martes, 8 de septiembre de 2009

Venezuela no terminará como Cuba

Me temo, que si en Venezuela el rumbo de los acontecimientos no cambia, tendremos una réplica de Corea del Norte en Latinoamérica.

Tal como ocurriera con Alemania, al final de la segunda guerra mundial, debido a la rendición japonesa, la península de Corea que estaba ocupada por éstos, fue dividida en dos partes por una línea divisoria convencional entre las “Zonas de Ocupación” de Rusia y los Estados Unidos, el paralelo 38, situación la cual se mantuvo sin cambios desde 1945 hasta 1948, cuando se da inicio a un proceso tendente a la unificación de ambas zonas mediante elecciones, el cual fracasa, dando origen a la creación de dos repúblicas en los respectivos territorios. Al sur, la República de Corea del Sur, cuyo primer presidente fue Syngman Rhee y al norte del paralelo 38, la República Popular de Corea del Norte con con Kim il Sung (Padre del actual dictador norcoreano conocido por su nombre coreano Kim Jong-il, ya que su verdadero nombre es Yuri Irsenovich Kim) elegido como primer ministro. A raíz de la creación de las nuevas repúblicas, las tropas rusas y las norteamericanas se retiran pero mantienen su tutelaje sobre ambos gobiernos. En 1950, Corea del Norte invade a Corea del Sur, dándose origen a la “Guerra de Corea”, donde la ONU interviene militarmente con Estados Unidos a la cabeza de 14 países mas y que luego de la firma del Armisticio de Panmunjon, finaliza en 1953, continuando los territorios de las dos naciones separados como al principio por el paralelo 38.

Al morir Kim il Sung en 1994, se abre paso políticamente su hijo Kim Jong-il, quien desde 1997 no gobierna, sino que “oprime” a su antojo al pobre pueblo coreano, el cual vive en condiciones casi medioevales, persuadido de que su situación nunca cambiará. Kim Jong-il, sigue siendo el hijo de Dios para sus seguidores que solo conocen el sistema anacrónico que ha construido a su alrededor y utiliza los medios de comunicación para llevar al plano terrenal sus poderes divinos: Si él en cualquier alocución a sus súbditos se exaspera y grita, ese día hay tormentas, ha escrito tantas obras que suma más horas escribiendo sin parar, que las horas ha vivido, a pesar que Corea del Norte solo tiene un 18% de su superficie de tierras cultivables, el líder ha convertido todo el país en un edén, es un super atleta, es productor cinematográfico, le indica a las industrias la receta de sus productos, para la protección y la eterna felicidad de su pueblo, ha armado un ejército “invencible” y así, tal como en un cuento de hadas, un país entero vive manipulado mediante el control de la mente de su gente y aquella parte que no lo sea, es sometida por la fuerza, a la paupérrima vida de las cárceles, en campos de concentración que semejan ciudades. Mientras el pueblo es supremamente pobre, Kim Jong-il es inmensamente rico, cada cumpleaños es celebrado “nacionalmente” y en la capital se organiza una parada y un desfile donde han participado hasta 3 millones de personas, más o menos la sexta parte de los ciudadanos que no están presos en un país de 23 millones. La gran mayoría de la población no posee vehículos que conducir por la enorme red vial de las principales ciudades, los hospitales no cuentan con antibióticos ni anestesia y la represión ex extremadamente brutal en el caso que algún ciudadano valiente se atreva a protestar en algún sentido.

La historia de Corea en los términos antes citados, guarda ciertas similitudes con la venezolana, cuando a raíz de la disolución de la Gran Colombia, Venezuela y Colombia se convierten en dos países distintos y como en la actualidad cada una de ellas se comienza a alinear con los otrora tutores de Corea del Norte y del Sur, ya no en esos términos, pero si en la forma de dependencia tecnológica y militar. Lo único que nos falta para que tales coincidencias comiencen a definir un rasgo común, es la ocurrencia de una guerra.

Pero da la casualidad que tenemos un líder, que tal como el padre de Kim Jong-il está ávido por crear un conflicto con nuestro hermano país.