Es inherente al ser humano la búsqueda de la verdad.
La principal razón por la cual decidí arriesgar todo cuanto poseía, mi exitosa carrera dentro de la Fuerzas Armadas venezolanas, mi seguridad personal y hasta mi vida, fue el conocer de primera mano, que los asesinos de decenas, tal vez cientos de mis compañeros de armas, estaban en vías de convertirse en protegidos del gobierno de Hugo Chávez.
Por mandato de este revolucionario de pacotilla, los guerrilleros de las FARC y del ELN, organizaciones autoras de los más atroces crímenes contra militares y civiles en la zona fronteriza y aún dentro de nuestro país, comenzaron a recibir apoyo en vez de rechazo de parte de las instituciones creadas para defender nuestra Soberanía, los principios democráticos, la Constitución y las Leyes de la República, con la finalidad, no solo protegerlos, sino de servirles como una gigantesca incubadora de la más oprobiosa y repugnante creación política del siglo XXI, de la cual saldrían los engendros sembradores de la miseria, el dolor y la maldad en toda Latinoamérica, para pesar de sus habitantes y culturas.
Para colmo, en la perversa mente del Presidemente de los venezolanos, hervía la repugnante idea de complementar su propia guerrilla venezolana, a la que se le bautizó como las FBL o Frente Bolivariano de Liberación, con los contingentes guerrilleros del ELN y de las FARC responsables de la muerte del Capitán Ernesto Baez González y 9 Guardias Nacionales el 13 de junio de 1987 en la Sierra de Perijá, de 8 Infantes de Marina el 26 de febrero de 1995 en el puesto fluvial fronterizo de Cararabo, 3 Guardias Nacionales en las cercanías de San Antonio del Táchira el 18 de diciembre de 2004, de un Sub Oficial de la Armada, durante el asalto a la draga Río Apure el 15 de marzo de 1988, de la emboscada a un jeep de la Guardia Nacional en El Cutufí, donde fallecieron cinco guardias en el año 1989, 1 Guardia Nacional durante el ataque al mismo puesto de El Cutufí en septiembre de 1983, 1 Sub Oficial, 4 Infantes de Marina y una ingeniero de PDVSA, el 17 de septiembre de 2004, en “Mata e´ Caña”, municipio Páez del estado Apure.
No conforme con eso, les dio poder a los responsables del inútil derramamiento de sangre de los años 60 en nuestro país. Olvidados quedaron lo tristes sucesos del fusilamiento de los Guardias Nacionales del “Tren de El Encanto”, el desembarco de Machurucuto, las matanzas de soldados leales a la Constitución Nacional durante los sucesos de El Porteñazo y El Carupanazo, las emboscadas de El Cepo, El Tomate, el hato El Terror, la curva de La Horqueta, la de “Orígen y Destino” donde murió el subteniente Verde Graterol, hermano del General de División Chavista Nelson Benito Verde Graterol y La Batea. Atrás quedaron inclusive sus propios muertos durante el desarrollo de tantos intentos infructuosos por destruir el sistema democrático venezolano, como El Barcelonazo y las emboscadas realizadas contra miembros de las Fuerzas Armadas.
Tanto la recordatoria de estos atentados contra las Fuerzas Armadas y mi país, así como la investigación sobre tales hechos, me hacen sentir cada día más la certeza de que todo este concierto de delincuentes que se han apoderado del poder en nuestra Patria y de sus instituciones, ya llegaron al punto del camino donde comienza su retorno a las cloacas de donde no debieron salir jamás.
La situación está cambiando, ahora el chavismo es más; Si, cada día es más amorfo, más evidente su podredumbre, más inviable y sus líderes han iniciado un lento pero sostenido avance hacia los tribunales que los juzgarán por sus desmanes, incluido el máximo líder de la banda. Lo único que les quedaba era dinero y ya se le está agotando luego de tanto despilfarro. Poco a poco las aguas están volviendo a su cauce. No será como se lo imaginan muchos venezolanos. Los efectos de 11 años de poder pervertido no se revertirán de la noche a la mañana, para que la pesadilla termine de esfumarse, una vez que pierdan el poder que los mismos venezolanos les otorgamos, pasarán al menos unos 20 años de camino tortuoso y peligroso para la República, con muchos intentos de reinstauración de la locura socialista a los que venezolanos unidos devolveremos su consigna de “no volverán”.
Cuando Chávez y sus secuaces vayan a parar con todos sus huesos a la cárcel, lo próximo que se esfumará de la mente de los venezolanos será su recuerdo y no será sino a través de los textos de historia que lo conocerán las generaciones del futuro, como uno de los arquetipos del lado obscuro de nuestra nacionalidad y como el último explotador de las miserias humana en Venezuela.