Al leer algunos de los correos de las computadoras de Raúl Reyes publicados recientemente, inadvertidamente llegué a uno de ellos en el que se mencionaba a “Amin”.
Como de la mayoría es bien conocido, durante el año y medio que presté servicios a mi país, lo hice en calidad de Director Nacional de Identificación y Extranjería, período durante el cual, me vi en la obligación de recurrir al silencio ante las solicitudes “confidenciales” interpuestas por Ramón Rodríguez Chacín a favor de presuntos “colaboradores” del gobierno venezolano, de nacionalidad colombiana.
El guardar silencio, por supuesto no significaba que debiera cerrar mis ojos o cooperar ampliamente, por lo que al sospechar el tipo de personas a las que se favorecería, opté por dejar evidencia de los documentos que se les otorgaba y en algunos casos, tratar retardar o incumplir lo solicitado por quien los últimos cuatro meses de gestión fue mi jefe, el Ministro del Interior Rodríguez Chacin.
Como tal vez lo haya relatado anteriormente, mi inquietud por formar parte de una estructura que estaría apoyando a mi enemigo natural, como lo era la guerrilla colombiana, me llevó a sumarme a los miles de venezolanos que aun desde antes del 11 de abril del 2002 avizoraban un futuro obscuro y siniestro para nuestro país bajo el gobierno de Hugo Chávez. Tal sentido de lo erróneo y de lo ilegal, me llevó a expresar el mismo 11 de abril mi posición y con tal expresión sellé el destino que he tenido que correr los últimos 9 años.
Una vez fuera de la DIEX y convertido en un opositor abierto al régimen, comencé a investigar a los destinatarios de los documentos que tramitara Ramón Rodríguez Chacín y al mismo tiempo a mostrar mi cara como el personaje tras bastidores que facilitara alguna información a parlamentarios de la oposición venezolana mientras los lazos de la disciplina y la subordinación no me permitían hacerlo personal o directamente. De tal manera que, al hacer denuncias públicas e inclusive ante la Fiscalía General de la República contra Ramón Rodríguez Chacín, los organismos de inteligencia internacionales comenzaron a desatar los hilos que clandestinamente desde el mismo fueron tejiendo desde Venezuela algunos personajes del gobierno, producto de lo cual, poco a poco comenzaron a caer algunas máscaras de quienes protegían a terroristas en nuestro territorio, como por ejemplo Rodrigo Granda Escobar.
Toda la información que presentara a los medios de comunicación venezolanos fue negada o ignorada por el gobierno y en su defecto, considero que me convirtió en intocable para el régimen, hasta el punto que nunca fui citado a propósito de tales declaraciones. En tales denuncias llegué a mencionar a algunos de los intermediarios de Ramón Rodríguez Chacín, como lo fueron los hermanos Herrera, funcionarios de la DISIP que se comportaban como sus empleados, pero nunca mencioné a alguien a quien uno de ellos me presentó, un día que no ubico cronológicamente, mientras asistía a una reunión en la sede del Ministerio de Relaciones Interiores. Presumo que fue entre febrero y abril del 2002, pues para la época ya Rodríguez Chacín había sido designado Ministro. La persona que conocí, me fue presentada como “Amín. Es posible que hoy me coloquen a la misma persona en frente y no la pueda reconocer, debido a lo fugaz del encuentro.
Habiendo transcurrido más de nueve años de ese momento, mientras leía algunos de los correos encontrados en las computadoras de Raúl Reyes, traté de buscar alguna mención en estos sobre mi persona, y encontré en un email dirigido por Iván Márquez a Manuel Marulanda y a Raúl Reyes en fecha 16 octubre 2002, aparece mencionado en el mismo texto el misterioso Amin y Rodrigo Granda. El email comienza así: “Amín y Ricardo llegaron ayer al medio día en helicóptero y hoy fueron recogidos en la mañana por el mismo aparato. Planteamientos del hombre: 1- Durante el golpe y luego del 11 de abril algunos funcionarios se les voltearon, entre ellos, el director de la Diex, Marcos Ferreira, quien diligenciaba visas y pasa portes de los nuestros. Este tipo" prendió el ventilador "en una rueda de prensa y empezó a salpicar a mas de uno por su relación con nosotros. Amín no tuvo otra alternativa, que quemar las evidencias y por esta vía los nuestros allá se quedaron sin documentos”.
En los correos antes citados, Amín aparece mencionado en 141 oportunidades, en las que su peso en el gobierno venezolano sobrepasa el de un simple comisario de la DISIP, gracias a su papel de intermediador con las FARC y como elemento fundamental en la seguridad que se le prestaba en Venezuela a Rodrigo Granda Escobar. En éstos también aparecen más datos de los que podría disponer la opinión pública venezolana, como por ejemplo el siguiente, del mes de enero del 2005, “Según nos comentó Tino Amín fue despedido de la DISIP y lo están investigado por corrupción y su posible participación en el caso del asesinato del fiscal Danilo Anderson”.
Un nuevo dato sobre el destino de Amín lo relatan la esposa y la hija de Rodrigo Granda en un correo a Raúl Reyes en enero del 2005, luego de que en una operación de inteligencia éste fuera capturado, “Otro dato, según Tino, es que Amín está trabajando ahora con el DIM. Y según un amigo que tiene Tino en esas filas, se está investigando a agentes de la DISIP que pudieron haber estado involucrados en el engranaje de la operación”
En otro correo del 20 de febrero de 2005, donde se menciona a Amin, Iván Marquez le menciona a Raúl Reyes algunos detalles sobre la reunión entre el Presidente Uribe y Hugo Chávez en Caracas “Se sabe que el presidente Uribe le presentó formalmente un reclamo a Venezuela por la amistad de algunos funcionarios del gobierno con la insurgencia colombiana. Concretamente presentaron 10 nombres: Freddy Bernal, Amílcar Figueroa, Hugo Carvajal, Ronald Blanco La Cruz, Julio Montes, Amín, Cheo, Ramón Moreno, Wilfredo Silva… ”
En un nuevo correo de Iván Marquez a Raúl Reyes, fechado 27 de marzo del 2005 se puede leer “Al negrito Amín lo tienen en “el enfriador” por orden del presidente, pero ha sido reasignado al equipo de seguridad de Julio Montes“.
Al final de los correos, se percibe que el misterioso Amín terminó su aventura con las FARC como “cartucho quemado”, en el sentido que por una parte se granjeó su desconfianza y por la otra, a nivel de gobierno venezolano terminó investigado por corrupción, despedido de la DISIP y luego de la DIM, para quedar relegado a la función de simple guardaespaldas de Julio Montes, no obstante que se le proteja debido a la información que posee y que le ha valido pasar de ser un simple hombre en las sombras, a un componente del listado de terroristas de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.