domingo, 21 de febrero de 2010

Las milicias campesinas

A quien engañan? Yo pienso que engaña a Esteban.

“El presidente Hugo Chávez llegó, en una caravana desde el Palacio de Miraflores, a bordo de un tractor, para conmemorar el 151 aniversario de la Guerra Federal y promulgar de la Ley del Consejo Federal de Gobierno”

Así lo reseñaba la mayoría de los titulares de prensa este día sábado 20 de febrero, cuando se referían al acto conmemorativo del 151 aniversario de la Guerra Federal y la “celebración” de la promulgación de la Ley del Consejo Federal de Gobierno en medio de un demostración del “poderío” de la Milicia Campesina Bolivariana. Bufa como fue tal celebración, lo fue el ingreso del loco suelto de Miraflores al pie de las escaleras de El Calvario. Realmente patética la imagen proyectada por los “feroces” milicianos, tanto que aun para quienes no simpatizamos con el régimen, que no podemos dejar de sentirnos avergonzados por el descarado uso de ancianas, ancianos, desamparados y humildes campesinos, con tantos fines al mismo tiempo.

El Presidemente los utiliza para enviar al mundo una patética señal de poder de la milicia presuntamente conformada por un millón de hombres y que en realidad no llega ni a los veinte mil en todo el país. No obstante, la distorsionada percepción de la realidad por parte del primer loco del país, con el perdón de los locos, le hace pensar que frente a él tiene los ejércitos del Tercer Reich en todo su apogeo durante la segunda guerra mundial, con el máximo poder de fuego, con el más óptimo entrenamiento y con la moral más elevada que combatiente alguno ha podido poseer. En su delirio, causado ya por su avanzado deterioro mental y cuidado si no por el consumo de cuanta basura le envía Evo Morales, además de la desmedida dependencia de sus brujos cubanos y de cuanta supersticioso se le acerca, no alcanza a descubrir el descarado engaño al que lo someten los subalternos que no paran de reir a sus espaldas cada vez que lo engañan.

Lo han hecho inaugurar obras de utilería compuestas por animales, equipos e instalaciones prestadas, en medio de aplausos de seres humanos alquilados y bostezos disimulados. Le han hecho dispendiar cuantiosas fortunas de las cuales solo unos cuantos bolívares devaluados han llegado a las manos de los verdaderos destinatarios. Con cada estrambótico acto aparece un nuevo rico en nuestro país o se inicia la meteórica carrera hacia la riqueza súbita de un chavista recién estrenado en el gobierno. Algunos han sido descubiertos y presentados al patíbulo de “El Supremo”, para recibir como severísimo castigo la destitución previa a un nuevo nombramiento. De tal manera que a los venezolanos los utilizan los subalternos de Chávez para enriquecerse a sus expensas y para divertirse a sus espaldas.

Los involucrados se dejan utilizar para lograr algunos mendrugos de comida, mal aguardiente y unos cuantos bolívares ya no tan fuertes. Lo hacen para lograr unas fotografías cerca de su líder y para pasar un día en la capital o para conocerla aquellos que nunca habían tenido tal oportunidad.

El meollo del asunto está en que estos actos no engañan a nadie con dos dedos de frente y que por el contrario solo levantan risas y burlas en unos y hasta compasión en otros. Risas por el papelón que hacen tanto organizadores como el tinglado de payasos que con su presencia avalan el acto. Compasión por los pobres tontos que por primera vez en su vida tienen cerca de si un funcionario de tan alta investidura y no se atreven a dudar del evento en cuestión y de las falsedades que les venden antes y durante el acto; después viene su desilusión.

Y como no sentir compasión por los primeros actores, quienes en su mayoría si creen en cuanta mentira les dice el zopilote sabanetero y en cuanta arenga repite desgañitándose de la emoción el remedo de Presidente que tenemos los venezolanos, si no deja de sorprendernos el aspecto que cada día presentan. Las temibles milicias solo están compuestas por personas carentes de comida, de dinero, de ilusiones, de diversión, de licor o de un segundo de fama o de gloria, mientras que contrario a la imagen que el gobierno pretender reflejar, lucen inermes, desentrenados, inseguros, inexpertos, temerosos y lo más importantes, indiferentes, perdidos y hasta sorprendidos.

Tal circo no engaña tampoco a ningún gobierno extranjero ni atemoriza a las Fuerzas Armadas de potencia alguna, ni a sus representantes diplomáticos en el país, mucho menos a sus servicios de inteligencia, quienes conocen a la perfección, no solo las capacidades y limitaciones de las Fuerzas Armadas venezolanas, sino las de nuestro pueblo.

Paradójicamente, los seguidores de Chávez escogieron las escalinatas de El Calvario como escenario de la última obra bufa del gobierno, lo cual no quiere que decir que la capacidad de hacer el ridículo se les haya agotado, como si presagiaran el calvario que se les viene encima y lo más asombroso de todo esto, es que el pichón de dictador que nos gobierna no se da cuenta de que sus seguidores lo presentan cada día más ridículo, poco creíble y en caída libre frente a sus pretensiones.

Entonces, a quien engaña el gobierno? Pues nada más y nada menos que a su propio jefe. La lista de las causas por las cuales lo engañan es bastante extensa. Simplemente lo engañan por las siguientes razones:

  1. Evitar sus regaños y no contradecirlo en sus locuras.
  2. Desviar la atención del Presidemente de los guisos de los que forman parte.
  3. Hacer dinero valiéndose se la ocasión.
  4. Ayudar a amigos, amantes y familiares con una entradita extra.
  5. Cuidar sus puestos y sus privilegios.
  6. Captar la atención de la oposición que sobredimensiona cada locura del jefe.
  7. Hacerse indispensables ante el zamuro sabanetero.
  8. Opacar iguales intentos de otros aduladores.
  9. Mantenerse en el poder todo el tiempo posible.
  10. Darle un respiro a su decadente revolución.
  11. Mantenerlo contento.


Paradójicamente, los seguidores de Chávez escogieron las escalinatas de El Calvario como escenario de la última obra bufa del gobierno, lo cual no quiere que decir que la capacidad de hacer el ridículo se les haya agotado, como si presagiaran el calvario que se les viene encima y lo más asombroso de todo esto, es que el pichón de dictador que nos gobierna no se da cuenta de que sus seguidores lo presentan cada día más ridículo, poco creíble y en caída libre frente a sus pretensiones.