General en Jefe Carlos Mata Figueroa
Ministro de la Defensa
Su Despacho.
Me dirijo a usted en la incómoda pero necesaria ocasión de hacer algunas acotaciones a su pedido de respeto para las Fuerzas Armadas Nacionales, por parte de “los apátridas y a la canalla”, hecho público por usted el pasado 8 de agosto del presente año.
Al respecto, deseo manifestarle que concuerdo perfectamente con usted en el sentido de que las Fuerzas Armadas merecen respeto, así como también que ameritan se les ratifique el lugar especial que deberían ocupan en el seno de la sociedad venezolana, espacio que por cierto se ha ido reduciendo por razones ajenas a su naturaleza militar y como producto del excesivo abuso político de su imagen, al vincularlas a causas innobles y reñidas con la esencia de sus principios institucionales, las leyes militares y la Constitución de la República de Venezuela.
Al mismo tiempo considero, que se les debe resarcir el terrible daño que se les ha infligido al convertirlas en inerme y mansa aliada de los sanguinarios ejecutores a mansalva de sus propios hijos: las FARC, el ELN, invasores cubanos y los infiltrados en su seno que en los años 60, fueron los responsables por el derramamiento de la preciosa sangre de soldados y oficiales en las calles de Puerto Cabello, Barcelona y Carúpano.
Son igualmente merecedoras de un desagravio, por el irrespetuoso sometimiento al escarnio público al que han sido sometidas en los últimos años, al convertir los vistosos y marciales desfiles militares en las que han participado históricamente, en comparsas donde unidades enteras, víctimas de diseñadores ansiosos por amasar una fortuna a corto plazo, han sido disfrazadas con cuanto trapo se les ha ocurrido, con uniformes históricos y alegóricos no contemplados en Reglamento de Uniformes alguno.
En cuanto a su mensaje, cito “no se equivoquen con la FANB, no crean que aquí están los patanes de antes”, le recuerdo que tanto ahora como antes, las Fuerzas Armadas Venezolanas han sido conformadas por todo tipo de personas, entre las que prevalecen Oficiales, Sub Oficiales y tropas decentes, honestas y honorables, y que las excepciones han quedado para quienes retando al debido comportamiento de los militares de mar y tierra, han manifestado, como todo buen patán, que no respetarán la decisión del pueblo si les fuera adversa; los supuestos “patanes de antes” jamás acudieron a los medios para pronunciar tales barbaridades.
Por último, señor General en Jefe, antes que intente descalificarme ante su conciencia o terceros por no formar parte del oprobioso sistema que pretende aplastar a mis queridas Fuerzas Armadas y por escribirle estas verdades, quiero que esté bien claro en que a pesar que usted insistirá en llamarme golpista, yo me siento honrado por mis acciones en un momento crucial para la República como lo fue el 11 de abril del 2002, por sumarme a la voz de alerta sobre el triste destino que asomaba en el horizonte de las Fuerzas Armadas y sobre el peligro que representaba para el país, la alianza del gobierno con la guerrilla colombiana, hecho que el tiempo ha demostrado hasta la saciedad.
Jamás la Patria de los Castro prevalecerá sobre la Patria de Bolívar. Nunca la milicia cubano-venezolana concebida en la Sierra Maestra cubana y en las playas venezolanas de Machurucuto, podrán ocupar el sitial de honor de las gloriosas Fuerzas Armadas Venezolanas nacientes de Carabobo y de la gesta libertadora.
Al respecto, deseo manifestarle que concuerdo perfectamente con usted en el sentido de que las Fuerzas Armadas merecen respeto, así como también que ameritan se les ratifique el lugar especial que deberían ocupan en el seno de la sociedad venezolana, espacio que por cierto se ha ido reduciendo por razones ajenas a su naturaleza militar y como producto del excesivo abuso político de su imagen, al vincularlas a causas innobles y reñidas con la esencia de sus principios institucionales, las leyes militares y la Constitución de la República de Venezuela.
Al mismo tiempo considero, que se les debe resarcir el terrible daño que se les ha infligido al convertirlas en inerme y mansa aliada de los sanguinarios ejecutores a mansalva de sus propios hijos: las FARC, el ELN, invasores cubanos y los infiltrados en su seno que en los años 60, fueron los responsables por el derramamiento de la preciosa sangre de soldados y oficiales en las calles de Puerto Cabello, Barcelona y Carúpano.
Son igualmente merecedoras de un desagravio, por el irrespetuoso sometimiento al escarnio público al que han sido sometidas en los últimos años, al convertir los vistosos y marciales desfiles militares en las que han participado históricamente, en comparsas donde unidades enteras, víctimas de diseñadores ansiosos por amasar una fortuna a corto plazo, han sido disfrazadas con cuanto trapo se les ha ocurrido, con uniformes históricos y alegóricos no contemplados en Reglamento de Uniformes alguno.
En cuanto a su mensaje, cito “no se equivoquen con la FANB, no crean que aquí están los patanes de antes”, le recuerdo que tanto ahora como antes, las Fuerzas Armadas Venezolanas han sido conformadas por todo tipo de personas, entre las que prevalecen Oficiales, Sub Oficiales y tropas decentes, honestas y honorables, y que las excepciones han quedado para quienes retando al debido comportamiento de los militares de mar y tierra, han manifestado, como todo buen patán, que no respetarán la decisión del pueblo si les fuera adversa; los supuestos “patanes de antes” jamás acudieron a los medios para pronunciar tales barbaridades.
Por último, señor General en Jefe, antes que intente descalificarme ante su conciencia o terceros por no formar parte del oprobioso sistema que pretende aplastar a mis queridas Fuerzas Armadas y por escribirle estas verdades, quiero que esté bien claro en que a pesar que usted insistirá en llamarme golpista, yo me siento honrado por mis acciones en un momento crucial para la República como lo fue el 11 de abril del 2002, por sumarme a la voz de alerta sobre el triste destino que asomaba en el horizonte de las Fuerzas Armadas y sobre el peligro que representaba para el país, la alianza del gobierno con la guerrilla colombiana, hecho que el tiempo ha demostrado hasta la saciedad.
Jamás la Patria de los Castro prevalecerá sobre la Patria de Bolívar. Nunca la milicia cubano-venezolana concebida en la Sierra Maestra cubana y en las playas venezolanas de Machurucuto, podrán ocupar el sitial de honor de las gloriosas Fuerzas Armadas Venezolanas nacientes de Carabobo y de la gesta libertadora.
PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE...