Ya no son algunos males los que afectan a los venezolano, es una epidemia.
La capacidad de aguante de los venezolanos ha sido notoria y manifiesta a través del transcurso de la vida política que ha corrido paralelamente a la vida del país. Los gobiernos de la era “democrática” se sostuvieron en el poder, gracias a esa capacidad de aguante, que más que una virtud, pareciera que es el peor de los defectos de nuestra población. En algunos momentos la he visto como indiferencia, otros como cobardía y en situaciones extremas la he percibido como la resignación del ser humano cuando siente el cañón de un arma o el filo de un cuchillo en su cuello y se enfrenta al último instante de su vida.
Si es cierto que en gobiernos anteriores el país estuvo mal, muy mal. Recuerdo que durante el último gobierno de Rafael Caldera, cuando en mi tesis de grado en el Instituto de Altos Estudios para la Defensa Nacional, al elaborar los escenarios en los cuales se apoyaría la relación causal que daría forma a las políticas de Estado recomendadas para palear una crisis en materia de seguridad alimentaria, mi equipo presentó un escenario pesimista con un barril de petróleo por debajo de los 10 dólares (tres meses después de presentada la tesis, bajó hasta los 7 bolívares por barril), los decanos del Instituto criticaron tal escenario por “extremadamente irreal” y mi tesis fue “premiada” con una baja calificación y personalmente, a mí se me envió a una conocida zona de castigo profesional como lo sigue siendo para los militares actualmente San Fernando de Apure (No obstante, al año siguiente, la tesis fue galardonada con el premio Presidente de la República, premio el cual aún me debe Chávez, aunque espero que lo doble y se lo meta en el bolsillo).
Recuerdo de esa época que hasta Raul Baduel, compañero de curso en el IAEDEN, se encontraba sumergido en un “bajo perfil” para evitar las dentelladas de los chavistas (calderistas en ese caso) de la época, idénticos en genio y figura a los actuales perseguidores de la verdad, la honestidad, la justicia y la dignidad.
Mientras tanto, otros como era mi caso, entablamos una desigual lucha contra las caras visibles de los poderes castrantes del bajo mundo político, los seguidores del General Rubén Rojas Pérez en los cuatro componentes de las Fuerzas Armadas, lucha que por lógica no estábamos en condiciones de ganar, como en efecto sucedió.
Además recuerdo entre otros al periodista José Domingo Blanco, Mingo, cuyo programa matutino (mis excusas por no recordar el nombre, pero en su lugar me acuerdo de “Los muchachos pa’la escuela sin cazuela”) levantaba comentarios adversos entre los lamebotas de Rojas Pérez, porque desnudaba diariamente la realidad que se iba presentando en el país y que provocaron que un día, algunos de ellos en un receso de clases, frente a los termos contentivos del café que nos mantenía despiertos durante las actividades académicas, concibieran la “magnífica” idea de mover sus contactos con el General Rivas Ostos, Director entonces de la DISIP, para que se iniciaran procedimientos de seguimiento policial y acciones de hostigamiento psicológico contra este periodista.
En esos días, como compañero de aula de los futuros generales de las Fuerzas Armadas, grado al que estaba seguro que no iba a ascender si seguían moviendo los hilos del poder las mismas fuerzas malignas, traté la mayoría de las veces en vano de visualizar alguno que disintiera de tal corriente; con la excepción de alguna oportunidad en que el entonces Coronel Guillermo César Hary se atrevió a hacer críticas académicas a la política económica del gobierno, todos los demás se manifestaban como auténticos institucionalistas, o mejor dicho, fieles adeptos al gobierno más que a la institucionalidad (Casi todos, años después furibundos Generales y Almirantes chavistas: Acosta Pérez, Valecillos, Pedro Negrín, Victor Medina, Julio Lara, Raul Baduel, etc.)
Pues bien, en esos dias, desde los cuales ya han pasado 12 años y también mucho agua debajo del puente, la situación del país se me presentaba insostenible. Ya en esa época se tenía la certeza que el sistema eléctrico nacional iba rumbo al caos, y en su tesis de grado sobre las vulnerabilidades del sistema eléctrico nacional y su incidencia en la seguridad y defensa del país, mis compañeros Ana Lucker y Alex Faria Rivero lo alertaban.
En el IAEDEN existían escenarios elaborados, cuyas premisas hoy son realidad, en los que se adelantaban los males de los que iba a sufrir el país si es que seguía en el rumbo en el lo habían colocado la ineficiencia, la corrupción y la politiquería. En los análisis situacionales que originaban tales escenarios, uno de los elementos de la relación causal era “el clientelismo político”, ese que en la Cuarta República se instalaba en todas partes de manera espontánea y en la Quinta de forma obligatoria.
Los males que el IAEDEN había pronosticado hoy se hacen una patente realidad: El deterioro de la calidad de vida del venezolano, evidenciado por el crecimiento inusitado de la inseguridad personal. La inseguridad alimentaria, evidenciada por el crecimiento progresivo de la dependencia alimentaria, la agonía del sistema productivo nacional frente a la economía de puertos y la merma de las exportaciones. El deterioro de la infraestructura nacional, patentizados por la debacle petrolera, el colapso del sistema eléctrico nacional y el de los sistemas distribución del agua. Por último el que se creía era el más improbable, el del establecimiento de un gobierno comunista en el país.
Lo verdaderamente triste es que después que el país ha recibido un ingreso que se acerca al billón de dólares (Un millón de millones y no el billón anglosajón de mil millones) y once años de desaciertos en todos los ámbito, el Indice de Desarrollo Humano de nuestra población, haya crecido por debajo del promedio del resto de los países latinoamericanos en el mismo lapso y ocupemos todavía el puesto número 28 en el índice de pobreza humana del mundo en desarrollo del mismo informe, detrás incluso de nueve países latinoamericanos que han tenido ingresos inferiores al nuestro.
La semana pasada, escribí sobre como veía el Presidemente del país el problema de la inseguridad personal y como en plena explosión de desfachatez se atrevía a comparar la existente en Estados Unidos con la existente en Cuba, “pasando por bolas” a Venezuela.
No había pasado el estupor de las declaraciones que hiciera sobre la inseguridad en USA y en Cuba, cuando reunió su “Consejo de focas Ministros” para volver a hacer el ridículo internacional con una nueva payasada al hacer sus recomendaciones para solucionar el problema de la escasez de agua en el país y para dar una salida al atolladero en el que se encuentra a propósito de las crisis eléctrica del país.
La caída de las siete torres de las líneas de transmisión eléctrica de 750 Kv en el tramo San Jerónimo – Valles del Tuy, hecho el cual fue adjudicado a “fuertes vientos” en la zona y a problemas de inestabilidad del terreno, por el Presidente de CORPOELEC, en tiempo record y sin que mediara estudio de seguridad alguno, aunado a que la vegetación de la zona no presenta indicios de actividad eólica intensa y que las bases de las torres se mantuvieron intactas, no hace más que confirmar las hipótesis referentes a la falta de mantenimiento, que son de vieja data; que se hicieron evidentes durante el gobierno de Rafael Caldera y que en casi once años este gobierno no ha atendido.
La infraestructura nacional se está cayendo a pedazos. Bajo nuestro suelo, deterioradas tuberías rinden los últimos momentos de operatividad luego del vencimiento de sus vidas útiles. Torres eléctricas, cables, conexiones, sistemas, edificios, oleoductos, gasoductos, autobuses, camiones, etc hoy son once años más viejos sin que se les haya dado el mantenimiento necesario, solo la infraestructura nueva y antigua que ha servido a las campañas electorales se mantiene en los niveles de mantenimiento seguro.
No es una tontería, son 11 años, a los que habría que agregarle algunos del funesto gobierno calderista, el iniciador de toda esta debacle. Todo el dinero que debía invertirse en Venezuela se ha invertido en otros países. En el mundo en estos instantes se están gestando revoluciones con el dinero venezolano, en países donde se encuentran instauradas dictaduras, las mismas se están prorrogando su existencia con fondos del erario público nacional y en las antiguas potencias se están reflotando industrias quebradas por la corrupción y la voracidad socialista, con los recursos con que debería estar apoyando a la producción nacional.
Ahora el flamante Presidemente, el mayor demandante de dólares del país para su seguridad y sus viajes, el venezolano más costoso que ha tenido Venezuela durante toda su existencia, en Consejo de Ministros tomó las medidas necesarias:
Los venezolanos, menos el Presidemente, tendrán que poner de su parte para que todo se solucione. Tendrán que ahorrar agua, luz, comida, comprar menos, mantenerse sanos y sería mas saludable para ellos que hablaran menos y trabajaran más para poder ayudar a los Presidentes de los “países hermanos”.
Como el Presidemente debía hacer algo más al respecto, nombró un nuevo ministerio, el de la energía eléctrica, para que se encargara del problema eléctrico y asunto concluido. El que criticó la enorme cantidad de Ministerios existentes, 16 en 1998, de un plumazo eliminó 2 quedándose con 14 y armando una alharaca por el despilfarro que tan elevado número constituía, hoy ha creado el ministerio número 29 y contando, porque ante cada nuevo problema la solución será nuevo ministerio.
Otra de las medidas que le inspiró el instante frente a las cámaras fue la prohibición de la importación de artefactos eléctricamente ineficientes, lo cual abrirá un nuevo frente en su lucha contra el Imperio y el “capitalismo salvaje” que hace que los venezolanos despilfarren la electricidad.
Por buen camino va este embaucador convertido en Primer Magistrado de la República más mansa del hemisferio. En medio del socialismo que pregonaba pudo haber elegido como paradigma a un país menos demolido y sacrificado que Cuba, pero optó por éste y parece que lo va a lograr. Convirtió los problemas que heredó el viejo Caldera en una epidemia contra la que los venezolanos no tenemos vacuna.
A los problemas internos, el actual gobierno nos viene a sumar otros de orígen externo: De Colombia, la llegada para actuar libremente en nuestro país de las FARC y el ELN como representación radical del Movimiento Bolivariano. De Cuba, el “hombre nuevo cubano”, ideologizado para propagar un sistema aberrante y caduco, emergido de la miseria, el hambre y el miedo. De Ecuador y Bolivia, un movimiento indígena traumatizado por la explotación y la miseria, tratando de insertarlo en nuestra marginada población indígena para exharcerbar el odio en el noble corazón de nuestras etnias. De Centroamérica, los restos de las fracasadas revoluciones para refrescarlas, entrenarlas y equiparlas, para reexportarlas en el momento preciso, con miras a continuar la lucha fratricida en sus países. De Europa el club de amigos de El Chacal para premiarlos por sus hazañas contra la humanidad. Y lo más peligroso, del lejano y medio oriente, nos trae envuelto en papel de regalo, el cual abrirá cuando todas las condiciones estén dadas, frente al asombro general, el más virulento y extremo fundamentalismo islámico, que según el Presidemente, acabará con “El Imperio”, pero que según los entendidos del tema, en su furia contra el occidente infiel, arrasará también con el mensajero.
Así, veo que las cosas en mi querido país poco a poco van tomando el rumbo que los comunistas internacionales habían planeado para la patria de Bolívar mucho antes de que Chávez apareciera en la escena, de tal manera que no lo culpo por la totalidad de nuestra desgracia, culpables de ella somos todos, nuestras generaciones, nuestros gobernantes. El trabajo viene desde mucho antes y el actual Presidemente de Venezuela solo es un peón en el intrincado, paciente y articulado trabajo de socavamiento de nuestra resistencia a la implantación del comunismo, pero todavía falta mucho para que se pueda materializar el trágico final reservado por Fidel Castro para Venezuela.
Mientras tanto, de lo que si estoy seguro es de que antes de que despierte el país, veremos en Venezuela escenarios que solo institutos como el IAEDEN hipotéticamente establecieron y contra los cuales se formaron nuestras Fuerzas Armadas y la clase dirigente de nuestro país. No creo que solo 11 años de soborno y chantaje hayan borrado todo lo erigido durante nuestra historia republicana. Tal vez la inminencia de que ocurra alguno de estos desastres o la vivencia del ingreso al comunismo por la puerta de la ruina termine por sacudir la fibra dormida del venezolano indiferente.