Que cuida el gobierno con tanto celo?
El 3 de septiembre de este año, el gobernador del Estado Táchira, César Pérez Vivas, realizó una denuncia que en cualquier país o en la misma Venezuela, bajo cualquier gobierno que no fuera el forajido que usurpa las funciones del poder ejecutivo actual, estremecería las bases de la seguridad nacional y haría que saltaran todos los resortes legales en la búsqueda de la verdad o la falsedad en las palabras del mandatario regional “Fuerzas irregulares colombianas están acampadas en las inmediaciones del parque nacional El Tamá
En el mismo acto, señaló que "Grupos del ELN, las FARC, FBL y paramilitares atacan desde sus campamentos en el páramo El Tamá a los habitantes de los municipios Junín y Rafael Urdaneta, y así lo denuncio ante el país", dijo el gobernador. El gobernador se extendió en su comentario y agregó que en su opinión la ruptura de las relaciones con Colombia tienen como pretexto las bases norteamericanas que operarán próximamente en ese país, pero realmente "el Gobierno lo que hace es insistir en su intento de proteger a las FARC. El verdadero objetivo de este conflicto es seguir amparando y darle aliento al terrorismo que masacra al pueblo colombiano".
Muchas personas con afinidad política o personal al gobernador, seguramente dieron crédito a sus palabras; otras que rechazan de plano al gobierno del Presidemente Hugo Chávez de manera automática prefirieron mantener silencio ante sus declaraciones aún cuando no les dieran crédito. Por su parte, los incrédulos, los ausentes de la realidad y los adeptos al proceso que devora a Venezuela, consideraron que era una más de las formas de atacar al autoimpuesto líder de la “Revolución Bolivariana”. Pero para todos ellos, cualquiera que fuera su posición frente a las revelaciones de Pérez Vivas, la situación no era sino un evento más dentro de la vertiginosa sucesión de sucesos a las que tiene acostumbrado el director mediático del país a todos sus gobernados.
Quienes tenemos acceso a la información diaria en los aspectos políticos, económicos, sociales y militares de nuestro país no podemos dejar de preocuparnos por una denuncia y más que denuncia, acusación de tal naturaleza, sin embargo, aislados como lo estamos de la justicia y conscientes de la esencia delictual de la cual revisten los actos de gobierno derivados de una anacrónica tendencia política y de una irreal percepción de la situación nacional, hemisférica y mundial, el único recurso que nos queda es el de servir de fuente de difusión a las angustiadas palabras del gobernador del estado fronterizo de mayor actividad e intercambio cultural, social y económico con el hermano país de Colombia, no como respuesta de solidaridad automática sino como producto del análisis de una situación que ha venido agravándose desde el año 2001, cuando el ELN y las FARC irrumpieron actores en el escenario político venezolano, luego de su paso sangriento por el escenario militar venezolano.
Las denuncias del gobernador tienen su fundamento en el elevado grado de penetración de los grupos guerrilleros en el corazón de su jurisdicción, de la cual existen numerosos, graves, documentados, públicos y notorios antecedentes y hechos e igualmente en indicadores actuales que sugerirían que se acerca el momento en que el gobierno descubra ante el mundo sus verdaderas intenciones que se derivan de un plan de dominación continental, en la que peligrosas potencias económicas, militares y religiosas extranjeras utilizarían a nuestro país como cabecera de playa para posteriormente lanzarse sobre América Latina y Norteamérica.
Quienes sin necesidad de análisis alguno ven hacia donde va la realidad que les rodea son los humildes campesinos de los municipios Junín y Urdaneta del estado Táchira, quienes en los últimos años han tenido que acostumbrarse a sostener en su territorio a grupos irregulares colombianos y a ser testigos silentes de la vinculación de las FBL, las FARC y el ELN con cuerpos de seguridad del Estado como la DISIP y el DIM y con unidades de las Fuerzas Armadas Nacionales.
Si, es cierto lo que denuncia el gobernador César Pérez Vivas sobre la presencia de irregulares colombianos en su región, pero tal verdad no es como la percibe la mayoría de los venezolanos. Los locales la perciben como una presencia peligrosa, pero su experiencia se reduce a sus cruces en veredas, las inesperadas visitas a sus casas o los “castigos” por violar las leyes de la guerrilla en la zona, castigos los cuales van desde amonestaciones hasta la privación de la vida. Pero últimamente, la paranoia gubernamental sobre la presencia paramilitar ha comenzado a generar en los elementos de la guerrilla una conducta extremadamente peligrosa para la población civil, especialmente para aquella de origen colombiano. Los jefes guerrilleros no se sienten seguros en Venezuela y tampoco sus hombres.
Una verdadera guerra asimétrica se acerca a nuestras aldeas y nuestros caseríos. Mientras la guerrilla en Venezuela se encuentra “inactiva” militarmente y en fase de descanso bajo el control operativo de sus comandantes, infiltrados paramilitares los siguen de cerca proporcionando información acerca de su ubicación y magnitud de sus fuerzas y para hacerlo, se mezclan con la población civil. Por esa razón, los cuerpos de inteligencia venezolanos han cometido algunos errores en el momento de señalarle los blancos a la guerrilla, como sucedió con los infortunados miembros del equipo de futbol “Los Maniceros” y con otras personas que han sido asesinadas bajo la presunción de que podrían pertenecer a las filas de los archienemigos de las FARC y el ELN. A que podría temer la guerrilla si todos los asesinados, aun cuando fueron señalados públicamente como paramilitares por el gobierno después de muertos, no portaban armas y ni siquiera al día de hoy ha aparecido una prueba de que las hubieran tenido.
El gobierno venezolano con todas sus acciones se ha incriminado a si mismo en su juego de protección a la guerrilla colombiana. Como lo dije antes, existen numerosos hechos que así lo indican y las zonas en las que hospitalariamente acoge a los irregulares ya han sido señaladas y el parque nacional Páramo de El Tamá es una de ellas, seleccionada por su enorme capacidad de abrigo y encubrimiento, sus prominentes ventajas tácticas sobre el territorio colombiano y por su corta distancia de la línea fronteriza, algo así como lo que representó la Sierra Maestra para Fidel Castro en su lucha contra el gobierno de Batista en Cuba.
Con una extensión total es de 139.000 hectáreas y con vías de acceso desde Colombia Ragonvalia y Herran, al igual que San Antonio del Táchira y desde poblaciones del interior del Estado vía Rubio, Capacho, El Mirador, constituye un excelente lugar para esconder personal, armas y municiones, manteniendo un privilegiado control sobre todas las vías de acceso, en las que además existen puntos de control de la Guardia Nacional. Al férreo control para ingresar al Páramo del Tamá solo escapan trochas y caminos que aunque datan de hace muchos años, que la comodidad de las vías de comunicación asfaltadas han conducido al desuso, mas no al abandono por parte de quienes por cualquier motivo desean ocultar sus movimientos, llámense contrabandistas, narcotraficantes, guerrilleros, inmigrantes ilegales o paramilitares.
No obstante el control que ejerce la Guardia Nacional, el mismo ha sido reforzado por el Teatro de Operaciones Nº 2 con sede en La Fria, al cual los helicópteros del Ejército le permiten un alto grado de cobertura en toda la zona fronteriza y una velocidad de respuesta adecuada a la situación táctica de la zona, no obstante, temen a un enemigo cuyo modus operandi podría poner en peligro la relativa seguridad que el páramo de El Tamá le brinda a la guerrilla colombiana y a las FBL venezolanas: Y la rueda de las circunstancias nos lleva nuevamente a los Paramilitares.
Ese temor de los grupos irregulares es el mismo temor que siente el gobierno, pero la respuesta al miedo no puede ser igual, por lo que este binomio requiere que cada uno de ellos actúe de acuerdo a sus posibilidades o a sus capacidades, los primeros asesinando a sangre fría a todo aquel que sea, pueda ser, parezca o sea señalado de Paramilitar, mientras que el segundo hace su guerra escudado en rebuscadas excusas como la defensa de la Soberanía Nacional, el combate al narcotráfico, o la lucha contra el terrorismo y en ese contexto ya tenemos definido su método: Volando puentes artesanales o pasarelas como el Chícaro y Las Naves, informando sobre la ubicación o identidad de presuntos paramilitares a las unidades guerrilleras, deteniendo a colombianos habitantes de la zona anteponiendo las razones de Seguridad Nacional antes que las migratorias, aniquilando el comercio fronterizo, maltratando a los habitantes de la frontera, permitiendo el secuestro y la extorsión de los venezolanos, protegiendo la actividad de narcotráfico vinculada a la guerrilla y atacando a la vinculada al paramilitarismo, aportando soporte logístico y financiero a los grupos guerrilleros y a sus jefes, involucrando en ello a las Fuerzas Armadas, cuerpos de seguridad y organismos de inteligencia.
El páramo de El Tamá no es el único nicho guerrillero, los estados Mérida, Táchira, Zulia, Barinas y Apure están plagados de “zonas de alivio” de la guerrilla. El Tamá es solo la punta del iceberg. Las serranías tachirenses son testigos de los vuelos de los helicópteros militares en actividad proselitista del PSUV y del apoyo logístico a los irregulares. Los puentes volados están a 20 kilómetros al suroeste del lugar donde se precipitara a tierrra por causas no divulgadas, el MI-17 donde murió el comandante del Teatro de Operaciones Nº 2 recién nombrado, el General del Ejército Faneitte, presuntamente en compañía del jefe guerrillero Ivan Marquez, San Vicente de la Revancha, el sitio donde se reunía el Ex gobernador Ronald Blanco La Cruz con la guerrilla, igualmente a 30 Kilómetros al oeste del lugar donde fueron secuestrados los integrantes del infortunado equipo de futbol Los Maniceros. Y saben que hay en medio de esos tres puntos, que conforman un triángulo comparable al de las Bermudas? El páramo de El Tamá.
Los voceros del gobierno perdieron la brújula. Por complacer a su patrón ni siquiera mencionan la palabra guerrilla, para ellos solo existe un enemigo dentro de Venezuela además de la oposición, los paramilitares. Que lejos estábamos de imaginarnos que la treta de los “paracachitos” de la finca Daktari era solo el ensayo de una tenebrosa estratagema de la mente enferma de unos cuantos locos en un conciliábulo supuestamente de izquierda, en cuyo desarrollo la sangre de venezolanos y colombianos ya ha llegado hasta los recintos de Miraflores.
El destino del país es cada vez mas incierto y en la locura que arrastra cada vez más al aparato gubernamental a la debacle, una población de colombianos inermes se enfrentan a los carniceros de siempre sin ninguna esperanza. Escaparon de su país, pero la mala suerte roja los esperaba en Venezuela para entregarlos a sus martirizadores, mientras que el gobierno de su país incapaz de protegerlos antes, ahora menos puede hacer para aliviar su triste destino. Por su parte, los venezolanos están aprendiendo la lección sobre lo que nunca más volverán a hacer cuando tengan en sus manos la posibilidad del voto responsable.
Los próximos meses serán decisivos para el destino de Venezuela y los venezolanos tendremos la oportunidad de saber que es lo que el gobierno trata de proteger en el Paramo de El Tamá y en otros tantos lugares, donde el monstruo colombiano se mudó para recuperar sus fuerzas.