No en vano su Escudo Nacional lleva la inscripción “Libre, Soberana e Independiente”.
La aparición de Hugo Chávez en el escenario político latinoamericano, constituyó un cambio de paradigma en cuanto a la investidura de la figura presidencial y un pésimo ejemplo a seguir por cuanto populista tuviera la desafortunada idea de tratar de parecérsele en otro contexto cuyas condiciones políticas, sociales y económicas fueran diferentes.
Pueblos política, cultural y económicamente más atrasados que el venezolano, seguramente que sucumbirían con mayor facilidad ante los cantos de sirena de las copias de Hugo Chávez, siempre y cuando su atraso estuviera “sazonado” por otras condiciones como gobiernos anteriores ineficaces, corruptos y permisivos, así como una población extremadamente ignorante. A todo esto, habría que agregársele la indiferencia de la comunidad internacional y el interés de otros gobiernos actuando como agentes extranjeros, con el objetivo de apuntalar títeres que por lo menos permitieran la penetración de ideologías alienantes y obsoletas, así como de quintas columnas que actuaran como cabeceras de playa a proyectos como el socialismo del siglo XXI.
Ya no es un secreto, que el proyecto de Hugo Chávez es el de crear una Latinoamérica socialista, comunista, Chavista, bolivariana o como se le quiera llamar a una unión de naciones que en lo individual no serían más que réplicas continentales del sistema cubano.
Para ello, dividió su esfuerzo estratégico en dos frentes: El de fachada política en cada país, cuyo instrumento de acceso al poder sería el electoral y otra vertiente de carácter clandestino, cuyo herramienta fundamental la constituiría el fomento de una guerrilla continental, con capacidad de desplazamiento entre países, para el cual se serviría de proyectos implementados por gobiernos anteriores relativos a la integración latinoamericana en los que el aspecto migratorio era esencial. Así, la eliminación de los controles migratorios necesarios para la integración económica, serían utilizado para la migración con fines bélicos o desestabilizadores.
Arma común en ambos frentes sería el uso y abuso de la bonanza económica venezolana, derivada del inconmensurable ingreso petrolero, que le permitiría bañar de dinero a economías pequeñas, organizaciones legales y clandestinas en sus respectivos países y a personajes vinculados al viejo sueño castrista de una América anti norteamericana.
Ahora es más fácil entender como una fortuna de casi 900.000 millones de Dólares ha pasado por Venezuela y sin embargo el país no ha declinado en su curva de pobreza y sobrevive gracias a las obras de gobiernos anteriores, incluyendo las dictaduras de Marcos Pérez Jiménez y Juan Vicente Gómez. En los últimos 10 años, con un ingreso superior al obtenido por el país desde 1900 hasta 1998, es decir en 98 años, lo que equivale a que hubiera gobernado más de un siglo, no ha llegado a construir ni el equivalente al 30% de lo que construyeron todos aquellos gobiernos juntos. Es más, el primer gobierno no muy gratamente recordado de Carlos Andrés Pérez, en cinco años dejó mayores logros al país con menos inversión de dinero, que los que hasta el momento le ha dejado el gobierno de Hugo Chávez con todo el dinero obtenido de la renta petrolera.
Por el contrario, en lo que si ha sido muy efectivo en casi un siglo de gobierno relativo, es en su contribución a la destrucción de los valores nacionales y a la detención y reversión del proceso de desarrollo industrial y económico, social, militar y cultural de los venezolanos.
El significado de la debacle venezolana, medido en base al desvanecimiento casi mágico del monumental ingreso venezolano, tiene dos lecturas. La primera lo que constituyó para lo interno, para Venezuela: Más de todo; pobreza, corrupción, ineficacia, represión, atraso, demagogia, populismo y manipulación.
La segunda, lo que representa para lo externo, lo cual involucra no solo a los países latinoamericanos, sino países asiáticos y del medio oriente: Financiamiento para organizaciones terroristas mundiales y regionales, proyectos adversos a la idiosincrasia latinoamericana, gobiernos dictatoriales, partidos políticos y procesos electorales viciados en otros países, así como contribución a redes de agitación política y social, utilización del petróleo como arma política y de desestabilización y la exportación de las “misiones” con su carga ideológica y sus contingentes de cubanos y venezolanos “ñangaras”.
En Suramérica no han caído en su influjo los gobiernos, ojo! Solo los gobiernos, de Colombia y Perú. Su influencia se ha extendido a Centroamérica, donde el ejemplo más patético lo constituye Nicaragua y el más notable y digno de admiración es el que está dando la República de Honduras, donde un Presidente claramente influenciado por Hugo Chávez, ha pretendido pasar por encima de la Constitución Nacional, solo que se ha encontrado con lo que ha faltado en Venezuela: Fieles cumplidores de la Constitución y las Leyes de la República.
A partir del día de hoy, pase lo que pase, la República de Honduras adquirirá una estatura moral superior a “República Bolivariana de Venezuela”. Sus Fuerzas Armadas serán un referente de la defensa de la constitucionalidad. Su Congreso, Ministerio Público, su Corte Suprema de Justicia y su Tribunal Supremo Electoral, frente a la crisis creada por un Presidente irresponsable que buscaba convertirse en Hugo Chávez centroamericano, serán el ejemplo de independencia e institucionalidad.
Sin embargo, lo que amaneció siendo noticia durante varios días, realmente no es nada del otro mundo, no reviste de un carácter extraordinario y no es una proeza. Lo que ha pasado en Honduras es lo que tiene que ocurrir en un país libre, soberano e independiente, en un país donde las Fuerzas Armadas son el garante del orden constitucional. Lo que ocurrió es que ante la escasez de valor, por no decir otra cosa, en una país sometido al paredón monetario como lo es Venezuela, los hechos generados por la vida de un país en democracia hace que las instituciones y sus actos se agiganten frente a la dinámica venezolana, donde por el contrario el enanismo institucional ha llegado a dimensiones insuperables en todos los órdenes.
Lo que acontecerá en los próximos días es previsible: Manuel Zelaya será el espanta pájaros que exhibirá Chávez por todo el planeta, por supuesto, bajo el patrocinio económico de todos los venezolanos. Copiando a Carlos Andrés en el caso de Aristide en los años 92, le nombrará una Casa Militar, le asignará presupuesto, lo alojará en un palacio presidencial, probablemente la Viñeta o la antigua casa del Ministro de la Defensa y por supuesto, iniciará un loco periplo invocando a su “odiado imperio” para que condene los hechos, a su “ineficaz y casi inexistente” OEA para que promueva el retorno de Zelaya al poder, retornará de su imaginario exilio a donde envió desterrados en un ataque bipolar a los “Derechos Humanos” para que garantice la integridad de los partidarios de “Mel”. Por supuesto que lanzará un “Aló Presidente” de emergencia para ordenar en la “secreta” movilización de tropas hacia Nicaragua, porque le aterra “meterse en honduras” u ordene el envío de sus “temibles” Sukoi hacia la base Augusto César Sandino, porque Punta en Punta Huete se pueden accidentar, tal vez le ordene al acohólico violador nicaraguense Daniel Ortega, “mueva 10 batallones” hacia la frontera con Honduras. Igualmente, ordenará a todas las “instituciones” del Estado que denuncien, condenen y agredan a las dignas instituciones hondureñas que “se involucraron en tan horrendo Golpe de Estado”.
En fin, la sarta de locuras y mediocridades chavistas y del mismo Chávez que está por venir en los próximos días, será la comidilla mundial de cómo se gobierna un país y se interfiere ilegalmente en otros y de cómo la mayoría de todo un país gobernado por mediocres, se hace eco de tales acciones sin chistar, con la honorable excepción de los pocos opositores que aun no se han rendido ni a las amenazas ni a los disparos de billetes hechos a mansalva desde Miraflores.
Mis respetos a la honorable nación hondureña, a sus dignas instituciones y a sus valientes Fuerzas Armadas. Mi admiración por hacer honor a su Escudo Nacional que no en balde lleva inscrito “REPUBLICA DE HONDURAS, LIBRE, SOBERANA E INDEPENDIENTE – 15 de septiembre 1821”