Como José Montenegro burlaba a las autoridades colombianas.
Hoy voy a referirme a hechos cuya ocurrencia podría parecer cotidiana o previsible en los actuales momentos, cuando el gobierno ya “De Facto” de Venezuela, ha inmunizado a los venezolanos y a parte del mundo a fuerza de escándalos. Las computadoras de Raúl Reyes han hablado confirmando el nexo largamente negado por Hugo Chávez con el terrorismo y la vida sigue igual para el chavismo y muy especialmente para uno de los elementos claves de esta relación: El Capitán de Navío Ramón Rodríguez Chacín, quien presenta un verdadero historial de violaciones a la vida humana. Se puede mencionar al respecto, que cuando se desempeñaba como Jefe de Operaciones del Comando Específico José António Páez (CEJAP) en el año 1988, se vio involucrado en los casos Los Totumitos (5 muertos) El Vallado (2 muertos) y El Amparo (14 fallecidos.
Durante el año y medio que ejercí el cargo de Director de la DIEX dirigí todas mis energías y mi tiempo a combatir todos los tipos de corrupción que lograba descubrir. Perseguí a funcionarios y funcionarias de todas las edades que hacían cobros por sus servicios, aplique la mayor cantidad de incentivos en el trabajo para recuperar la ética y la moral perdidas, impartí ordenes, giré instrucciones, procuré mejorar los ambientes de trabajo, trabajé muy arduamente para mejorar la imagen de la organización, sin embargo, algo andaba mal y yo lo sabía; por imperativo de quienes deberían vigilar mi actuación para censurar o castigar cualquier omisión o acción dolosa de mi parte, debería acostumbrarme a violar la ley, mis principios y mis propias normas. Si me viera obligado a hacerlo, no lo haría sin dejar de poner a salvo mi honor y tranquila mi conciencia.
Una tarde de mediados del mes de julio del 2001, como resultado de una comunicación enviada a todas las dependencias de la DIEX solicitándoles información sobre casos de corrupción y los modalidades detectadas, recibí un caso de suplantación de impresiones dactilares, la cual me fue presentada por el jefe de la división de dactiloscopia. Se trataba de los documentos relativos a la solicitud de un pasaporte.
A los efectos, el Sr. Pedro Montaño, jefe de dicha división, me presentó una planilla de solicitud de pasaporte o P1 (Planilla de solicitud de pasaporte) mediante la cual un ciudadano de nombre Rafael Alberto Montenegro solicitaba un pasaporte con una fotografía a color, anexo se encontraba una fotocopia de su cédula de identidad e inscrito en la parte anterior de la misma en tinta azul la nota “ver dorso”, en la parte posterior otra inscripción con la misma tinta “Ojo no corresponden impresiones” y encerrando las dos impresiones colectadas al Sr. Montenegro dos círculos en la misma tinta.
El Sr. Montaño me presentó a continuación la alfabética del Sr. Montenegro, el documento primario de identificación de todo venezolano en base al cual se emite por primera vez su cédula de identidad en el cual se encuentran contenidos los datos de los padres, fecha, lugar de nacimiento, etc y las impresiones dactilares de los dos dedos pulgares, donde se podía observar que se había realizado un trabajo de borrado y de reimpresión de huellas pulpares o dactilares.
Las impresiones reimplantadas, según me explicó, eran idénticas a las presuntamente colectadas al Sr. Montenegro en la P1; no obstante, al presentarme otro documento denominado Decadactilar en la cual se asienta la fórmula dactilar y se registran las impresiones pulpares de los diez dedos de las manos; en este documento ninguna de las impresiones se corresponde con las colectadas en la P1 al presunto Sr. Montenegro. La conclusión del caso presentado era que dos años, antes una persona había tratado de sacar un pasaporte suplantando la identidad del Sr. José Rafael Montenegro y no solo eso, sino que en su intento, a no ser porque no fue tocado el registro decadactilar, había dejado sin identidad al verdadero Montenegro.
Si alguien no trató o no pudo lograr la identificación de la persona responsable de este hecho, yo pude hacerlo de inmediato al observar la fotografía pues conocía la personalmente; no era nadie más que el Capitán de Navío Ramón Rodríguez Chacín. Como anécdota jocosa, en la oportunidad en que Rodríguez Chacín fue designado Ministro del Interior, el Sr. Pedro Montaño casi sufre una crisis cuando llega exaltado a mi oficina de nuevo con los documentos y me dice “… coñ… general, este es el nuevo Ministro…”. Por supuesto que la ser nombrado Ministro del Interior y Justicia, ordenó la recolección de toda la evidencia, pero ya la misma había sido registrada en imágenes, así como la evidencia de la emisión de la cédula de identidad en la que también suplantaba la identidad del verdadero Rafael Alberto Montenegro, de lo cual existen más de ocho testimonios estampados en un expediente que se inició por inspectoría interna de la DIEX, en los cuales se deja constancia además de la operación de limpieza de pruebas ordenada por Rodríguez. No obstante, el Ministerio Público jamás presentó acusación alguna y el expediente no contiene ninguna de las pruebas ni los testimonios que incriminan al ahora ex Ministro.
La situación para el mes de julio obligaba a tomar acciones y a generar instrucciones hacia mis subordinados de confianza: Había que dejar pruebas a buen recaudo de toda acción ordenada desde el alto gobierno que fuera contraria al Estado de Derecho, a la Constitución, a las leyes y a los preceptos morales y éticos.
Con solo cinco meses en el cargo, ya se estaba haciendo pesada la inherencia del Capitán de Navío, Ramón Rodríguez Chacín, personaje que cumpliendo órdenes del Presidente Chávez se presentaba personalmente a mi oficina a “solicitar” con tono imperativo, tramitaciones de cualquier tipo a favor de extranjeros colombianos. El 23 de marzo, se presentó acompañado de un funcionario de la DISIP de apellido Herrera, a quien presentó como uno de sus hombres de confianza y quien en lo sucesivo cumpliendo sus instrucciones iría a la DIEX para evitar hacerlo él personalmente, por lo que me llamaba por teléfono para alertarme de las visitas de Herrera. En el mes de agosto se presentó el “negrito” Herrera con cinco pasaportes, los cuales eran enviados por “el jefe” para que se les proporcionara el “cambio” de una visa inexistente.
Ante semejante solicitud, la cual por descabellada era imposible de satisfacer, guardé los pasaportes en mi escritorio con la finalidad de darle largas al asunto y devolverlos finalmente sin ningún resultado. Luego de un tiempo y algunas visitas de Herrera, le manifesté que era imposible proporcionarle algún tipo de documentación legal y le devolví los documentos. El 27 de agosto, se presentó en mi Oficina Rodríguez Chacín con los pasaportes, demandando alguna solución para su “problema”, porque “… a esa gente se les debe ayudar a pasar por Venezuela para que luego se trasladen a Cuba…”. A fin de no afectar mi permanencia en el cargo y realmente ávido de conocer hasta donde llegaría esta involucramiento con los verdugos de mis compañeros de armas en la Sierra de Perija y en otros infames lugares como Cararabo, convine con el Jefe de la División de Control Extranjeros en hacerles un Recuento ficticio de visas de transeúntes con vigencias mínimas entre mes y medio a tres meses a partir del 4 de septiembre del 2001.
Para el momento en que se les hizo el Recuento (Proceso mediante el cual se traslada la evidencia de la condición migratoria de un pasaporte vencido o agotado a uno nuevo), los nombres de estas personas no representaban absolutamente nada para nosotros no obstante que presumíamos que algún tipo de relación tenían con el movimiento subversivo en Colombia por existir la intermediación de Rodríguez Chacín: Se les otorgó visa hasta el 21 de diciembre a Julián Alberto Matheus Castillo, Pasaporte Nº CC 16.893.963, Niria Quintero Quintero, Pasaporte Nº CC 32.661.940 y Pedro Elías Cañas Serrano. Pasaporte Nº CC13.822.945; hasta el 21 de octubre a Andrea Carolina Lázaro Quintero Pasaporte Nº CC 37.328.028 y Aldo Manuel Moscote Fragroso, Pasaporte Nº CC 17.970.179.