martes, 17 de enero de 2012

Pánico en Miraflores


Perder el poder les asusta, pero aún más, el tener que rendir cuentas.

Mantenerse en el poder frente a un país inerme durante 13 años ha resultado fácil para el chavismo, pero lo que ha sido muy difícil y que se convirtió en un símil de la leyenda mitológica de Sísifo, ha sido tomar el control total de la vida de los venezolanos. Muchos han sido los embates que ha lanzado contra nuestro pueblo este voraz gobierno, el cual se ha mantenido en el poder tan solo por el pacífico empeño de los venezolanos en tratar de llevar en socialismo la vida que acostumbraron por años y no como resultado de la sistemática aplicación de los métodos comunistas utilizados en otras latitudes para subyugar a los pueblos.
El Sísifo venezolano.
Afortunadamente para los venezolanos, gracias a la imposibilidad del gobierno para acudir al método violento que se conoció en Cuba, la tardía pero efectiva condena internacional a las violaciones de los Derechos Humanos en Venezuela, el avance de la tecnología y las comunicaciones, la resistencia de algunos grupos, gremios e individuos a sucumbir, aunados a la ineficiencia, avaricia, mediocridad y cobardía de los súbditos de la Corte de Miraflores, han hecho que la película venezolana ruede luego de tantos años en cámara lenta, hasta el punto en que la roca que empuja el Sísifo criollo nunca alcanza la cima de sus aspiraciones, sino que por el contrario, en vez del gobierno hacer esfuerzos para empujarla, más bien hace desesperados intentos para evitar ser aplastado por el peso de su martirio revolucionario.
Pareciera otra coincidencia con el mito, el carácter punitivo que adquiere el obstinado esfuerzo del gobierno para “coronar” su proyecto revolucionario, a pesar de los retardos, paradas abruptas y retrocesos que ha sufrido todos estos años, frente a la empinada cuesta que representa la voluntad de los venezolanos. Para colmo, tal castigo al chavismo se agrava en uno de esos momentos en que parecieran acercarse a la meta, cuando al sometido a la penuria, tal como en la mitología, los dioses le añaden una enfermedad, para el Sísifo de la historia una ceguera que eternamente lo acompañará en su castigo y para Hugo Chávez algo peor, que no augura sufrimiento eterno ni de larga duración, sino más bien un final prematuro o a mitad de la cuesta. Diríamos que en términos militares que el chavismo aunque alcanzó la victoria, no ha ha podido consolidar el objetivo, y por “los vientos que soplan”, cada vez se aleja más de consolidarlo, hecho que le arrebata el carácter victorioso para adjudicarle el de “intento fallido” por alcanzar el poder total.
Ahora que el chavismo parece “ahogarse en la orilla”, comienza de nuevo el acostumbrado despliegue de advertencias, amenazas e intimidaciones para evitar que la oposición, ubicada en la senda correcta, la electoral, no incurra en el error de cambiar hacia la vía “De Facto”, posibilidad que ni el más desprevenido aprendiz de analista político podría considerar.
Pero tales advertencias del gobierno no solo no tienen fundamento, sino que forman parte de una operación psicológica de desinformación dirigida tanto hacia la población civil como a las Fuerzas Armadas, para sembrar en el subconsciente de todos los venezolanos enemigos inexistentes. Pareciera que el Sísifo venezolano está empujando de nuevo la piedra, pero esta vez el miedo que se le devuelva definitivamente y para siempre lo está alejando de su propósito inicial. Así será el miedo de Hugo de perder definitivamente su roca, contagioso por cierto, que el cáncer que amenaza con aniquilarlo es nada, comparado con la idea de la pérdida del poder. Tal vez por eso su frase “Que es un cáncer pa’ mi?”
El día que se les devolvió la  roca.
En este orden de ideas, el pasado 12 de febrero se convirtió en un día nefasto para el chavismo, el cual se nota confundido y más ineficiente que nunca.  Ese domingo, la roca chavista rodó cuesta abajo un buen trecho, tanto que el mismo Tribunal Supremo de Justicia tuvo que salir al rescate, el por cierto generó más desasosiego en el chavismo debido a que en su premura cometió una serie de exabruptos en los que arrastró al máximo tribunal del país al pantano político.  Como consecuencia inmediata de su improvisado intento de reeditar la “lista Tascón”, en el seno del TSJ se produjo una extraña sentencia con un año exacto de anterioridad, no solo al hermoso acto electoral cuyo resultado se buscaba empañar, sino a la solicitud del solicitante, el señor Rafael Velasquez.
Tan confiado estaba el gobierno de que el resultado de la votación iba a ser tan bajo como sus analistas lo estaban pronosticando, que no habían pensado en ponerle la mano a los cuadernos de votación para amedrentar a los “pocos” venezolanos que iban a votar.  Es solo ante la magnitud de su error de apreciación, que deciden tardíamente usar un procedimiento de emergencia, siendo el más expedito el de acudir a sus cancerberos del Tribunal Supremo.  El miedo los había paralizado.  Su cerebro y sus miembros dejaron de funcionar por más de 24 horas.  La confusión en Miraflores habla más del miedo que de la desorganización de la cual adolece la revolución enferma de cáncer como su mal llamado “líder”.
Con dificultades en el último round.
A la altura en la cual se encuentra la vida política venezolana, que un gobierno, con 13 años en el poder, poseedor de la chequera petrolera más abultada de la historia económica venezolana, amo de los demás poderes del Estado y para colmo con los servicios de inteligencia cubano y venezolano a su servicio, equipados con la última generación tecnológica en la materia, se manifieste sorprendido e inerme ante un hecho que debió ser previsto hasta por el más analista más inexperto y  resulta la evidencia más estremecedora de que el aire se le acabó justo cuando más le hacía falta. El gobierno y todos, pero todos su adláteres, se aferraron a la teoría más simple, la de que el pueblo les pertenece y que la oposición es un espejismo.  Cuan avestruz criolla, hasta los defensores más recalcitrantes de la revolución, se conformaron con pronosticas una baja participación e incluso, algunos hasta se burlaron por la inminencia de la suspensión del proceso de primarias, como si con eso salieran de todos los problemas en los que están metidos.
Ahora que se acerca el final de la pelea, como cualquier boxeador que se aleja del cuadrilátero el gobierno se alejó de la realidad de nuestro país y al volver a las cuerdas recibió un derechazo ante el cual no sabe que hacer.
La voluntad popular y el encomiable esfuerzo de una Mesa de la Unidad que nunca perdió el norte, ha propinado el golpe más fuerte que ha recibido el gobierno en su larga data de usufructo de un poder efímero.  En Miraflores hay pánico, pero también lo hay en muchos otros lugares pintados de rojo.  La hora de rendir cuentas se acerca inexorablemente.  Frente a un chavismo teme perder porque tiene mucho que perder.  Venezuela por el contrario, tiene mucho que ganar.