Todos los venezolanos, anti y pro-gobierno, sabemos que el chavismo es un movimiento profundamente deshonesto. La trampa es su distintivo y la corrupción es su principal arma.
El gobierno de Venezuela en manos del chavismo ha actuado de forma tan indecorosa en todos los asuntos que le concierne, desde la relación con su pueblo al cual ha engañado vilmente con la intención de mantenerse en el poder, hasta en sus relaciones con otros países, con quienes en medio de rimbombantes ceremonias ha firmado acuerdos insostenibles en el tiempo unos, e imposibles de cumplir otros.
En todas las facetas del ejercicio del poder del chavismo, existe un solo perdedor a la larga, nuestro país, nuestro pueblo.
De cara a un nuevo proceso electoral y habiendo probado el polvo de la derrota en las elecciones parlamentarias, especie de encuesta nacional en donde la oposición ganó aun cuando recibió menos curules en la Asamblea Nacional, el chavismo se prepara para lanzar un nuevo zarpazo que de no ser contrarrestado nos podría causar una nueva decepción.
Tareas impuestas y deducidas
Si algo aprendieron Hugo Chávez y los militares que asesoran a su gobierno, a su paso por los cursos militares que realizaron y de su experiencia personal, fue sobre planificación de operaciones militares. Y como tales, así se planifica todo dentro del gobierno. De allí su empecinamiento de librar “batallas” contra todo y de ordenar “misiones” para atacar cualquier problema.
En la planificación de operaciones militares, específicamente en el análisis de la misión, se consideran algunos pasos: Enunciado de la misión, finalidad, tareas, orden de las tareas, condiciones de ejecución y conclusiones.
En estos seis pasos, el tercero de ellos, las tareas, se dividen en dos tipos, tareas impuestas y tareas deducidas y es allí donde reside el peligro de las órdenes que imparte Hugo Chávez en forma de deseos.
Militarmente, cuando un comandante ordena el cumplimiento de una misión y su Estado Mayor cumple a cabalidad con todo el proceso de planificación, ante la posibilidad de prever un resultado desfavorable, puede llegar al punto de recomendar a quien comanda, reconducir la misión, adelantarla o posponerla ante lo cual el comandante debe tomar la decisión que considere conveniente. Ante el fracaso o el resultado desastroso de la misión, el comandante es quien carga con la responsabilidad y eso lo sabe desde el primer momento en que imparte la orden.
En el caso de Hugo Chávez, todas sus decisiones tienen características que las asemejan a las surgidas de una cuidadosa planificación, pero ello es solo una apariencia. La mayoría de sus órdenes son viscerales e inconsultas, pues su ego lo hace verse como un Napoleón tropical que maneja todas las variables y condiciones que harán que su “operación” sea exitosa.
Así lo hemos visto en sus programas y alocuciones, al impartir órdenes a sus “súbditos” incondicionales, cerrar cada una de sus “brillantes” ideas con la frase “Ahí les dejo la tarea”.
Si observamos detenidamente, Chávez en medio de canciones y perorata lanza lo que denominamos unas líneas gruesas y señala algunas acciones a realizar, que serían las tareas impuestas, pero con su frase “ahí les dejo la tarea” les está indicando que el cumplimiento de la misión tiene algunas tareas implícitas, que militarmente hablando son las “tareas deducidas”, las cuales en manos de elementos radicales representan muchas veces un verdadero peligro.
Chávez, a su estilo ha impartido muchas órdenes a sus seguidores. Una de ellas ha sido la de “ganar las elecciones” generando una serie de tareas deducidas en relación a las cuales pretende evadir su responsabilidad en caso de que deriven en catástrofe. Estas tareas deducidas, como su nombre lo indica, quedan al libre albedrío de los ejecutores de la misión y en consecuencia se hacen imprevisibles y peligrosas. Un ejemplo de la ejecución de tareas deducidas en el plano electoral es el fraude perpetrado en las mesas de votación donde no hay testigos de la oposición. Otro ejemplo valedero es el ataque de los partidarios del gobierno a la oposición durante la visita del candidato Enrique Capriles a Puerto Cabello.
Pero existen algunas tareas macro desarrolladas por súbditos de Hugo Chávez que constituyen complejas operaciones destinadas a satisfacer los deseos de su jefe, en las que no media ningún tipo de razonamiento ni atadura a principios morales ni éticos. Solo son acciones automáticas en las que solo basta que sus resultados sean favorables al gobierno, como lo es el caso de la utilización del Consejo Nacional Electoral para el logro de los fines del chavismo.
La lección de las Parlamentarias
Como todos sabemos, aunque las elecciones parlamentarias fueron desfavorables a la oposición, en términos absolutos produjeron una herida descomunal en el ego del chavismo, pues enseñaron el camino para un potencial triunfo en las presidenciales del 2012.
Las parlamentarias permitieron demostrar que a nivel de votos en Venezuela existen dos realidades, tal como lo recoge la Tabla 1: La de los centros de una y dos mesas que favorece al chavismo y que denominaremos Centros “A” y la de los centros de tres y más mesas, al que denominaremos Centros “B” donde el gobierno no tiene nada que buscar. Obstinadamente, cumpliendo con una de las tareas deducidas, el directorio del Consejo Nacional Electoral, amparado en el crecimiento del padrón electoral, creó 1.371 nuevos centros de votación en el territorio nacional tal como se muestra en la Tabla 2. Sin embargo llama poderosamente la atención, que al considerar el número de mesas por centro de votación, los que más aumentaron fueron los Centros “A”, que es precisamente donde gana el gobierno, los cuales tuvieron un incremento de 1.337 centros, mientras que para los Centros “B” se crearon solo 34, lo que indica que porcentualmente los Centros “A” constituyen el 97.52% y en consecuencia los Centros “B” solo representan el 2.48% de los nuevos centros.
El CNE convencido de que está haciendo lo mejor para que el chavismo descuente ventaja en los Centros “A” crea estos nuevos centros electorales en las mismas condiciones de los anteriores: Algunos de manera justificada en los sitios inhóspitos o zonas aisladas, pero otros en las principales ciudades, constituyéndolos en algo así como un punto de voto “express” para el chavismo.
Así por ejemplo, en el Distrito Capital se crearon 110 Centros “A” con 29.258 electores (104 de una mesa y 6 de dos). En Miranda, para atender a 23.053 creó solo 69 de ese mismo tipo de centros (59 de una y 10 de dos mesas). El objetivo de esta maniobra es más que evidente y es allí donde la Mesa de la Unidad debe velar porque se cumplan exactamente los procedimientos operativos establecidos.
En consecuencia la jugada del gobierno es clara y anticipada. El feliz resultado dependerá entonces de la integridad de nuestros testigos y en algunos casos hasta de una cierta dosis de valor para hacer respetar la integridad de nuestro voto.
Si bien la cantidad y tipo de centros es un indicador de las aviesas intenciones del “imparcial” CNE, las cantidades de electores que vienen asociados con dichos centros también constituyen una clara expresión que debe ser tomada muy en cuenta.
Si se observa detenidamente la Tabla 3 se podrá observar que del casi millón y medio de nuevos electores (1.343.469), 525.592 lo harán en los Centros “A” y 817.517 en los Centros “B”. Aquí puede observarse que en las parlamentarias del 2010 la proporción general era inferior, es decir, que mientras en el 2010 el porcentaje de electores ubicados en los Centros “A” era del 19.62%. Esta proporción sube para las presidenciales al 20.02% debido a que el porcentaje de nuevos votantes en los Centros “A” es del 39.15%.
Relación entre número de mesas por centro y votos obtenidos
Tal como se puede inferir de la Tabla 1, en las pasadas parlamentarias en los Centros “A”, que representaban el 57.93 de todos los centros el chavismo obtuvo el 60.6% de los votos, mientras que en los Centros “B” que constituían el 42.07 de todos los centros electorales, el gobierno obtuvo el 45.2%. Esta situación la podrá comparar más claramente en el Gráfico 1.
Querrá decir esto que para el 7 de octubre el hecho que la relación entre los Centros “A” y “B” aumentó un 3.97 como lo indica la Tabla 2 a 61.9% hará que el número de votos del chavismo aumente entonces un 3.97 en esos centros?
Definitivamente esto si podría ocurrir, tal como lo esperan el gobierno y el CNE, si la oposición no adopta las medidas necesarias para resguardar el voto. Estos resultados se darán “si y solo si” en esos centros que denominamos “A” se deja que el chavismo actúe a sus anchas y desarrolle sus tareas deducidas.
Si se efectúa una proyección aplicando a los nuevos electores los porcentajes alcanzados en las parlamentarias en los dos grupos de centros antes mencionados, tendríamos un resultado adverso con respecto a estos nuevos votantes de 52,941 votos por debajo del chavismo, esto como producto de la notable ventaja que obtiene el gobierno en los centros de una y dos mesas. No obstante, si se aplican los índices de abstención y votos nulos, esta ventaja se reduce en el segmento de nuevos votantes.
A la postre, aun con alguna desventaja en los nuevos votantes, se podría mantener una precaria diferencia a favor de la oposición en caso que el 7 de octubre se den las siguientes condiciones: Que los indices o porcentajes sean los mismos que se registraron en las elecciones parlamentarias; que el sector chavista repita como tarea deducida la fraudulenta usurpación del derecho al voto de los ausentes y que se mantengan igualmente los índices de abstención, votos nulos y votos por los otros candidatos o partidos.
Quiere decir esto que el gobierno Hugo Chávez se va a salir de nuevo con la suya?
Rotundamente no! Afortunadamente, la situación política para el 7 de octubre no es la misma que para el 26 de septiembre del 2010 y muchísimo menos parecida a la imperante en las presidenciales del 2006 o para el Referéndum Revocatorio del 2012.
En todos esos procesos nos estuvieron administrando la “misma medicina” mientras el fantasma del fraude electrónico era sembrado en la mente de los venezolanos.
Desafortunadamente muchos de los que disienten de Chávez se hicieron eco de esta falacia sin saber que estaban contribuyendo a transmitir el desánimo en los demás: Recuerdan cuando se dejó el 100% de la Asamblea Nacional en manos del gobierno. Solo cuando se tomó conciencia de que había que pelear hasta el último voto retomamos el camino. La situación actual es muy distinta y a cada día que transcurre las perspectivas van variando. La intención de voto de los venezolanos se ha ido modificando paulatinamente y si tomamos como punto de partida el hecho electoral más reciente, que son las elecciones parlamentarias del 2010, la única opción de triunfo del gobierno es la de aumentar su volumen de votos, lo cual es una tarea cuesta arriba, pues tiene que cargar con los males que sobre su propio electorado ha traído como resultado de su ineficiencia y su falta de transparencia.
La base de la que parten las aspiraciones el PSUV se encuentra mal fundamentada pues el director de estrategia electoral Francisco Ameliach pretende apoyarse en los resultados de las presidenciales del año 2006. Esto sería equivalente a que la oposición tuviera como candidato en este momento a Manuel Rosales, enfrentando a un Hugo Chávez en plenitud de condiciones y que el tiempo se haya detenido para los venezolanos. Ameliach pasa por alto todas las calamidades sociales ocurridas en estos seis años transcurridos. En el 2006 a ningún sindicalista chavista se le hubiese ocurrido pedirle reivindicaciones laborales a Chávez en un foro. Las empresas de Guayana no habían colapsado y el problema eléctrico no había comenzado. Tampoco había perdido el apoyo de gobernadores como Henry Falcón y el “Gato” Briceño.
Internacionalmente Chávez era más popular, su influencia crecía hasta el punto que al dúo Correa-Morales en Bolivia y Ecuador le estaba saliendo competencia en otros países como Honduras. En pleno 2012 la detención y el retroceso de su prestigio fundamentado en su chequera es evidente. A partir del fracaso por instaurar sus métodos en Honduras, comenzó su fase de involución, en el 2012 se encuentra frente a la posibilidad más clara de perder el poder. Ni siquiera las encuestas recrean el escenario del año 2006, pero obstinadamente el chavismo intenta que la realidad se amolde a sus deseos.
Nuestras posibilidades
El panorama con Capriles no podría ser más alentador. Su campaña no puede ser mejor conducida. Solo en algunas oportunidades, los intentos del gobierno por sabotear sus presentaciones públicas han alcanzado relativamente su objetivo, pero en la mayoría se han estrellado con el vigor de una campaña joven, fresca y arrolladora.
Los eventos de Puerto Cabello lo fortalecieron, la violencia empleada por los seguidores del gobierno resultó contraproducente. Las imágenes de Capriles subido en un peñero y entrando a Puerto Cabello le dieron un impulso a su popularidad, gracias a que el chavismo emprendió una mala tarea deducida o una tarea mal deducida. Las concentraciones de la oposición son cada día mayores y lo más importante, casi su totalidad es de jóvenes, quienes en las cuentas que saca el chavismo son suyos.
Tal como lo indican los números de las tablas presentadas anteriormente, la mejor encuesta son las parlamentarias, lo cual le coloca un piso sólido a Capriles en el orden de los 5.700.000 votos, mientras que el piso de Chávez que sería de unos 5.450.000 votos proviene de una serie de microfraudes perpetrados en los Centros “A” y cuya incidencia el CNE pretende aumentar con nuevos centros en vez de colocar nuevas mesas en centros ya establecidos, creando como se dijo anteriormente, centros electorales exclusivos para el chavismo.
La presencia de testigos de mesa en estos centros detendrá una buena cantidad de estos microfraudes. Para el 7 de octubre los 8.468 Centros “A” existentes tienen un total de 10.769 mesas; por cada voto fraudulento que se impida en cada una de esas mesas, el chavismo 10.000 votos. Por su parte la oposición en el exterior podría aportar unos 50.000 votos de los 100.495 inscritos en el Registro Electoral Permanente.
Sacando estas sencillas cuentas, la oposición tendría casi un 52% de los votos sobre 11 millones de votos válidos. Se estima que asistirá a votar una cifra muy aproximada a los 14 millones de electores, sector en el que el chavismo tendría que obtener una ventaja mayor a los 500.000 es decir un 60%, porcentaje que solo alcanza en los centros “tramposos”.
En una mezcla de percepciones e indicadores numéricos, el panorama del chavismo se torna hora tras hora más sombrío. A esto debemos sumarle la enfermedad de Chávez, quien realmente si está enfermo física y mentalmente, pues su cáncer puede darle una sorpresa en cualquier momento y sus depresiones son cada vez mayores y más frecuentes.
Una apreciación personal
Desde que surgió la teoría del fraude electrónico, fui uno de los detractores de dicha tesis pues considero que solo estuvo destinada a distraer la atención del verdadero foco del fraude. La manipulación del REP no rinde frutos si no pasa por las mesas de sufragio. Con testigos instalados en todas las mesas y si la oposición hace bien su tarea, Capriles obtendrá un mínimo del 53% de los votos, salvo que colapse la maquinaria chavista, donde un porcentaje mayor podría verse.