor es falso, termina por ser visto como ave de mal agüero y como un envidioso porque cuando fue aspirante se tuvo que “calar” tres meses de propedéutico. Al final de la semana aparece un oficial que desmiente el rumor y al día siguiente, aparece una fila de 15 ó 20 aspirantes solicitando la baja de la Escuela.
La siguiente semana, comienza a esparcirse el rumor de que el Director molesto por la falsa expectativa de los aspirantes y sus familiares, ha decidido alargar el período cuatro semanas más y en castigo, para la siguiente semana ha ordenado programar un ejercicio en el terreno donde en vez de usar balas de fogueo o de salva, se van a usar cartuchos verdaderos, además que en vez de una granada lacrimógena por cadete se van a usar cinco y que las emboscadas se van a hacer en las peores condiciones para que los aspirantes tengan que tragarse todo el gas que les van a lanzar. El siguiente viernes, vuelve a aparecer la columna de desertores del cuerpo de aspirantes.
Un día, al final del primer mes, llegan los sastres del servicio de intendencia a tomarles las medidas de sus uniformes y se esparce el rumor de que este es el indicativo de que el comandante de la Guardia Nacional, quien es tio de la novia de uno aspirante, le ha ordenado al Director que tan pronto los uniformes estén listos programe y realice en breve al acto de investidura.
La alegría se hace presa de los aspirantes, quienes empiezan a pedirle a los familiares que les lleven guantes blancos de la mejor calidad y que se compren los trajes que lucirán el día de tan “importante” acto. La desesperanza cunde nuevamente entre los aspirantes, cuando han pasado dos semanas desde que se tomaron las medidas y todavía no ha aparecido en la “progresión semanal” (programa de actividades semanales) las prácticas del acto de entrega de dagas, entonces comienza a rodar el rumor de que existen problemas logísticos y que el servicio de intendencia va a tardar más de lo previsto para confeccionar los uniformes y que la investidura de cadete no tiene fecha de ejecución.
Resultado? Otra vez aparece la fila de aspirantes que ya no quieren continuar en el instituto.
Igualmente, durante dicho período propedéutico, generalmente los alféreces (Cadetes del último años), se encuentran fuera del instituto realizando curso de paracaidistas o de guerrillas. El rumor sobre su regreso es desalentador por las atrocidades que están acostumbrados a cometer, son perversos, arbitrarios, infligen castigos abominables y son constantes en aplicarlos, además no tienen más superiores arriba de ellos que los controlen y son los que mandan en la Escuela. A medida que se acerca la fecha de retorno, comienzan a aparecer de nuevo aspirantes temerosos que sienten que no van a resistir más de lo que ya han sufrido y otra vez, aparece la fila de muchachos vestidos de civil arrastrando por los pasillos, las pertenencias militares que van a devolver, las maletas con las prendas personales que con sacrificio algunos padres les tuvieron que comprar y con estos pesados bultos, sus esperanzas truncadas.
De la misma manera y siempre con los mismos resultados, se sigue experimentando con el refuerzo positivo y luego con el negativo, para que aquellos cuyo motivo de ingreso a la Escuela no es el vocacional y los más débiles e inseguros, abandonen el barco. Luego, al año siguiente, los “sobrevivientes” ya como cadetes antiguos, se prestan a esparcir las “bolas” que contribuirán a debilitar la fe y la esperanza de los nuevos aspirantes y algunos, condolidos de los pobres tontos, se atreven a tratar de evitarles caer en la trampa del “estira y encoge” psicológico al cual son sometidos a expensas de ser ignorados y hasta odiados por no ser portadores de las noticias que los aspirantes quieren escuchar.
Eso lo sabe Hugo Chávez y todos los que pasaron por un instituto militar, lo saben los psicólogos, los psiquiatras y todas las personas con experiencia en el trabajo social o conocedoras del comportamiento humano, lo saben también los cubanos, pero lo ignora la mayoría de los venezolanos.
Igual sucede con la llegada de Ramiro Valdés. Este episodio se une a la larga cadena de experimentos destinados a quebrantar la voluntad de los venezolanos y la leyenda urbana se inicia, como si no fuera suficiente con la enorme cantidad de compatriotas nuestros con quienes no se puede sostener una conversación telefónica donde se comience a hablar de Presidemente de nuestro país. En los pasillos de las Comandancias Generales, en el Ministerio de la Defensa y en todos lo cuarteles y dependencias del gobierno, todo el mundo calla o manda a callar a quien se atreva a criticar.
El chavismo está ganando la guerra psicológica contra los venezolanos. La voluntad de la mayoría está en peligro. Se han invertido los roles. Cuando en la IV República, (porque si estoy de acuerdo con que existió una IV, afirmo que existe una V y estoy seguro de que pronto vendrá una VI República que se levantará sobre los escombros de las dos anteriores) yo formaba parte de la Guardia Nacional, percibía como el gobierno le temía al pueblo y el pueblo sabía que tenía el poder de cambiar su forma de gobierno cuando le diera la gana y lo ejercía a través del voto y el voto surgía de la voluntad de hacer cambiar las cosas, voluntad la cual de no haber existido la vía electoral habría materializado otros caminos que afortunadamente nunca se dieron, siguiendo la más pura y fiel tradición democrática del país.
Hoy, el bizarro mundo chavista ha hecho, que sin que el gobierno deje de temerle al pueblo, el pueblo le teme al gobierno, le teme a sus emisarios, a sus esbirros, a sus habladores de paja y lo que es peor, ahora le tema a los cubanos. Si no como explican la leyenda urbana que va creciendo en torno al decrépito comandante que viene a “solucionar nuestra crisis eléctrica” y lo hemos convertido en el Robocop rojo. No importa a lo que haya venido, frente a él se debe erguir la voluntad férrea de los venezolanos. Que es capaz de parir esta mente subdesarrollada que nos sea capaz de crearla Diosdado Cabello o Tareck El Aissami. Esta leyenda urbana la atiza el gobierno y la oposición le hace el juego. Se le está metiendo miedo a la población para todo, para que no proteste, para que no vote, para que no critique. Ya basta de meterle miedo y de advertirle males que solo se cruzan por la mente de los chavistas porque la oposición los sugiere. Basta de crear armas para que nos las pongan por la cabeza.
Quienes deben estar preocupados por la presencia de Ramiro Valdés deben ser los chavistas. Ya el Presidemente les avisó: Nombró Vicepresidente a un socialista tartamudo pero creyente del socialismo, nombró Ministro de la Defensa a un tarado pero obediente hasta la orilla de la tumba, pero eso no es lo relevante. Lo importante del asunto es a quien no nombró en esos cargos y en otros cuyos relevos está realizando o por realizar.
Particularmente tengo mi teoría sobre la venida al país de Ramiro Valdés: El y su equipo vienen a relevar a alguien y no es a Antonio Ledezma ni a Marcel Granier, no es a Alberto Federico Ravel ni a Leopoldo Castillo, mucho menos a Martha Colomina o a Nitu Pérez, viene a relevar a quien le parezca más ineficiente a Chávez y me parece que es a Diosdado Cabello o a dejar sin trabajo de una vez por todas a los numerosos asesores del desquiciado zopilote de Sabaneta. La situación del país no está como para que Hugo Chávez vaya cinco veces al dia a Cuba a recibir consejos. Ese troglodita viene como pitcher relevista y como bateador designado, y los cambios no van a ser en el equipo de la oposición.