Quienes reafirmamos nuestra vocación en las Escuelas Militares nunca dejaremos de ser militares.
Hace unos cuantos días, en mi habitual paseo por Internet, tuve la oportunidad de ver un video alusivo al Bicentenario del Ejército de Colombia y no puedo negar que además de la emoción que me produjo ver tal video, sentí en el fondo un sentimiento de sana envidia y una inmensa lástima por mis Fuerzas Armadas venezolanas, esas que poco a poco, tal como han ido cambiando de nombre y de uniformes, se han ido transformando en la guardia personal de un delincuente y tanto en instrumento del régimen para tratar de atemorizar a la disidencia en el país, como espantapájaros frente a países hermanos cada vez que se le ocurre llenarse la boca con la palabra guerra.
Que lástima tan profunda inspira lo que queda de nuestras dignas Fuerzas Armadas. Lo que los gobiernos anteriores no pudieron destruir, la dignidad que no pudo ser mancillada por más que lo intentaron y el honor que nunca pudo ser doblegado, han sido entregados en estado moribundo y en bandeja de plata al aprendiz de dictador sabanetero, por remedo de militares, traidores con sus hombros llenos de soles y estrellas mal ganadas, manchadas por la corrupción, la codicia, el delito y la cobardía.
Los valores institucionales han sido profanados por manos enguantadas de rojo, la noble tradición ha sido ridiculizada a más no poder, en medio de una comparsa hedionda a proselitismo político, derrochadora del dinero de los venezolanos y uniformada sin reglamento alguno de por medio, mientras que el primer responsable de tan bufo carnaval, el tirano de Venezuela, lucía un cantinflérico uniforme, diseñado por sabrá Dios que repugnante adulador anónimo.
Mientras tanto, en la zona fronteriza con Colombia, nuestros soldados y guardias nacionales, se las tienen que ingeniar para mandar a hacer sus uniformes con civiles porque las dotaciones nunca llegan, a menos que se trate de un nuevo uniforme ideado para llenar de dinero a fabricantes e intermediarios. El negocio de la confección de uniformes en Venezuela está floreciendo y en las tiendas de prendas militares de los Estados Unidos, se agotan las dotaciones de botas entre las tallas 71/2 a 91/2 (38 a 41). En las Escuelas Militares, los familiares gastan importantes sumas de dinero comprándoles a los cadetes guantes, hebillas, correajes y hasta implementos para las maniobras, como brujulas y sistemas de posición en tierra (GPS). Los servicios de intendencia (fábricas militares de uniformes y otras prendas para cada Fuerza) están quebrados.
Los antiguos vendedores de franelas rojas, ahora se apoderaron del negocio de los uniformes militares que seguirán cambiando, mientras tanto el dinero pagado por la materia prima se queda en dólares en el exterior, en donde se le da el debido uso en lucrativas inversiones o la compra de lujosas casas, botes, yates, lanchas, autos y hasta aviones en el odiado imperio.
La farsa chavista no tiene límite, escrúpulos, ni sentido del ridículo. Es cierto que el gobierno ha “adquerido” sistemas de armas en cantidades que sobrepasan las capacidades de uso de nuestras Fuerzas Armadas, pero los sistemas logísticos de apoyo se han quedado atrás por un gran trecho. Nuestros soldados en la frontera no se pueden comparar a las fuerzas en pie colombianas. Estas nos aventajan en moral e incentivo, en entrenamiento, en experiencia de combate, en equipamiento individual, en comunicaciones, en equipamiento para el combate nocturno (visión y escucha), en apoyo de contramedidas electrónicas y en técnicas de combate. Cada unidad táctica colombiana movilizada posee características de unidades élite, mientras que nuestros pobres reclutas solo tienen un fusil, municiones y una cantimplora, cero o muy mal entrenamiento, no pueden ver más allá de su nariz durante la noche ni oir más que los grillos y pájaros a su alrededor, su moral está baja por sentirse abandonados a su suerte, los únicos tiros que han oído son los suyos durante las pocas prácticas a las que han asistido, en vez de radios usan sus teléfonos celulares para comunicarse, una vez en el terreno no tienen como alimentarse y todavía siguen usando las tácticas de combate usadas durante los años 60.
Los comandos logísticos están en el piso. Durante el movimiento de los 10 batallones ordenado hace un par de años hacia la frontera con Colombia, el papelón fue descomunal. Solo se lograron mover con alguna dificultad 2 batallones y el apresto de los demás no permitió que se desplegaran. No habían autobuses ni camiones militares para apoyar tan “gigantesca” movilización, la cual para nuestras desprevenidas, desentrenadas y desmotivadas fuerzas era demasiado. Las consultas médicas se quintuplicaron, los accidentes se duplicaron, las bajas médicas sobrepasaron en una semana las cantidades acumuladas por las unidades involucradas en 3 meses y aunque no lo crean, se produjeron incontables solicitudes de permiso para despedirse de novias y familiares, lo que motivo a la negativa generalizada de los comandantes para evitar las deserciones. A nivel de oficiales, aunque a mucha menor escala, la situación fue la misma. La cara de sorpresa del Ministro de la Defensa ante tan sorpresiva e irracional orden, produjo un alud de comentarios adversos, sobre todo en el seno del Ejército. El gobierno, en su desenfrenada fiebre mediática no se atrevió ni siquiera a tratar de cubrir “la avanzada invencible” de sus fuerzas y los medios no supeditados a los mandatos del régimen tuvieron muy poco que cubrir, como lo fue algunos movimientos de blindados, cuya ubicación original era bastante cercana a la frontera, todo esto sin contar, que los escasos movimientos detectados entre nuestras fuerzas se circunscribieron a unidades fronterizas y nunca en vías de aproximación vinculadas a los planes de operaciones existentes.
La paradoja armamentista chavista se ve entonces representada por una inmensa cantidad de gasto en sistemas de armas, aunque con un alto poder destructivo, de dudoso grado de actualización y carente del soporte logístico que asegure su operatividad hasta en un corto plazo. Existe información no confirmada, sobre el primer lotes de Sukhois comprados a Rusia, los cuales supuestamente eran usados, inicialmente por la propia aviación Rusa y luego por la China, país que los devolvió a los rusos precisamente porque los había adquirido como nuevos. Entonces, apareció Venezuela con su ejército de negociantes y luego de algunas "gordas comisiones", el tiempo y el uso desaparecieron, para que los Sukhois volvieran a ser "nuevecitos". A todo lo anterior, se une el problema del entrenamiento y la proeficiencia de los operadores aéreos y terrestres, lo cual nos hace sospechar que en un futuro próximo, ante la debilidad creciente de nuestras Fuerzas Armadas, que apunta hacia su desaparición, podrían ser reemplazados por extranjeros largamente familiarizados con los equipos del bloque armamentista oriental, como los cubanos, iraníes, afganos, irakíes, jordanos, etc.
Con todo este bagaje de conocimientos sobre la real situación de nuestras Fuerzas Armadas y las verdaderas intenciones del régimen, no me queda sino sentirme inmensamente triste por el inmerecido fin que el chavismo le depara a un gran ejército hoy representado por los componentes Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional de Venezuela, que si bien desapareció y reapareció a través de los tiempos, sigue siendo el heredero del glorioso Ejército Libertador de nuestra patria, hoy sumido en la indignidad y en la pobreza de espíritu y de valor, gracias a la traición de uno de sus hijos y más aun, me llena de rabia y de dolor, el ver que en otros países, aún en aquellos bajo el control de los socios de Chávez, la dignidad y el honor reboza a través de las expresiones de sus jefes y de sus tropas. No me queda duda, que en un enfrentamiento bélico con cualquiera de estos países, el nuestro quedaría irremediablemente derrotado en nuestro propio territorio, porque lo único capaz de trascender de nuestras propias fronteras sería el arma aérea, la cual causaría serios destrozos a la infraestructura de cualquier vecino, pero hasta ahí. Los pocos hombres que la orden insensata hicieran pisar territorio extranjero, los recibiremos de vuelta enfundados en bolsas negras, para que el régimen, en medio de ascensos y condecoraciones postmortem, promesas a sus familiares y duelo nacional, sobre horror de sus cadáveres y el dolor de sus familias, arme la parranda mediática y política a su favor aprendida durante los casi 12 años de infecundo e infortunado gobierno.