… Su voz acusadora truena: Un canalla traiciona a Venezuela.
Cuando era niño y caía en mis manos un texto de Historia Venezolana, me sumergía de inmediato en su lectura en la búsqueda de hechos heroicos y detalles de las batallas en las que tantos venezolanos rindieron sus vidas para independizar nuestro país de la influencia española. Mi búsqueda se ampliaba al escudriñamiento entre su líneas, de los perfiles de aquellos hombres, cuyo ejemplo parecía en aquellos años de niñez y luego de adolescencia, muy difícil de seguir, no tanto por las circunstancias tan disímiles de las épocas en que aquellos hechos sucedieron y la mía, sino por el desprendimiento de aquellos seres, para quienes no existían familias, bienes ni otra prioridad que no fuera conducir hombres o seguir líderes hacia la batalla, donde quiera que esta fuera a desarrollarse.
Me fascinaba leer sobre todo cuanto texto se refiriera a nuestro Libertador Simón Bolívar tratando de saber cada vez más sobre esta figura tan admirable. La mayor emoción de mi vida, fue cuando a la edad de cuatro años, mis padres, aprovechando una corta estadía en Caracas, me llevaron al Panteón Nacional, donde pude ver el sarcófago en el que se encontraban los restos del Genio de América y más tarde me llevaron a la Casa Natal, en donde pude ver algunas de sus prendas y objetos que le pertenecieron. Cuando volví a mi pueblo natal y me inscribieron en una escuelita rural, mis compañeros jamás me creyeron que yo había estado allí y preferí no seguir despertando sus burlas.
A medida que leía y crecía, mi admiración continuaba en aumento y cuando tuve la oportunidad de conocer al Doctor José Luis Salcedo Bastardo, una joya de profesor de Cátedra Bolivariana de la EFOFAC, de cuya boca fluían raudales de historia, El Libertador me pareció más cercano, más humano y más grande. Todos los cadetes que tuvimos el privilegio de conocer a éste y a otros insignes profesores, todos de primera línea, modestos en su trato y en sus modos, de alguna forma recibimos de ellos la influencia de Simón Bolívar. Por ejemplo, en las clase de Expresión Escrita, el profesor Fidel Orozco, se detenía unos instantes frente al pizarrón y escribía una frase de El Libertador, frase que nos leía con su voz ronca y profunda antes de comenzar su clase del día.
Lo mismo ocurría en las otras escuelas militares, donde el culto a Bolívar se respiraba en todos los rincones y pasillos. Nuestro actual Presidente, como todos los cadetes de la Academia Militar, en medio de la emboscada que fue su vida, en algún momento debió admirar a Simón Bolívar y seguramente que en su desordenada memoria, comenzó a almacenar las frases de nuestro libertador que hoy repite, cuando haciendo uso desvergonzado de sus palabras, las inserta en medio de sus mentiras para sacar de ellas el más pestilente provecho político.
Es posible que las frases que Simón Bolívar pronunciara y escribiera frente a sus circunstancias y que la historia recogió para la posteridad, tengan significados diametralmente opuestos para personas como Hugo Chávez y para el resto del mundo. Todos los parámetros que enmarcan el recto proceder político de cualquier funcionario, fueron claramente definidos por el pensamiento bolivariano y convertidos en paradigma para cualquier venezolano en el desarrollo de la función pública, desde la más modesta, hasta la de Presidente de la República. La vigencia de Simón Bolívar es en Venezuela cada vez mayor, pues mientras más se aleja su gobierno de los preceptos morales, legales e institucionales, la voz del Libertador parece escucharse con más fuerza reclamando la vuelta al cauce original de la cordura y de la razón.
Las frases que tantos cuarteles albergaron en sus paredes, al parecer solo fueron un adorno del comandante de turno, tanto, que las Fuerzas Armadas venezolanas son ahora solo el cascarón de una institución, sin valores y sin principios; El socialismo del siglo XXI ha expulsado de las Alma Mater de a Simón Bolívar y el “Socialismo, Patria o Muerte” está borrando nuestra historia y terminará arrancando sin piedad nuestra raíces. Pero mientras existan venezolanos que hayan amado al Padre de La Patria, su voz se seguirá oyendo en este país bendito, no importa que el venezolano que debe dar el ejemplo a los demás siga actuando en la dirección contraria a la que señalaron nuestros próceres.
El gobierno de Hugo Chávez se ha puesto de espaldas a las más nobles de nuestras tradiciones y se ha transformado en la antítesis de Simón Bolívar, quien de vivir en nuestros días, no vacilaría en repetir de nuevo su juramento del Monte Sacro: “Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi brazo, hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos”. Alrededor del cuello de los venezolanos, comienzan a oprimir nuevas cadenas por la voluntad de nuevos poderosos. Legiones de extranjeros se están instalando en nuestra Patria solo esperando el momento oportuno para ultrajarla, aprovechando para ello la división que ha sembrado entre los venezolanos el Maquiavelo de Sabaneta, donde la ignorancia de una buena parte de nuestra población se contrapone a la debilidad y a la indiferencia de la otra, como para darle una vez más la razón a Bolívar cuando afirmaba: "Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad" y más aún cuando sentenció: "Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción"
En la casa de las leyes, ahora casa de los caprichos legislativos, la bochornosa conducta de nuestros diputados, son la moderna justificación para que desde los confines de la historia Bolívar nos recuerde: "Los legisladores necesitan ciertamente una escuela de moral."
La etapa por la que transita la vida de la Nación es la más delicada que le ha debido vivir la República. Nunca corrió tanto peligro la tranquilidad de Venezuela ni jamás representó una amenaza tan grande para el resto de Latinoamérica como hoy. Bajo ninguna dictadura los países hermanos debieron temer de las intenciones de nuestro gobierno y ahora, en las manos del mayor irresponsable de todas las épocas se encuentra la paz y la tranquilidad del país con la mayor tradición democrática de América Latina. Si el Libertador Simón Bolívar con su extraordinaria capacidad premonitoria hubiera avizorado el triste destino de su Patria, tal vez frente a las puertas del sepulcro no hubiera aliviado su tránsito hacia la otra vida expresando en medio de su última proclama "Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno, para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al Cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales."
Indudablemente que los venezolanos estamos a punto de ser apartados del destino que soñaron nuestros libertadores y del derrotero que visualizó nuestro libertador Simón Bolívar, pero entre el final que nos tiene deparado el canalla que a diario traiciona a Venezuela y el que merecemos como hijos de la Patria de Bolívar, la voz nuestro Libertador nos sigue dando consejo y esperanza, pero tenemos que luchar: "Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos."