domingo, 8 de marzo de 2009

Eduardo Samán: Héroe de la batalla "Areperas del Medio"

Surge un nuevo paladín de la Revolución Bolivariana.

Desde la época de vigencia adeco-copeyana, nuestro maltrecho país ha sido víctima de los oportunistas de oficio, quienes como producto de reuniones y recomendaciones accedían a cargos públicos con el objetivo de enriquecerse en vez de cumplir con una función pública eficiente.

Para lograr sus objetivos, estos “trepadores públicos”, sobre todo los de alto vuelo, se aprovechaban de las debilidades de personajes en niveles superiores del gobierno, para lograr la figuración necesaria para hacerse acreedores al codiciado puesto. Las armas favoritas eran la adulación, el desprestigio de su posibles rivales, el incondicional apoyo político, la entrega de sobornos, etc. Raramente se veía a uno de estos especímenes haciendo acopio de virtudes para impresionar a los elementos con poder de decisión sobre su futuro, porque podría resultar contradictorio, por representar un peligro inclusive para quienes iban a “darle de comer”. Igualmente, escasamente en el curriculum del postulante o aspirante al cargo, aparecía la defensa del pueblo o de los derechos humanos, o alguna misión divina con fines altruistas, como el objetivo perseguido con el cargo en cuestión. No había enemigo que combatir, adecos y copeyanos eran cuasi hermanos, los políticos con tendencias izquierdistas se quedaron atrapados en el romanticismo y los guerrilleros se habían transformado en políticos y habían decidido dejar de llevar plomo por andar en los montes tratando de “libertar” a quienes decían, “con AD se vive mejor” o “Caldera me arregló la casita”.
En la nueva Venezuela, porque indudablemente, la República Bolivariana de Venezuela es otra república en la forma, pero no en el fondo, existen igualmente trepadores públicos, quienes tienen a su disposición una mayor variedad de recursos para convencer a los niveles con poder de decisión para “darles un carguito”. Actualmente existen miles de peligros para la Revolución y para su comandante: La CIA, la burguesía, la oligarquía, la contra revolución, los escuálidos, el magnicidio, el imperio, los golpistas, los latifundistas y ahora, ante la falta de accionar de estas amenazas, las areperas, las arroceras, y los “cómicos”, nueva causa de expropiación.

En este escenario, llama la atención la aparición de un nuevo personaje, aparentemente, bien formado en el ámbito académico, profesor universitario y de fluida expresión verbal, aunque con una dicción y tono intermedio entre Fidel Castro y Rafael Ramírez y claramente marcado por el sesgo revolucionario a la moda Lina Ron o Valentín Santana.

Este personaje emergido de una larga lucha en las filas de la revolución bolivariana, de la cual casi sale en el año 2003 cuando fue destituido del Servicio Autónomo para la Propiedad Intelectual (SAPI), aparece de lleno ejerciendo influencia como en el Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (INDEPABIS), luego de una pasantía re-introductoria a la revolución en el Servicio Autónomo Nacional de Normalización, Calidad, Metrología y Reglamentos Técnicos (SENCAMER). Actualmente, ha “coronado” sus esfuerzos al ser nombrado hace pocos días, Ministro de Comercio, gracias a su incesante repetición de “frases cohete”, que al fin llamaron la atención del líder de la revolución.

Asiduo a cuanto medio de televisión o radio se prestase a la propagación de sus frases pro defensa de la revolución o mejor dicho, pro defensa de sus objetivos, Aporrea.com, Venezolana de Televisión, etc. Saman, presa del síndrome “Di Martino” lanzó a las ondas hertzianas comentarios como “estamos frente a un nuevo golpe de Estado en cámara lenta”, “Estamos frente a una conspiración, que genera problemas de abastecimiento y desarrolla una campaña mediática para generar compras nerviosas”, “No hay escasez, sino problemas con el abastecimiento”, comentarios que se repetían incesantemente, hasta que le líder las oyó y le hizo realidad su sueño sin tener que concursar en el American Idol.

En su trayectoria, ejecutorias y expresiones, el nuevo ministro no puede dejar de parecerse al ex alcalde de Maracaibo Gian Carlo Di Martino, quien de simple carcelero de Sabaneta, difamó y difamó hasta que obtuvo permiso para postularse como alcalde y luego como gobernador, intento éste que le cortó las alas “por ahora”. Saman, tal vez creyéndose predestinado por lo del Samán de Güere, vió recompensados sus esfuerzos y ahora desde el ministerio que le regaló su patrón, tratará de profundizar su propia revolución, invadiendo campos de competencia en Conatel para poder “vigilar” las emisiones de radio y televisión en la búsqueda de conspiradores mediáticos, así como las dependencias por las cuales transitó para evitar que su huella de socialista puro sea borrada por sus “indignos” sucesores.

En las nuevas batallas que le esperan, este farmaceuta, se lanzará sobre las areperas como actividades delictivas y sobre los medios que se atrevan a denunciar escasez de cualquier producto, en clara contradicción a su líder, quien si admite que hay escasez, pero que la misma es culpa de los productores. Desde ya, le auguramos el más rotundo fracaso en su misión, es decir, que será promovido a cargos más importantes por la revolución bizarra y para el recuerdo de los venezolanos quedará, el ministro que de 18 ó 20 bolívares bajó el precio de la arepa de jamón a 1,50 por unos días. Veamos cual será el precio con el que le va a salir al país el lunes próximo, el cual, por ser un poco más apegado a lo concertado con sus amigos areperos socialistas, logrará el milagro de la rebaja de casi un 30% y condenará a los venezolanos, hasta que la revolución dure, a comer arepas más pequeñas y con menos relleno.

Mientras tanto, que se preparen las pasteurizadoras de leche, panaderías, restaurantes y cuanto oligarca desestabilizador impulsador de la inflación exista.