domingo, 30 de mayo de 2010

"Desgraciado el país que necesita héroes".Bertolt Brecht (1898-1956)

Lo que muchos venezolanos piden nos son héroes, sino mártires.

El autor de la cita, fue un ciudadano alemán común y corriente, cuya forma de expresarse frente a los movimientos Nacional Socialista y el Fascismo fue la poesía y el drama. Bertold Brecht debió huir de Alemania hacia Dinamarca en 1933 cuando Hitler tomó el poder, en 1939 cuando la guerra era inminente emigró a Suiza, luego, cuando Hitler invadió Noruega y Dinamarca en 1940 huyo a Finlandia y allí debió esperar hasta 1941 cuando obtuvo una visa para los Estados Unidos.

Este fugaz repaso de la vida de Bretch sería irrelevante si no existiese un contexto político, social y económico en algún lugar o época que ameritara la invocación de la cita que hoy sirve de título a mi artículo.

Dolorosamente, existe el contexto y el país. Una coyuntura histórica afecta mi Patria en la actualidad y desde hace ya un buen tiempo: casi once años. Once años que ya se acercan a los doce en los que ejerció el poder en Alemania Adolfo Hitler y en los que lo único que hizo fue llevar, en los últimos seis años, el horror a casi todos los rincones de Europa y el dolor a millones de familias en casi todo el mundo, en uno de los episodios más sombríos de la humanidad.

Nuestra realidad no dista de esa y de otras en el mundo, simplemente por tener un factor en común con cualquiera que se quiera comparar: Un autoritario a la cabeza, un círculo de poder integrado por obedientes incondicionales y un colectivo, por demás sumiso e inactivo, a quien dominar, oprimir y explotar. Inclusive, la situación venezolana guarda sus similitudes con obras de ficción e historietas, donde coexisten la maldad y el bien, el poderoso y el débil, el explotador y el oprimido e inclusive, con su historia misma. En todas, al parecer la única salida se dio por la concurrencia de “héroes” que lucharon contra el tirano, lo derrotaron y lo expulsaron.

Es tal vez, la existencia de héroes en el subconsciente de los venezolanos, el elemento que ha hecho que anide entre sus expectativas una tendencia mesiánica, que unida a la situación económica presente en el país desde el inicio de la explotación petrolera, acaben por determinar los rasgos de un pueblo pasivo y permisivo, lo que justificaría su posición ante la violación de los derechos más fundamentales por parte un gobierno autoritario, todo esto en el país calificado otrora, como una de las democracias más sólidas de Latinoamérica.

Tal situación, es la que nos coloca en pleno siglo XXI, frente a la sentencia expresada por Bertold Brecht ante un panorama catastrófico en los años cuarenta durante el siglo pasado en una Europa a merced de la barbarie nazi. Ignorantes de tal frase, no faltan los venezolanos que continúan esperando algún héroe que los libre de Hugo Chávez, otros no dejan de elevar sus plegarias para que ocurra un milagro, el que sea, para que la situación cambie, mientras que en una gama más amplia de opciones, se encuentra la de un no tan heroico magnicida, la invasión norteamericana, la traición de un chavista molesto con su comandante, la insurgencia de las Fuerzas Armadas, la explosión de los cerros, una enfermedad terminal, una gran marcha nacional que aterrorice al tirano y lo haga salir corriendo de Miraflores o la implosión de la revolución bolivariana y no faltará quienes acudan a la brujería. Absolutamente todas ellas, dependientes de un tercero en la tierra o en el cielo, en el país o en el extranjero, en el gobierno o en la oposición, en la realidad, la ficción o nuestra historia.

Es de allí, de nuestra historia, de donde surge la enseñanza de lo que puede derivarse de la unión de la voluntad de un pueblo y de un líder, no de un héroe. Para que la historia futura cambie tiene que darse esta combinación y como en toda receta bajo ciertas condiciones, porque de lo contrario el resultado podría ser desastroso.

Las causas por las cuales intentonas como la liderada por el ex esclavo José Leonardo Chirino, la de Gual y España y las dos expediciones de Francisco de Miranda, fracasaron han sido explicadas por los historiadores, pero en todas existe un elemento subyacente que resultó determinante: La indiferencia de la población. Allí hubo liderazgo, pero no hubo seguidores que dieran el empuje para transmutar el intento en un suceso exitoso.

Distinto fue el resultado de la actuación de Junta Suprema de Caracas de 1810, la cual luego de un año produjo el histórico 5 de julio de 1811. Y cual fue el elemento diferenciador? Que en 1810 el pueblo de Caracas le dijo “NO” a Don Vicente Emparam y que el pueblo acompañó a la Junta todo el tiempo. Inclusive el pueblo participó activamente en las campañas de Coro, Valencia y Guayana, provincias que se negaban a reconocer el gobierno de la Junta Suprema. Sin embargo fue necesaria una guerra que duró diez años para liberar a Venezuela completamente, objetivo logrado el 24 de junio de 1821. En la guerra de Independencia sobraron los líderes y el pueblo venezolano los siguió en el infortunio y en la grandeza, porque ambos iban en la misma dirección, hasta el instante crucial en que se selló la independencia del dominio español.

La guerra de Independencia ciertamente libera a Venezuela de España, pero no cambia las condiciones de desigualdad social existentes, lo que aunado a otros detonantes de carácter económico y político, generó una nueva guerra de aproximadamente cinco años de duración, la Guerra Federal, desde 1859 y 1863. Esta fue más corta pero más cruenta e intensa que la de Independencia y la población de parte del país fue la más afectada, según los historiadores, fallecieron cerca de 175.000 personas, es decir, el equivalente a casi el 10% de la población para la época. Nuevamente aparecieron los líderes, pero esta vez en dos bandos opuestos de venezolanos, lo que hizo que nuestra población se enfrentara entre si misma, sin alcanzar al final las reivindicaciones sociales que les habían sido ofrecidas. Luego de suscrito el “Tratado de Coche”, continuó intacto el fundamento material de la sociedad oligárquica colonial y quedaron atrás los símbolos retóricos con los que fue captada para la lucha nuestra población: “Crisol de la igualdad social”, “insurrección campesina”, “guerra revolucionaria’ o “guerra social”. En 1864, el general federalista José Loreto Arismendi, descontento por términos alcanzados en el “Tratado de Coche” expresó “... luchamos cinco años para sustituir ladrones por ladrones, Tiranos por Tiranos...”.

Independientemente de quien llegaba al poder en Venezuela, la situación general de la población no cambiaba, por añadidura, el relevo generacional, la falta de comunicaciones y la falta de medios para salvar las grandes distancias geográficas, hacía que cualquier oferta pareciera nueva y el fenómeno del caudillismo determinaba la orientación y el nombre de la próxima revolución: En 1867 “La Genuina” de Luciano Mendoza, la “Revolución Azul” de Miguel Antonio Rojas y la de Oriente de José Tadeo Monagas, en 1870 la “Revolución de Abril” de Antonio Guzmán Blanco, en 1879 “La Reivindicadora”, también de Antonio Guzmán Blanco que lo coloca frente a un segundo mandato, en 1892 “La legalista” de Joaquín Crespo, en 1899 “La Restauradora” de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez y por último en 1903, “La Libertadora” de Manuel Antonio Matos.

Todos estos levantamientos con nombres y fachada de revoluciones tenían un líder y a él correspondía la idea, el verbo y la acción, también pagaban a los hombres que los acompañaban, quienes a su vez reclutaban a los reemplazos. El resto del país continuaba inerte esperando el desarrollo del acontecimiento “revolucionario” del momento. Algo como lo que los venezolanos actuales están buscando para liberarse de la última revolución que ha sufrido Venezuela; “La Bolivariana”, cuya única diferencia de las anteriores es que “mutó” para adaptarse a los nuevos tiempos, no sin antes tratar de obtener el poder de la misma forma que sus antecesoras.

Es quizás este el motivo de todos nuestros males: El del clamor de la aparición de líderes “de facto” depositarios de nuestra confianza y de nuestro poder con un fin determinado e inmediato, sin que medie el compromiso de acompañar a dicho líder hasta el fin último de las consecuencias. No es lo mismo acudir a un proceso eleccionario y votar por una persona a quien le entregaremos el destino de la República durante una jornada, al final de la cual lo que se cuentan son votos y los votantes tranquilamente regresan a sus casas, que seguir a un líder durante el una jornada violenta para deponer a un tirano o a un presidente, al final de la cual lo que se cuentan son muertos y los participantes posiblemente no tengan a donde regresar si fallan en su intento. En el segundo de los casos a estos líderes debería llamársele mártires, pues ya es histórico el comportamiento de la mayoría del pueblo venezolano.

Pero hay una clase de venezolanos que se califican como “antichavistas”, que prefieren no arriesgarse, optan por no hacer peligrar la estabilidad de sus trabajos ni por ser mal vistos por los comprometidos con el gobierno. Y si lo que peligra es la posibilidad de una riqueza súbita o por lo menos una ayuda para palear la difícil situación económica, pues menos que se exponen. También evitan sostener conversaciones telefónicas o cara a cara con enemigos del gobierno y menos relacionarse laboralmente, y si el contacto es inevitable de inmediato le recuerdan a su interlocutor que los teléfonos pueden estar intervenidos o habla bajito para que su voz no se reconozca o se escuche en el espacio de al lado. A esta “clase” es a la que en cuanto se le presenta la oportunidad ideal de expresarse, muchas veces anónimamente, clama por la falta de líderes y apela a nuestro “antecedentes históricos de pueblo guerrero” o a la letra del Himno Nacional. Cuando les corresponde votar, en lo posible tratan de no hacerlo y si son empleados públicos, obedecen a rajatabla las órdenes que le dieron hasta el día viernes anterior.

Por el contrario, hay otro tipo de venezolano que ha comprometido su paz, su tranquilidad, su vida y hasta ha puesto en peligro a sus familias, para tratar de hacer de Venezuela un país para todos. A ese tipo de patriota podemos encontrarlo bajo una lápida, encarcelado, en el exilio, sin trabajo, con un proceso judicial pendiente, presentándose en tribunales, engrosando listas de vilipendiados ciudadanos, con prohibición de salida del país o marchando incansablemente cada vez que tiene noticia de una marcha o de una concentración. Ese venezolano no clama por líderes, sino que va delante. El no empuja a nadie, sino que lo llama desde la vanguardia. La diferencia entre ambos tipos de venezolano además de su comportamiento frente a la realidad obscura que va arropando poco a poco al país, es que de la segunda tipología son menos. En actos electorales, va dispuesto, alegre y optimista, sin importarle la lluvia o el calor, a esperar el momento de depositar su voto para golpear al gobierno del opresor.

Una tercera y preocupante mayoría, la constituye la masa inerte que pareciera que vino al mundo solo a existir y a quien no le importa en que país nació, si del Africa, Asia o Europa, ni vivir oprimido o en libertad, que diariamente se levanta con la resignación a cuestas y se deja “patear” del vecino “malandro” así como se deja explotar de su patrón, que paga hasta para entrar al barrio donde llegó a vivir cuando abandonó la seguridad de su terruño en el Táchira o en Apure. No es “chavista” ni “anti”, nunca fue adeca ni copeyana. El 27 de febrero de 1989 salió solo impulsada por el deseo de aprovecharse del saqueo, el 4 de febrero o el 27 de noviembre de 1992 ni siquiera se dio por enterada de que se había atentado contra la Democracia, el 11 de abril del 2002 veía por televisión, sin inmutarse, como el gobierno atentaba contra las personas que marcharon a Miraflores, mientras que dos días después, les daba lo mismo si Chávez había sido repuesto en el poder o no. Cuando le corresponde ejercer el voto, probablemente no sabe donde debe hacerlo y si se digna asistir, como le da lo mismo vota nulo o se copia de una chuleta que le dio un chavista vivo y en el mejor de los caso, para evitarse complicaciones, sencillamente se queda en su casa.

Estas tres modalidades se dan en todos los estratos económicos y sociales, en todas las profesiones y en fin, en cuanta agrupación exista en el país y es sobre esta diferencia, sobre la cual se apoya la fuerza del gobierno que poco a poco nos va dejando sin fuerzas y sin esperanza.

Por eso es que resulta inútil siquiera aspirar a que existan dentro de las Fuerzas Armadas Generales de la talla del General Romeo Vásquez de Honduras es como pedirle peras al “horno”, porque ni el horno, ni el olmo, ni el manzano nos las pueden proporcionar y mucho menos, que de cualquier otro lado salga el líder que algunos están esperando.

Cuando los venezolanos vean dentro de si, cuando logren vencer la indiferencia por el destino del país y cuando aprendan a amar verdaderamente a Venezuela, frente a un espejo descubrirán al héroe que estaban necesitando. Mientras esto no ocurra, seguiremos siendo un país desgraciado, que simplemente necesita buenos venezolanos.

domingo, 23 de mayo de 2010

José Tomás Boves del siglo XXI.

Un anacronismo histórico apura los estertores de nuestra economía.

Es frecuente que la historia haga que en dos épocas distintas existan personas muy similares a pesar de la distancia cronológica y geográfica de ambos eventos humanos. Este podría ser el caso de Hugo Chávez, quien de tanto intentar usurpar la figura de nuestro máximo héroe, Simón Bolívar, aupado por la lisonja del anciano Estado Mayor Militar Presidencial, representada por dos generales, vergüenza de las viejas Fuerzas Armadas venezolanas, el decrépito borracho Jacinto Pérez Arcay y el desaliñado y “apingüinado” José Nicolás Albornoz Tineo, ha terminado en parecerse a su antítesis histórica, el cruel y déspota General Realista, José Tomás Boves.

Es tanto lo que intentó Chávez en su sempiterno recurso de imitación para parecerse a Bolívar, que aún robando su vocabulario, usurpando su memoria y abusando de la ignorancia de nuestro pueblo, exageró hasta el punto de que no logró parecérsele, sino que por el contrario, se alejó por la calle contraria de cualquier similitud actitudinal. Demás está decir, que imposible sería que aptitudinalmente llegara a equipararse en un millonésimo por ciento a nuestro más encumbrado Prócer.

Algo distinto ocurrió cuando quiso parecerse a Fidel Castro y preso de su cubanomanía, se dejó engullir por el fenómeno transculturizador del lenguaje, por lo que quedó irremediablemente atrapado en su dicción por un repetitivo y chocante “eh” al final de cada frase, defecto de la prosodia que ni se preocupa en cuidar cuando se dirige a su pueblo, imaginando tal vez que se encuentra en su segunda patria en cualquier espacio habanero o pinereño.

De manera que tenemos un presidente que se expresa como extranjero, como consecuencia de su debilidad cultural frente a la invasión cubana y que actúa de la manera en que la situación emocional en su interior y la coyuntura social y política en su exterior se lo indican. Se mueve solo por instinto y con la inteligencia de una bacteria, frente a los complejos escenarios que sus asesores le plantean y de los cuales aprende de memoria retazos de fórmulas o de recetas, que luego, en medio de reflectores y flashes, comienza a repetir como un loro amaestrado en medio de amenazas de guerras, de batallas, de pulverizaciones de adversarios y de cuanta paja le pasa por su cerebro, cuando comienza a sufrir sus ataques de grandeza y de ignorancia al mismo tiempo.

En medio de tales ataques de megalomanía, que a lo mejor no lo son, sino que constituyen la explosión de una condición permanente de este mal, Hugo Chávez no repara en girar instrucciones como un capataz loco y así ordena que se expropien propiedades, que se nacionalicen las empresas, que se congelen precios, que se suban intereses; en fin, que por su real gana, se violen todos los instrumentos legales, jurídicos, éticos bien sea nacionales o internacionales, que se incumpla con contratos, que se violen tradiciones y costumbres.

Es decir, que el poder de su majestad presidencial está por encima de todo lo terrenal que le rodea, incluyendo a su pueblo, bien sea el que lo aclama y el que lo adversa, y es allí donde ha llegado a determinar que se equivoca y que como consecuencia de su soberana “metida de pata”, debe solucionar el problema con otra infinitamente mayor.

Dentro de poco se parecerá al fallecido Presidente de Turkmenistan y terminará declarando como día de fiesta nacional el 28 de julio por ser el día de su cumpleaños, le cambiará el nombre a cualquier producto de la dieta básica por el de la vieja Helena, como si no la recordaran los venezolanos cada vez que van al mercado, le exigirá a los pensionados del Seguro Social, que le devuelvan al Estado las compensaciones de los últimos dos años o terminará por cerrar todos los hospitales del país y ordenará que los pacientes sean trasladados a Caracas. En fin, todo puede pasar en nuestro país, donde nuestro presidente, a mala hora, elegido por nosotros mismos, tiene una personalidad sin norte cierto y sin paradigmas positivos, por lo que cualquier burro ilustrado puede lograr a base de adulaciones, que sus caprichos más bizarros se transformen en Políticas de Estado que en vez de ser publicadas en Gaceta Oficial, no tengan otra vía mejor para hacerlas oficiales como el Twitter.

En el último arrebato de locura de nuestro comandante hacia el desastre, se le ha ocurrido la brillantísima idea de secuestrar las reservas alimentarias del país para dárselas a administrar a sus huestes y la de pedirles a los tenedores de los papeles del los bonos lanzados al mercado en los últimos cuatro años, que los declaren para así poder en un futuro bien cercano, que huele como a antes del 26 de septiembre, obligarlos a vender al precio que él quiera, que por supuesto podría ser menor al valor que pagaron por ellos a los chavistas que los adquirieron de primera mano del Banco Central.

Nuestro depredador presidencial, se encuentra atrapado en su propia torre de Babel política, donde las ideas socialistas de sus asesores se mezclan con las económicas de quienes se enriquecen como consecuencia del “despelote” y con la “puntadas viscerales” del caudillo cada vez que se siente iluminado por el espíritu de su bisabuelo “Maisanta”, ladrón de ganado, quien seguramente se ganó el apodo por andar jurando, como su bisnieto, por su madre santa.

Tal vez, en la carga genética del Maisanta de Miraflores están presentes en buena parte, el saqueo, el abigeato y la terrofagia. De allí su compulsión a apropiarse de las tierras y de las bienechurías de los venezolanos que en el campo producen los alimentos que consumimos todos nosotros. Peor aún es cuando al líder de la minoría chavista, le da por imitar al asturiano José Tomás Boves y pretende implantar un sistema de recompensas a partir del botín como lo hizo el célebre asesino Realista hasta que una lanza criolla lo dejó con los “dientes apretados” en el sitio durante la batalla de Urica.

O tal vez, viendo a Venezuela desnuda económicamente como lo estuvo luego de la guerra de independencia, le parezca una buena idea, la de pagar a sus seguidores los haberes por su servicios con tierras, casas y maquinarias, de la misma forma como se pagaron mediante recompensa de la República los haberes militares a los soldados que lucharon por Venezuela durante esa guerra. De ser ese el caso, al expropiar las tierras que emergieron de tal tradición, nuestro moderno Boves reencarnado, no estaría más que vengándose luego de muchas generaciones, de aquellos soldados que nos hicieron libres y que por la ofrenda de su vida, fueron premiados con un rincón de la Patria que fundaron con su sangre.

domingo, 16 de mayo de 2010

Hermágoras González Polanco

Uno de los jefes del Cartel de la Goajira, Comisario General de la DISIP y de la GN

El narcotráfico en Venezuela no es una noticia reciente, así como tampoco lo es la protección que algunas personas vinculadas a la Seguridad de Estado le ha brindado de manera individual y aislada a este flagelo. Lo que si es una novedad, es que como Política de Estado, el gobierno venezolano se sirve de él con variados propósitos.

Como arma contra “El Imperio” con la finalidad de socavar las bases de las sociedades de los países desarrollados o “imperialistas”, lo cual no es más que una escusa para autojustificarse, es la afirmación de una nueva “Razón de Estado” por encima de cualquier convención moral o de orden público; Como fuente de financiamiento para actividades clandestinas o no financiables de manera segura con los dineros del Estado, lo que le permite al gobierno cumplir algunas de sus “obligaciones” con los elementos asociados al narcotráfico en Colombia: El ELN y las FARC y otros grupos terroristas en el mundo; Como fuente de propaganda internacional en una pretendida lucha contra el mismo narcotráfico, para lo cual hace uso discriminatorio de su potestad represiva como Estado, al colocarse en medio de los carteles y sirviendo como arma de unos contra otros. En este caso, ataca a los grupos o carteles no vinculados a las “Fuerzas Amigas”, el ELN y las FARC; En última instancia, como enemigo necesario dentro del escenario político para vincular a opositores con actividades ilegales, bien sea de tráfico de drogas o subversivas, tal como lo hizo en el caso de los “paramilitares” concentrados en la finca Daktari en Venezuela el nueve de mayo del 2004. Es decir, que con el gobierno chavista, el narcotráfico da para todo.

Uno de los casos emblemáticos de la relación gobierno-narcotráfico en Venezuela, es el del narcotraficante colombo-venezolano Hermágoras González Polanco, alias “El Gordito”, detenido en la zona del sur del lago de Maracaibo el 9 de marzo del 2008, quien fue acusado de traficar con armas y de estar vinculado con grupos paramilitares colombianos. Si embargo, vale la pena recordar, que ya en el año 2004, había sido noticia tal como se reseña a continuación.

Este individuo, a pesar de estar siendo solicitado por el Departamento de Estado norteamericano, se desplazaba libremente por Venezuela portando armas con permisos expedidos por la Dirección de Armamento de las Fuerzas Armadas y firmados por su entonces Director, el General del Ejército Gustavo Rangel Briceño, al igual que credenciales de Comisario de la DISIP y de la Guardia Nacional, mientras que su personalidad de seguridad poseían carnets de inteligencia como agentes. Dichos carnets fueron firmados por el director de la DISIP Coronel Miguel Rodríguez Torres y el General de Brigada Alexis Maneiro Gómez.

Esto se pudo comprobar fehacientemente el 22 de enero del 2004, cuando fue retenido temporalmente por efectivos de la Policía del Estado Zulia y miembros de la DISIP. Las armas que portaban tenían permisos legalmente expedidos a pesar que entre ellas habían armas de guerra, para las cuales no se expide este tipo de porte de armas. A todas las personas involucradas, se les dejó en libertad en extrañas circunstancias, luego que la comisión actuante fuera presionada por todos los jefes policiales y militares de la zona.

Dias después, el 10 de febrero, es asesinado Eudo González Polanco, quien según informe de la Casa Blanca al Congreso de Estados Unidos, tenía cargos de narcotráfico en un tribunal de Virginia y que junto a su hermano Hermágoras, pertenecía al cártel de La Guajira. Los victimarios del hermano de Hermágoras eran funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Crimalisticas (Cicpc), la Brigada de Acciones Especiales del Cicpc (BAE) y la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), quienes lo sorprendieron junto a sus guardaespaldas y obreros en su finca, dando muerte además a otras seis personas, entre las que se encontraba la cocinera de la finca en avanzado estado de embarazo.

La acción fue calificada como un enfrentamiento contra peligrosos delincuentes, pero localmente causó extrañeza tal aseveración porque González Polanco gozaba del aprecio de los PTJ de la región, inclusive, les prestaba su finca para que los funcionarios de la seccional de Bejuma realizaran la fiesta de fin de año.

Según versiones de prensa, los hermanos González Polanco contaban entre sus socios estratégicos al ex senador colombiano Samuel Santander López Sierra, alias "El hombre Marlboro", extraditado a Estados Unidos. El Cártel de la Guajira aun opera en la frontera norte de Venezuela con Colombia y se le atribuye el envío de varias toneladas anuales de cocaína a Estados Unidos y operaciones de tráfico de armas desde Europa a través de Venezuela para los escuadrones paramilitares colombianos. También se ha mencionado que, Hermágoras González, exportaba cocaína en las centinas de los buques de PDVSA en complicidad con gerentes de la empresa y por vía terrestre en camiones de combustible hasta el estado Bolívar, donde era transferida a embarcaciones que salían por el río Orinoco con destino a las Antillas, Europa y Africa. Estaba relacionado con actividades de "narcolavado" en República Dominicana, en las que se involucró el General de División Francisco Belisario Landis mediante operaciones de compra de arroz con destino a Mercal y la asignación de contratos a empresas de narcotraficantes para la realización de obras deportivas en Venezuela, por lo que González tiene procesos pendientes ante cortes de Nueva York y Nueva Jersey donde fue acusado de "narcolavado y narcotráfico". Además, es fugitivo de Colombia desde 2002 por cargos que también lo vinculan a un asesinato.

Mas de cuatro años después de su primera detención, en el 2008 es detenido en su finca y la fiscal 15° del estado Zulia, Amalia Josefina Rodríguez, lo acusó junto a otras dos personas por presuntamente incurrir en los delitos de posesión y ocultamiento de armas de guerra, porte ilícito de arma, agavillamiento, conformación de grupos armados y uso de documento falso, todos previstos en el Código Penal vigente para la fecha, cargos por los que debió ser acusado en el 2004 cuando fue detenido inicialmente.

Durante todos esos años nunca se intentó detenerle, ni siquiera cuando asistió al entierro de su hermano, hecho que motivó que se alertara de su presencia y el de muchas personas vinculadas al narcotráfico. Por el contrario, continuaba operando abiertamente, delatando las operaciones de carteles rivales, a los que la Guardia Nacional iba desmantelando mientras se fortalecía la organización de González. De esta forma, la gestión del General Alexis Maneiro Gomez en el oriente del país resultó exitosa en su “lucha contra el narcotráfico” .

Tan inusual fórmula fue detectada por el periodista Mauro Marcano, quien se dedicó a denunciar algunos de los detalles que las autoridades venezolanas no “podían ver” a pesar que insistiera sobre ellos, tales como la aparición de credenciales de la GN y la DISIP en posesión de los asesinados en Bejuma, la reiterada vinculación del General Maneiro con los hermanos González Polanco y el denominado “Cartel del sol” en el cual operan presuntamente militares. Mauro Marcano fue asesinado poco antes de publicar un reportaje titulado “El cártel de los soles”, en clara referencia a oficiales de alto rango que tienen como distintivo un sol.

Luego de la detención de este narcotraficante, quien indudablemente debe tener mucha información sobre la forma en que, sin esconderse vivió apaciblemente en Venezuela mientras toneladas de cocaína salían del país por cuenta de su organización, el ministro del Interior Ramón Rodríguez Chacín convocó a una rueda de prensa en la que anunció que González Polanco no sería extraditado y que sería enjuiciado en Venezuela por sus delitos.

Que habrá de cierto en que su dinero financió las primeras campañas electorales de Hugo Chávez?

Cuales serían las razones por las cuales a él, a su hermano y a los hombres de su confianza les proveyeron de portes de armas y credenciales de inteligencia oficiales tan cercanos al Presidente de la República como Gustavo Rangel Briceño, Miguel Rodríguez Torres y Alexis Maneiro Gómez, entre otros?

Por que razón, el exministro Rodríguez Chacín afirmó en su momento, que “se han girado instrucciones para que el caso sea trabajado en el país” y que ha “pedido a los jueces que busquen, por que el debe tener delitos en Venezuela”, en vez entregarlo a las autoridades como a otros narcotraficantes que aún con delitos cometidos en Venezuela han sido deportados o extraditados?

Si fue detenido en el 2008 y presuntamente no es venezolano, por que entonces su cédula de identidad V- 7.789.819 aun se encuentra en el Registro Permanente del Consejo Nacional Electoral?

domingo, 9 de mayo de 2010

Venezuela Cuabanizada?

El objetivo del gobierno no podrá alcanzarse.

Los intentos de Hugo Chávez y de su camarilla por controlar a los venezolanos por intermedio de cubanos ya no pueden ser ocultados de la opinión pública nacional e internacional. Ya lo sabe todo el mundo, mas sin embargo, el gobernante que cree que se las sabe todas, lo sigue negando mientras curiosamente al final de cada una de las expresiones deja escapar el característico “eh” cubano que denota su estado de sometimiento a los efectos de la transculturización, a la cual quiere someter al resto de nuestros compatriotas.

También es inocultable, que el objetivo no ha sido alcanzado “por ahora” ni será alcanzado jamás en la Patria de Bolívar, por lo que el sempiterno “venceremos” como respuesta al gastado slogan “Patria, socialismo o muerte”, seguirá constituyendo la lapidaria expresión de que aún no han vencido y de que jamás vencerán. O es que acaso a más de 50 años de implantado el régimen comunista en Cuba, ha podido éste encontrar un válido sustituto a la cantaletita “venceremos”.

El sueño que Fidel sembró en algunos de sus fieles seguidores, jamás estuvo en la mente y mucho menos en los planes del senil dictador, quien morirá en cualquier momento musitando en su lecho de muerte lo único que le dejó a su pueblo, un slogan y la esperanza de vencer… pero de vencer a quien? De vencer que?

Los logros de la revolución cubana se podrían comparar a los del mundo bizarro de los comics de Superman. Lo único que ha logrado tan absurdo sistema ha sido el de la inversión de la realidad y de los parámetros con los que se mide la felicidad y la prosperidad de un pueblo. Por eso, solo en la mente adoctrinada desde el momento de la concepción de un cubano revolucionario, se puede justificar, que ser pobre es bueno, como si la pobreza no arrastrara consigo privaciones, sufrimientos y dolor; solo en ese cerebro achicharrado por el fuego comunista, cabe que una empresa que retribuye el trabajo de sus trabajadores en base a una ley y a las demás normativas laborales, debe ser tomada por asalto porque genera ganancias a quienes invirtieron en ella, para que luego fenezca y deje a sus empleados en la orfandad económica. Solo a un intelecto bizarro, se le puede ocurrir que mientras menos libres para expresarse sean los ciudadanos, pueden alcanzar la libertad tal como ellos, los comunistas, la imaginan: libres de hacer todo lo que no quieren.

El modelo comunista cubano, al no poder cambiar la triste realidad de sus ciudadanos, optó por cambiar su percepción de la misma. Es exactamente esto lo que intenta hacer el sátrapa revolucionario de Sabaneta, solo que el viejo arraigo en los venezolanos de los principios democráticos y de la libertad, su apego a las leyes emergidas del de los principios generales del Derecho y la larga y reafirmada tradición de pueblo libre, no lo permitirán, por muchas que sean las generaciones que nazcan en medio de la mentira socialista del siglo XXI.

La revolución chavista cada día avanza más… hacia su fracaso. Tal como su anacrónica referencia cubana, el “venceremos” no pasará de la invocación de una promesa acerca de un triunfo que no llegará jamás, solo que los venezolanos no esperaremos 50 años para ver desaparecer la enorme entelequia elaborada a partir del fallido experimento cubano.

En sus planes por alcanzar lo inalcanzable, este increíblemente mal gobierno, quiso replicar la experiencia de la isla sin contar con nuestra aprobación. Se abrogó el papel de Dios y decidió nuestro futuro, apoyado en triunfos electorales obtenidos en base a trucos, promesas falsas, manipulación y abuso del manso y crédulo pueblo que sumido en su pobreza no ve mas allá de la satisfacción de sus necesidades más apremiantes y que huérfano de atención por parte de sus gobernantes, cifró su esperanza en un mercader de miserias, tan fraudulento como ser humano, como el origen mismo del su poder que ejerce sin freno, sin prudencia y sin pudor.

Por otra parte, nuestro desafortunado gobierno también se equivocó con el pueblo cubano, al pensar que este sería el instrumento perfecto para someter totalmente al venezolano, sin entender que para ellos, Venezuela constituye la puerta hacia su futuro sin comunismo, tal como ha ocurrido ya con cientos, que han usado nuestro territorio como trampolín hacia su libertad y como ocurrirá muy pronto, cuando la debilidad del mamotreto chavista no le permita mantenerse en pie.

De tal manera, que, a pesar que en algunas instituciones se encuentran presentes los comisarios cubanos y en otras sus consejos y hasta insinuaciones se convierten en las órdenes que dictan los Generales y Coroneles, Ministros y funcionarios de gobierno traidores a la Patria, el socialismo no se ha podido apoderar de la totalidad de ellas ni de la conciencia colectiva. Mucho menos ha podido realizar con éxito la infiltración dentro de nuestra población más humilde, a la que ha querido ideologizar para volverla contra si misma.

En Venezuela, si hablamos de cubanización y en vista del fracaso chavista para implantarla, hasta ahora a los únicos cubanizados son, el chavismo dirigente mismo y como máxima expresión transculturizada, el detentador del poder en nuestro país: La primera víctima de la cubanización se llama Hugo Chávez.

domingo, 2 de mayo de 2010

Por que no acusar a los esbirros en vez de a Chávez.

Concederle a Hugo Chávez la exclusividad de las violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela es injusto con sus víctimas.

A propósito del artículo publicado en el Nuevo País por el ilustre Oscar Yanez en su columna, vale la pena recordar a los venezolanos afectados por las violaciones a sus Derechos Humanos, que aunque la vedette de tales violaciones pueda ser el Presidente de la República, atribuirle la entera responsabilidad podría ser un error.

No propongo que hay que desistir de las acusaciones o de los señalamientos sobre los jerarcas, las cuales debemos sostener e impulsar, sino que debemos dejar de hacer lo contrario. Hemos responsabilizado de todo a Chávez y momentáneamente a alguno de sus colaboradores más cercanos y hemos dejado de insistir sobre los matarifes legales y de hecho por obra y gracia de las veladas órdenes de los jerarcas “chaviz”. En ninguna parte hemos visto a Hugo Chávez ordenando las muertes de abril del 2002, pero si existen videos de José Vicente Rangel llamando “al pueblo” a defender con “piedras y palos” a la revolución, pero advirtiéndoles que la oposición venía armada hasta los dientes. Existen videos de Juan Barreto, Bernal, Iris Varela, María Cristina Iglesias y muchos más, creando a través de la televisora del gobierno, la matriz de un asalto criminal contra su líder en su palacio, como si no existiera un “arco” (no un anillo) de la Guardia Nacional en Miraflores, ni casa militar en los alrededores y dentro de las instalaciones. Ni pendejos, y me perdonan la expresión, que fueran los chavistas para agarrar un palo de escoba o una piedra, pudiendo armarse con uno de los revólveres o pistolas que estaban repartiendo los motorizados de Freddy Bernal.

Me desvío un poco del tema para señalarles que en el párrafo anterior digo arco y no anillo, porque el escenario diseñado por el Comandante de la Guardia Nacional, Francisco Belisario Landis (Tiburón 4) y el Comandante del Regional 5, Eugenio Gutierrez Ramos (Tiburón 5), era un Miraflores protegido casi por todas partes, con la excepción de Puente Llaguno, lugar donde confluiría espontáneamente la masa humana en marcha, repelida en los demás sitios, al no existir gases ni aparente presencia de las fuerzas del orden público. Alli fueron apostadas las dos fuerzas de tarea diseñadas en cónclave por Diosdado Cabello y Belisario Landis: los francotiradores controlados por el Teniente Coronel Miguel Rodríguez Torres y los gatilleros del “pueblo” controlados por Freddy Bernal.

Visto desde el lado chavista; ante la imposibilidad de los tribunales venezolanos de escarmentar a la oposición vía sus líderes del 11 de abril, hicieron valer el dicho de que “la soga revienta por lo más delgado”, descargando la responsabilidad del acto ejemplarizante en su pandilla judicial, la cual, al igual que todos los mandaderos del ejecutivo fue cumplida aun más allá de las expectativas del amo, tal como lo hicieron los francotiradores y el resto de los gatilleros utilizados indistintamente por los subalternos de Chávez la fatídica tarde del 11 de abril en Puente LLaguno.

Este gang compuesto por jueces y fiscales adeptos al régimen, violan los Derechos Civiles de un grupo de venezolanos en nombre de la justicia, manteniéndolos en un ilegal cautiverio utilizando los malabares judiciales por todos conocidos. La misma patota de delincuentes que mantiene encerrados a los “enemigos” de su amo, también se mancha de sangre sus manos y extendió la violación de los Derechos Humanos de las víctimas del 11 de abril, cuando liberó a los pistoleros de Llaguno y no investigó ni juzgó a muchos otros autores de la masacre mostrados al público en fotos y videos en plena ejecución de la matanza.

Los representantes de los poderes públicos dicen que en Venezuela hay independencia de poderes? Pues hagamos buena su palabra, dejemos de culpar al todopoderoso Chávez, dejemos de darle protagonismo porque le estamos dando el poder y comencemos a responsabilizar, no a Luisa Ortega por cada falta que cometan los fiscales, sino a los fiscales mismos. No acusemos al Tribunal Supremo de Justicia por las suspensiones injustificadas de las audiencias por parte del Juez de las respectivas causas, acusemos al Juez.

En la solución de problemas, la clave es atacar la causa y no al efecto, y posiblemente allí está el error en cuanto a las violaciones de los Derechos Humanos en Venezuela. Todos percibimos el problema de manera general y por supuesto, desde ese punto de vista la causa es Hugo Chávez, pero hemos obviado la especificidad del problema, donde la causa directa de que nuestros presos políticos hayan sido sometidos a un ruleteo judicial jamás visto en el país, son jueces y fiscales con nombres y apellidos, donde la causa de los tantos muertos y heridos durante la brutal represión del gobierno son los comandantes operativos de las unidades militares y policiales, quienes tienen nombres y apellidos, donde la causa de los daños patrimoniales violatorios a los Derechos Económicos de los venezolanos son funcionarios del INTI o del INDEPABIS con nombres y apellidos.