La ignorancia de algunos gobernantes, mas que de sus pueblos, abonan el camino.
El desarrollo de la última Asamblea General de las Naciones Unidas, debería encender las alarmas de los pueblos civilizados del planeta. Al contrario que el gobierno venezolanos, cuya política “candelita que se prenda, candelita que se apaga” es aplicada inmediata y enérgicamente, la ONU aparentó ser una apacible playa repleta de felices veraneantes, quienes impasibles contemplan el espectáculo de la distante ola que se vislumbra en el horizonte, ignorando las miles de toneladas de agua que instantes más tardes borrarán sus vidas de la faz del planeta.
Definitivamente hay que imponer orden en el mundo. Tanto la OEA como la ONU, se olvidaron de las misiones para las cuales fueron creadas. Bien lo han dicho quienes redundando han manifestado, que estas organizaciones son solo “un cascarón vacío”.
Basta con ver la asimetría con que es tratado por la OEA el caso de Honduras, donde se aplicó de la norma constitucional para evitar que uno de los poderes constituidos devorara a los demás, frente a otras naciones, donde la misma situación ocurre ante la mirada indiferente de la comunidad internacional. El papel de la OEA se confinó en la defensa de la “legitimidad por elección”, abriendo la puerta a la transformación de gobiernos legítimos en gobiernos “de facto” y negando la posibilidad de reversión del proceso por otra vía que no sea el electoralmente imposible.
Como si esto fuera poco, por otra parte la ONU pareciera que no tiene la capacidad de mirar hacia América, donde poco a poco van incubando los peligros que ya son evidentes en Europa, Asia y África, y se van tendiendo los puentes para el abordaje de los piratas que degollarán a nuestra civilización. Si hay gobiernos, pueblos e individualidades que ven la situación claramente y se manifiestan abiertamente en contra, pero otros, callan deliberadamente frente al juego de sus circunstancias.
Patéticamente real y crudo, retumbó en los espacios de las Asamblea General de la ONU, el discurso del Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu, cuando dramáticamente recordó el propósito de la creación de la ONU luego de la Segunda Guerra Mundial: La prevención de la ocurrencia de calamidades similares a la propia guerra y a uno de sus pasajes más horrendos, el del Holocausto. Netanyahu atribuyó al “asalto a la verdad” la desviación de la ONU de tal objetivo, cuando se refirió al discurso del día anterior del Presidente Iraní.
Muy acertadamente Netanyahu dijo, al referirse al peligro irani: “Este régimen iraní está alimentado por un extremo fundamentalismo que apareció en la escena mundial hace tres décadas, después de mantenerse dormido durante siglos. En los pasados treinta años, este fanatismo ha barrido al globo con violencia asesina y con una imparcial sangre fría en la elección de sus víctimas. De forma cruel mató salvajemente a musulmanes y cristianos, a judíos e hindúes, y a muchos otros. Aunque compuesto por diferentes ramas, los adherentes a este nada indulgente credo, buscan retrotraer a la humanidad a los tiempos medievales.
Ahí donde pueden, imponen una atrasada sociedad regimentada, donde las mujeres, las minorías, los homosexuales o cualquiera no considerado como un verdadero creyente, es brutalmente subyugado. La lucha contra este fanatismo no enfrenta fe contra fe ni civilización contra civilización. Enfrenta a la civilización contra la barbarie, el siglo XXI contra el siglo IX, a aquellos que santifican la vida contra aquellos que glorifican la muerte.”
Con todos los elementos de jucio en sus manos, clamó “El más urgente desafío que enfrenta esta institución es impedir que los tiranos de Teherán obtengan armas nucleares. ¿Están los estados miembros de las Naciones Unidas preparados para este desafío? ¿Confrontará la comunidad internacional al despotismo que aterroriza a su propio pueblo mientras éste se alza valientemente por la libertad?”
Pareciera que la ONU, encandilada por los cuantiosos recursos que el eje del mal invierte en su funcionamiento y que podrían desaparecer gracias a su radicalismo, lo cual no ocurriría con las naciones occidentales caracterizadas por la simple advertencia y la acción vacía, no está dispuesta a correr riesgos. Si ustedes observan, tanto la OEA como la ONU ven a sus “víctimas” en kilómetros de superficie y como Estados: Para ellos Israel solo es una mancha en el mapa del medio oriente de 27.800 Km2 y Honduras en Centroamérica, de 112.492 km2. Cuanto aportarán esos países a las citadas organizaciones?. Lo que si es un hecho, es que ya Estados Unidos, desde el 2000 ha reducido sus aportes a la ONU y ha advertido sobre recortar los a la OEA, que estaban alrededor del 60% del total que recibe el organismo, si era admitida Cuba en su seno.
La inacción de estas organizacines, fue la que permitió que tal y como lo hizo en su discurso “Holocausto, la mentira sagrada de Occidente” en la Universidad de Sharif, Teherán, en enero del 2009, Ahmadineyad se presentara en la Asamblea General de la ONU el pasado 24 de septiembre para mentir descaradamente negando el holocausto de los años 40, ocultando ante el mundo la realidad iraní, pasando por alto en su intervención, que es el país que más apoya el terrorismo, con ayuda financiera y entrenamiento a militantes chiitas en Iraq, talibanes en Afganistán y organizaciones terroristas como Hamás, Hezbolá y la Yihad Islámica.
Ni siquiera por respeto a uno de los aliados, Argentina, del occidental más cercano a su corazón, Hugo Chávez, explicó por que razón nombró Ministro de la Defensa a Ahmad Vahidi, buscado por Interpol y acusado de ser el autor intelectual del atentado contra el centro comunitario AMIA en Argentina en 1994, que causó 85 muertos y cientos de heridos.
También permitió que Hugo Chávez volviera a provocar risas con el chiste del olor a azufre en el podium de los oradores e hiciera apología al magnicidio contra el Presidente Obama, por lo menos como califican las instancias judiciales en Venezuela cuando se trata de criminalizar a la oposición al gobierno.
La ONU y la OEA en total y absoluto descuido de sus funciones, están auspiciando las mas inquietantes alianzas entre países como Irán y latinoamericanos como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua, a sabiendas que se convertirán en un futuro muy cercano en puntos de origen desde los cuales se atentará contra los más elementales valores, libertades y derechos humanitarios, como nunca se ha visto en el continente.
El fuerte discurso de Netanyahu, para quienes analicen su contenido y dimensionen justa y apropiadamente sus palabras, debe ser occidentalizado; debe hacerse empatía con el pueblo israelí, considerando que el terrorismo islámico ya está en el centro de nuestros países. Gobernantes irresponsables como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, así como organismos de seguridad ineficientes o complacientes con sus gobernantes, han abierto las puertas de América a los verdugos de su propia descendencia.
Tal como sentenció al final de sus palabras Netanyahu, “Creo que una tal paz puede lograrse. Pero sólo si desmantelamos las fuerzas del terrorismo, dirigidas por Irán, que busca destruir la paz, eliminar a Israel y derrocar el orden mundial. La cuestión que enfrenta la comunidad internacional es si está preparada para confrontar esas fuerzas o darles cabida”.
“Hace más de setenta años, Winston Churchill lamentó lo que él llamó la “confirmada imposibilidad de aprendizaje de la humanidad”, el desafortunado hábito de las sociedades civilizadas de dormir hasta que el peligro casi los supera. Churchill se lamentaba de lo que él llamaba “la falta de previsión, la falta de voluntad para actuar cuando la acción sería simple y efectiva, la falta de pensamiento claro, la confusión en aconsejar hasta que llega la emergencia, hasta que la auto preservación golpea el discordante gong”
“Hoy hablo aquí con la esperanza de que la evaluación de Churchill de la “imposibilidad de aprendizaje de la humanidad” por una vez pruebe ser incorrecta. Hablo hoy aquí con la esperanza de que podemos aprender de la historia – que podemos prevenir el peligro a tiempo. En el espíritu de las eternas palabras dichas por Joshua hace más de 3.000 años, seamos fuertes y valerosos. Confrontemos este peligro, aseguremos nuestro futuro y, con la ayuda de Dios forjemos una Paz duradera para las futuras generaciones”.
En nuestro país, la incapacidad de aprendizaje de la humanidad se refleja en la situación actual. Tal incapacidad está dada por la imposibilidad para recordar nuestro pasado y como lo he dicho antes, esa es la razón principal por la cual Hugo Chávez quiere borrar de la mente de nuestra población su historia. Mas atroz que el cerco de los Estados Unidos a Cuba es el cerco que le impuso a Cuba el régimen castrista; en Venezuela el cerco de Hugo Chávez es cada día mayor en torno a nuestra memoria y a nuestra percepción de la libertad. En tiempos de los gobiernos democráticos a medias, la gente se daba cuenta cuando los productos desaparecían del mercado y hoy ni lo perciben. La ineficiencia de los gobiernos anteriores hizo que desde la huida del General Marcos Pérez Jiménez los venezolanos se encerraran en las rejas de sus casas, hoy ya no notan que las rejas están en todas partes. Así va ocurriendo con nuestros valores y con nuestra percepción de la realidad y de la libertad.
Si dejamos que ocurra, cuando los pueblos latinoamericanos no recuerden ni de donde vinieron, los textos no dirán que hubo una segunda guerra mundial, sino una invasión de los imperios ruso y americano a los pueblos libres de Europa, las mujeres serán apedreadas en las calles por crímenes contra el Islam y como decía Netanyahu, cualquiera no considerado como un verdadero creyente, será “brutalmente subyugado”.
Si llegamos a permitir que esto suceda, será porque antes habremos permitido que sobre nuestras fecundas tierras la sangre de muchos inocentes sea derramada y cientos de holocaustos volverán a llenar de vergüenza al mundo, para que 30, 40 ó 50 años después vuelvan a ser negados, una vez que la imposibilidad de aprendizaje de la humanidad la haga cometer los mismos errores.