Los caminos posibles de Chávez.
La presunta revolución del “Socialismo del Siglo XXI” en Venezuela fundamenta su existencia en un sueño imposible de Hugo Chávez, el de convertirse en una versión moderna de Simón Bolívar en América por vía de la usurpación de las oportunidades que nuestro ilustre prócer desestimó en su momento. Igualmente su proyecto se alimenta de varias fuentes de sostenimiento: la tozuda creencia de Hugo Chávez en la viabilidad de un modelo político agotado en el mundo, la idiosincrasia venezolana en la que sobresale la inversión de valores de nuestra sociedad, la inmensa renta petrolera del país y la desmedida apetencia de dinero y de poder sectores corruptos por tradición.
Cada uno de estos pilares que sostienen el adefesio chavista adolece de fallas que pueden hacer que en cualquier momento caiga estrepitosamente el experimento realizado por factores externos a nuestra cultura y a nuestras costumbres sociales y políticas, como via de penetración hacia el corazón del odiado imperio norteamericano.
Veamos en muy breves palabras como funciona internamente este monstruo del siglo XXI, basado en el intercambio político, militar, científico y religioso:
Intereses anti norteamericanos de todo el mundo, por razones políticas, militares, económicas, culturales y religiosas, encontraron en nuestro país el títere ideal para alcanzar sus respectivos objetivos.
En nuestra patria, un Teniente Coronel golpista, luego de que hiciera fallar el Golpe de Estado en el que se vio involucrado al tomar temporalmente el liderato de la asonada, solo para izar la bandera de la rendición, se dejó seducir por la idea de competir electoralmente contra una desgastada dirigencia política, gracias al apoyo de numerosos sectores y personajes cansados de la vieja política venezolana y se alzó con el poder por la vía de los votos. Un vez investido de Presidente, convocó a los sectores que podrían hacer posible la implementación de cambios trascendentales en todos los ámbitos de la vida nacional con la sola idea de afianzarse en el poder y de proyectar el trabajo de muchos como propio, para luego dejar en el camino a todos los que le ayudaron pensando que estaban cambiando el destino de la Patria.
Al asegurarse del control absoluto del país, se dedicó a buscar aliados internacionales tratando de ganar partido de las fortalezas de cada uno, con la intención de acumular poder, voz y voto en el escenario internacional y esta vez se volvió a dejar seducir por la idea convertirse en líder internacional a cambio de someter a su país a la tiranía de extranjeros con intereses muy distintos a los de la mayoría de los venezolanos, surgiendo entonces pactos públicos y secretos con la crema y nata del terrorismo, el radicalismo islámico, el autoritarismo y cuanta corriente asiática, europea y medio oriental le pareciera favorable en su fingida lucha contra el imperio, ojo, el cual no es su objetivo. Su objetivo es evitar que el gobierno norteamericano interfiera con sus planes en cuanto a América Latina, la cual si representa su verdadera meta.
En lo anterior radica el doble juego del Presidemente venezolano, porque ya es “Vox Populi”que el hombre está loco de remate; se comprometió con las fuerzas de la obscuridad para convertir a Venezuela en una plataforma contra los Estados Unidos y le quiten de encima al único gobierno que puede interferir en sus planes de aprovecharse de las oportunidades a las que renunció Simón Bolívar en América Latina, pensando que el peso de las consecuencias le podría resultar manejable una vez que sus aliados hayan cumplido con sus propósitos. Tremendo error de cálculo, como lo ha sido toda su vida, el de este Teniente Coronel reprobado en su Curso de Estado Mayor. En el caso negado de que la influencia de los Estados Unidos sea reducida a cero en Latinoamérica, estas tierras no serán para Hugo Chávez, sino de sus socios rusos, chinos, iraníes, bielorusos, terroristas, fundamentalistas, etc.
Pero entre este tétrico futuro hipotético, se interpone un período de dos años y dos eventos electorales, los cuales pueden marcar la diferencia entre la barbarie y la pacífica convivencia de los países que conformamos la América Latina. De allí que el interés del Presidemente en que los venezolanos que vayan a votar en su contra no lo hagan y para lograrlo apelará a todas las armas que ya le conocemos, desde su directa amenaza, hasta la labor de desincentivación para que la gente no cumpla con su deber y con su derecho ciudadano de ejercer el voto. Apelará al truco del fantasma de la guerra con Colombia, el cual ya ensayó con adversos resultados, se cobijará en los ataques magnicidas de los paramilitares colombianos, chillará por la vinculación de cualquiera de sus opositores con la CIA, en fin, someterá a todos los venezolanos sin excepción al más despiadado ataque mediático jamás lanzado sobre los habitantes de una nación, sin importar si son opositores o aliados, trabajará incansablemente para incrementar la paranoia, el odio, la separación de las familias, la violencia política; arreciará el verbo anticolombiano y antinorteamericano, mandará a encender los Sukhois tres veces al día, despedirá en los puertos a los marinos, insultará a Uribe, aumentará el pago a personas para que propaguen desalentadoras noticias sobre un fraude imposible de revertir y me quedo corto, pero no vale la pena continuar gastando tiempo en enumerar el sinnúmero de artificios a los que recurrirá con la sola intención de que menos personas voten en su contra.
Como dije antes, forma parte de las bases de ese monstruo deforme ideológico-político la necia fe de Hugo Chávez en el proyecto socialista y más que fe en el proyecto, la creencia de que los dólares de la renta petrolera lo harán sostenible, con lo cual lo está condenando desde ya al fracaso: En la medida en que la dependencia del petróleo descienda, así se esfumarán los sueños de Chávez de hacer viable el socialismo en América, y eso lo sabe, se lo han dicho, de allí que en sus sueños de suplantar a Simón Bolívar, esta barrera preferiría enfrentarla lo más lejos posible en el tiempo, como si fuera dueño del tiempo, pero la realidad es que es él quien tiene que apurar el paso, no vaya a ser que un día despierte y los únicos clientes para su petróleo sean aquellos países pobres que no tienen con que pagarle, mientras que por otra parte, la sobre oferta petrolera hará que los precios del petróleo no lleguen más arriba del nudo de las trenzas de sus botas militares.
La otra fuente que da vida a esta aberración es la idiosincrasia venezolana, a la que debería calificársele de “Indiosincracia” por la propensión a la limosna, al facilismo, a la producción del dinero de la manera más fácil y sin importar su procedencia, al mesianismo, a la irresponsabilidad, la indiferencia, la viveza, la corrupción y la individualidad egoísta y destructiva. Nuestra manera tan particular de ser y de comportarnos, en el más sano de los casos, nos convierte en bondadosos, tendentes a olvidar los agravios, caritativos, alegres, gentiles; precisamente como no hay que ser frente a la caterva de delincuentes que nos gobiernan. Esta es la principal de las fuentes citadas que soportan el proyecto de Hugo Chávez y de su equipo de asesores con el poder de la implementación de sub proyectos aún cuando no los ha entendido el jefe. El gobierno se aprovecha de las características socio-culturales de los venezolanos, de su falta de educación, de su pobreza, de su pacifismo y sobre todo de su inmensa capacidad para perdonar. El vio a los venezolanos aguantar 40 años si no de retroceso, de estancamiento de la calidad de vida de los estoicos venezolanos durante los anteriores gobiernos, así que decidió mejorarlos, sacando del estancamiento al país para catapultarlo en retroceso. Se aprovechó de la inversión de valores que vivía nuestra sociedad y en vez de luchar para sembrar nuevos valores, potenció lo ya existentes. De allí que sobre ese confortable colchón de pasividad en el que se constituyeron los venezolanos, descansa el peor proyecto que se ha diseñado contra nuestra Nación, sin caer en cuenta que al hacerlos más dependientes de su dinero y de sus dádivas, olvidaba que parte de nuestras costumbres es el apego a los derechos adquiridos, los cuales de la legislación pasaron al dominio público y allí radica otra debilidad de su mal calculado proyecto.
El tema de la inmensa renta petrolera es un arma de doble filo, la cual se desliza en el tiempo en una carrera contra la dependencia del petróleo por parte de los países desarrollados y el juego de intereses internacionales. Así como la disminución de la renta por concepto de petróleo debido a la aparición de nuevas fuentes de energía alterna puede traerle muchas desilusiones a Chávez, también puede actuar contra los venezolanos al dejar de ser Venezuela país de interés gracias a su producción petrolera o a sus reservas, lo cual nos dejaría plantados con un dictador pobre a quien a ningún país le importaría que ocurra dentro de nuestras fronteras. A Hugo Chávez, quien está consciente de este peligro, le conviene hacerse dictador pero no pobre. Su destino y el de su proyecto está escrito junto con el del país. Antes de que llegue el 2021, Venezuela va a ser un país pobre gracias a Chávez, con él y sin él; la diferencia está en que si pasa del 2012 en el poder, nuestra pobreza será mayor y nuestras calamidades serán superiores.
La última y principal fuente de poder del Socialismo del Siglo XXI es la corrupción. En este punto, la relación simbiótica gobierno-corruptos es la base fundamental de la gestión de Hugo Chávez, pues le permite controlar los hilos del poder en base a vínculos económicos, que de descubrirse tienen la particularidad de que el gobierno se reserva su acordada facultad de lavarse las manos y que cada quien se defienda como pueda. Así actúan las mafias que utilizan el sistema de compartimientos estancos.
Ante la podredumbre del proyecto chavista, que como bien lo dice su nombre, después de 11 años y de 50 si es necesario, no pasa de ser un proyecto inacabado y estéril, Hugo Chávez está claro. Sus pies son de barro y ya el agua se está rebosando. Ha llevado a todo el mundo a su máximo permitido, a las naciones y a las personas, el medio oriente queda muy lejos y el costo de su revolución es demasiado para PDVSA y para el país. De allí su desesperación por ganar los dos procesos que se avecinan y la clave de su éxito está en los venezolanos: La meta no debe ser ganarle a Hugo Chávez, la meta es hacer que el 85% de los venezolanos voten, la caída de Chávez está detrás de ese 85%.