Hugo Chávez tendrá que responder por la desgracia que esta atrayendo hacia nuestro país.
En repetidas oportunidades he opinado en contrario a muchas personas acerca del intelecto de Hugo Chávez, señalando que el mismo sería extremadamente limitado y que la imagen proyectada al público solo corresponde a la que su entorno, con grandes esfuerzos ha tratado de crear y mantener a lo largo de todos estos años, imagen contra la cual el primer conspirador es el mismo Chávez. Y nuevamente lo sostengo: Hugo Chávez es el mandatario de Venezuela más ignorante y bruto que haya existido y que posiblemente pueda existir en lo que queda de vida del país.
Su enorme capacidad para hacer las cosas peor de lo que podrían salir, se ve reflejada diariamente en sus acciones. Gobierna el país en base a un libreto mal copiado de dictadores cuyos errores los llevaron a la muerte violenta o a la cárcel, cuando no, a ser señalados por el dedo acusador de la historia y de algunos que aún subsisten sobre la agonía de sus pueblos; su trayectoria como Estadista es un refrito en el que podemos encontrar elementos comunes entre Hitler, Mussolini, Juan Vicente Gómez, Cipriano Castro, Fidel Castro, Bouteflika, Sadam Hussein, etc.
Su escasa capacidad de discernimiento no le permite madurar una idea y callar ante la posibilidad de vengarse de sus antagonistas “enemigos” y fácilmente deja al descubierto sus intenciones develando sus planes, tal vez al sentirse completamente invulnerable e inalcanzable para la justicia. Su prepotencia le hace creer que lo sabe todo y en su delirante manera de apreciar las situaciones que a diario se le plantean, muchas veces por no esperar el consejo oportuno de sus asesores políticos y militares, se expone al mayor de los ridículos, y se atreve a ordenar movilizaciones militares que ponen en aprietos a la casi inexistente maquinaria logística de las Fuerzas Armadas, verbo y gracia, la orden impartida para que el defenestrado ministro evangélico colocara diez batallones en la frontera con Colombia, movimiento motorizado que no logró poner en el tiempo ordenado ni un solo batallón en el lugar preciso y que para el momento en que se dejó sin efecto la orden, solo la había materializado al 100% tres batallones.
Uno de los peores defectos que lo adornan es el de escoger impulsivamente a sus asesores y en muchas oportunidades, al aceptar los que partes interesadas le sugieren, lo cual coloca a nuestro país en manos de un a auténtica ruleta rusa. En cualquier “Aló Presidente”, una “inspiración divina” hace que la recomendación de la “comandante fosforito” o de Lina Ron, se convierta en una política de Estado y que una andanada de órdenes incoherentes comiencen a fluir y es cuando, como dicen sus ministros, comienza “la paridera”, pero nadie lo contradice o trata de hacerle entrar en razón, porque con cada orden, comienza a circular el dinero a manos llenas y si en poco tiempo se da la contra orden, pues también se necesita dinero para deshacer lo andado.
Así, internamente el gobierno de Hugo Chávez haciendo honor al apellido del mandamás, anda todo “deschavetado” y no por culpa de todos los que lo conforman. Actualmente existen algunos funcionarios gubernamentales en todos los niveles que no merecen ser llamados chavistas por lo excelente de sus ejecutorias, mientras que una gran mayoría, solo desempeña funciones de gobierno en su incesante búsqueda para enriquecerse o para poder soportar el tren de vida en el que se han embarcado, gracias a la ceguera, que no lo es tanto, sino conveniencia, del mismo Presidente de la República.
Pero que una nueva casta de “Boliburgueses”, como han sido bautizados, se encuentre en medio de la más frenética “batalla” emprendida para la desertización del erario público bajo el manto de la impunidad tendido desde la presidencia del país, no es tan grave, como la posibilidad de que el irresponsable que conduce la política exterior del país, pueda arrastrar a todo un pueblo hasta eventos nunca registrados en los anales de nuestra historia o de cualquier país de nuestro continente.
Y tal posibilidad, en la medida que los días transcurren comienza a abandonar el terreno de las ciencias probabilísticas para adentrarse en indeseable realidad del socialismo del siglo XXI. El máximo imprudente del país, ha osado suscribir durante sus visitas a países “enemigos” de la cultura occidental, acuerdos de irrestricto cumplimiento por parte de nuestro país, mientras que bajo el velo del secreto podría haber comprometido a nuestra patria mediante pactos cuya “traición” podría traer castigos implacables contra los venezolanos.
En su incontenible verborrea ha declarado “la guerra” al los Estados Unidos desde países adversos a dicha nación y se ha permitido jugar con el público de dichos países, infiltrando en sus sociedades a fuerza de dinero el ofrecimiento de un liderazgo en la guerra final contra “el Imperio”… pero: Hace unos días presenciamos el asedio que le hiciera al Presidente Obama en la cumbre de Trinidad, en la que al fin vio cumplido su sueño de ser “tomado en cuenta” aunque prácticamente a la fuerza. Es increíble que días luego de la reunión, cuando ante el mundo fue evidente el rol de sumisión que jugara Hugo Chávez, tanto este hombre como algunos comunicadores sociales de su tendencia política, se han dado a la tarea de “desinformar” a los venezolanos, aduciendo tal actitud como la respuesta a la amabilidad de Obama e inclusive a que éste fuera el propiciador de todos los contactos físicos entre ambos.
Tal vez los venezolanos, acostumbrados a las órdenes y contra órdenes de Chávez, a sus constantes cambios de dirección y traiciones, así como a sus cambios radicales de conducta, su actuación en cualquier escenario no nos sorprende en lo más mínimo y ya nos hemos acostumbrado a la inconsistencia de su palabra, pero no es el caso de otras culturas y otros pueblos. Algún día, quienes desde el lejano oriente esperaban ver a un aguerrido Hugo Chávez caminando sobre las cenizas de “El Imperio”, querrán cobrarnos, más que su cobardía, el haberlos engañado. La propaganda del ídolo occidental profusamente colocada en cuanto espacio disponible había en las calles de Palestina, Damasco o Teherán, se volverá contra el traidor, los infiltrados en nuestro país se tornarán incontrolables y el único responsable ya no estará aquí para asumir su culpa. Tal como lo ha hecho en los momentos apremiantes rendirá sus banderas, solo que como ya lo ha dicho, ya no es “el mismo pendejo de antes”, en el futuro que le depara su irresponsabilidad, la intención develada en sus palabras es la de la más cobarde huída hacia la seguridad del aliado de turno.